Algunas comunidades autónomas y el propio sector del transporte han puesto sobre la mesa el fin de la obligación del uso de mascarilla en el transporte público, algo que la ministra ha pedido decidir en base a los expertos de la Ponencia de Alertas y Emergencias Sanitarias. Es la última gran restricción frente al Covid que queda vigente, además de la obligación de usar el cubrebocas en centros sanitarios, farmacias y visitantes a residencias.
En dos años y medio de pandemia hemos pasado por el confinamiento domiciliario, los toques de queda, la toma de temperatura, la restricción de aforos o la distancia interpersonal; además de la mascarilla, la medida que más nos ha acompañado a lo largo de estos meses.
Las mascarillas fueron una recomendación desde abril de 2020 – probablemente no una obligación porque no había para todos – y una obligación desde aquel mes de mayo. Casi dos años las hemos llevado en interiores, hasta que el pasado 20 de abril se liberó a la ciudadanía de su uso en interiores como bares, tiendas, oficinas o colegios.
Los centros escolares, uno de los últimos espacios donde persistieron medidas anti Covid - distancia en comedores o salidas escalonadas para evitar aglomeraciones - volvieron finalmente a la normalidad este mes de septiembre.
Pero el uso de mascarilla continuó siendo obligatorio en los transportes públicos, de donde ahora se elimina. En los últimos días, El sector, representado por la Asociación de Transportes Públicos Urbanos y Metropolitanos (ATUC), ha solicitado a la ministra de Sanidad, Carolina Darias, que elimine esta obligatoriedad en el metro, tren, autobús y demás medios de transporte colectivo y la relegase a una recomendación. Otros países como Francia, Reino Unido, Países Bajos o Irlanda ya lo han hecho.
Por otro lado, también llevan días solicitando el fin de la medida comunidades autónomas como Madrid, Cataluña y Castilla y León. El consejero de Sanidad madrileño, Enrique Ruiz Escudero, ha pedido a Sanidad "un paso más", en una entrevista a Europa Press.
La opinión de los expertos
El nuevo presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), Óscar Zurriaga, cree que habría que esperar un poco más: "Ahora afrontamos un otoño en el que volverán los virus habituales de la época, como la gripe o el virus respiratorio sincitial, si a eso le sumamos que en un momento dado un rebrote de Covid, nos puede poner en una situación complicada. Estamos en condiciones de estudiarlo pero no hay que olvidar tampoco que hay otras medidas que se pueden seguir, como mantener buena ventilación o evitar las aglomeraciones. Y esperar pocas semanas para ver cómo empieza la temporada de virus respiratorios y ver si es imprescindible mantenerla o no", explica el presidente de la SEE.
"Si la tendencia al control del SARS-CoV2 se mantiene, es altamente probable que las autoridades sanitarias retiren esta obligatoriedad. Debería enfatizarse que la retirada está condicionada a la evolución de la pandemia, o sea, que puede restaurarse si aparece una nueva ola, o, si existe un alto porcentaje de población susceptible al contagio por nuevas variantes que escapan de la protección inmunitaria adquirida", apunta José Ramón Repullo, profesor de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III.
Más cauto se muestra el ex directivo de la Organización Mundial de la Salud, Daniel López-Acuña, que cree que no es el momento. "No considero conveniente lo más mínimo que se retire la obligación del uso de mascarilla en los transportes públicos. Estamos entrando en la etapa de otoño invierno con más riesgo de transmisión de coronavirus, por el descenso de la temperatura y aumento de la actividad en interiores mal ventilados".
López-Acuña cree que si bien lo ideal para la salud sería usar mascarilla en todos los interiores, "seguir con ella en el transporte público no es un gran sacrificio, no tiene una implicación negativa y podemos ganar mucho si la hacemos. Es una medida que si la retiramos lo podemos lamentar en breve si se produce una octava ola de covid. Es un momento crítico en el que hay que reforzar con una cuarta dosis a los mayores de 60 años porque ha decaído la protección de la vacuna y hay que mantener el uso de la mascarilla", señala.
Centros sanitarios, farmacias y visitas a residencias
De eliminarse esta obligación, llevar mascarilla solo será necesario en los centros sanitarios, para los visitantes de residencias y en las farmacias, un entorno más restringido y en el que su uso, especialmente en los centros sanitarios, es visto con buenos ojos por los expertos.
"Los centros sanitarios son grandes concentradores de pacientes y patologías, y ofrecen muchas posibilidades de contagio. Además, si los profesionales sanitarios se infectan quedan mermados los recursos humanos para luchar contra la pandemia y se debilita la posibilidad de atender otras patologías en las que la demanda acumulada ha creado tiempos de espera preocupantes", explica Repullo. "Yo creo que aunque se permita abandonar las mascarillas en otros lugares, mantendría en hospitales y centros de salud la obligatoriedad de su uso hasta, al menos, la próxima primavera", añade.
También el doctor en Salud Pública e investigador de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), Salvador Peiró, es partidario de mantenerla: "Sobre todo en hospitales y atención primaria, la farmacia es por lo de centro sanitario pero no hay tanta gente y suele permanecer muy poco tiempo, por lo que no me preocupa especialmente".
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