La situación está al límite para que la creciente curva no se convierta en una ola. “Estamos en un momento crítico, en pleno verano y con personal sanitario de vacaciones. Es importante que el personal pueda ser sustituido adecuadamente, porque están incrementando los casos y con toda urgencia debe incorporarse gente a hacer estudios de contactos, si no se hace bien ese seguimiento esto se nos va de las manos”, asegura a El Independiente Joan Caylà, epidemiólogo de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona (FUITB).

Tampoco desde Sanidad descartan ya que esto sea un segundo envite del virus, como reconocía este jueves la portavoz del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, María José Sierra. "¿Que esto sea o no una segunda oleada? Eso es lo de menos. Lo que tenemos que hacer es seguir minuto a minuto lo que pasa", afirmaba tras informar de que España se acerca ya a los 300 brotes.

Evitar que la situación empeore queda, según Caylà en una responsabilidad dividida entre la población y la administración. “Que esto no termine en una segunda ola depende de la gente también, que siga las recomendaciones de mascarillas, manos y metros y que las autoridades sanitarias favorezcan del diagnóstico precoz y estudios de contacto rápidos. Esto no se está haciendo bien, por tanto estamos jugando un poco a la suerte, hay que invertir en esto porque es rentable, si hay rebrotes no habrá turistas. Y si las cosas se hacen mal no nos iremos de vacaciones ni nosotros”.

Un momento diferente 

Cualquier intento de comparar la situación de febrero y marzo con lo que estamos viviendo ahora puede ser fuente de engaño. Los contagiados que se contabilizaban en marzo eran sólo la punta del iceberg. Bajo esa realidad que asomaba había una población infectada mucho mayor. Por ejemplo entre el 11 y el 18 de marzo se detectaron 11.588. Si como asegura la encuesta nacional de seroprevalencia entonces se detectaban uno de cada 10 casos, los casos reales, la base del iceberg, serían 115.880 en aquellos días.

De ese 10% de capacidad de detección se ha aumentado. Aunque es difícil cuantificar cuántos se siguen escapando, el Instituto de Salud Carlos III publicaba en un reciente informe del 15 de julio la curva de los casos detectados respecto a los reales en distintos momentos de la crisis, que muestra cómo el sistema pasa de detectar prácticamente los casos graves o defunciones a los medios o leves, a medida que avanza la pandemia.

Informe COVID-19 . 15 de julio de 2020

La cifra de casos detectados con inicio de síntomas en los últimos siete días fue ayer de 1.601 en toda España. Estos infectados no son comparables a los de marzo, porque la población no se comporta como entonces. Los infectados que aparecen ahora son jóvenes que socializan más y con menos seguridad, mientras los mayores se cuidan mucho. Pero si la expansión del virus escala de nuevo hacia los mayores, si los jóvenes que ahora están infectándose van pasando el virus a padres y abuelos, “se repetiría lo que vimos en el pasado”, asegura Caylà. Cuando el virus se movía libre por Madrid los médicos lo confundían con gripes, pero cuando la infección se extendió por la gente mayor, empezaron los ingresos y el sistema empezó a desbordarse, desde las UCI hasta los cementerios”.

Sobre esta idea incide Vicente Soriano, profesor de epidemiología en UNIR: “Los jóvenes se infectan porque no tienen miedo, la barceloneta está llena y Benidorm vacío”, asegura. Para este epidemiólogo la situación de ahora con la de marzo es de difícil comparación hasta con los casos graves, porque la situación también ha cambiado en los hospitales, las “UCIs están más vacías porque se manejan mejor los pacientes, se utilizan corticoides que van mejor y los pacientes se tratan mejor en planta, sin ingresar.  Las circunstancias han cambiado, ahora se diagnostica gente joven y los médicos tratan mejor la enfermedad".

El investigador del Centro Nacional de Biotecnología, José Miguel Rodríguez, considera que habrá tiempo hasta que haya una vacuna eficaz pero coincide en el optimismo ante una posible segunda ola. "Ahora estamos mejor preparados, la detección es mucho más precoz y los medicamentos que se conocen son efectivos, hay mucho camino avanzado para pensar que el SARS-CoV2 pueda ser un virus con el que se conviva con cierta normalidad".

Con "todas las cautelas del mundo" Soriano asegura que podemos encontrarnos con cifras elevadas más tolerables desde el punto de vista de la resistencia del sistema sanitario. La clave está en que el sistema detecte y frene los contagios. “Creo que sería muy bueno que hubiera una normativa a nivel nacional, esto de delegar en las comunidades autónomas es un desastre. Hay que actuar con unidad con mensajes muy claros, muy simples, para todos. Estamos en una situación crítica”.