Se estima que en 2050 el 50 por ciento de la población mundial padecerá alguna enfermedad alérgica. Una de cada cuatro personas la sufre ahora o la sufrirá a lo largo de su vida. Solo hace falta mirar a nuestro entorno para ver la cantidad de personas que conocemos que tienen alguna alergia, ya sea alimentaria, de la piel, de medicamentos, o incluso de insectos. Y es que los datos hablan, en la segunda mitad de este siglo su prevalencia se ha multiplicado por cinco.

Precisamente en esta época del año en la que el polen envuelve todas las ciudades, cada vez se ve a más gente con conjuntivitis, congestión nasal, estornudos o picor de ojos. Muchos consideran la alergia como la nueva epidemia no infecciosa de nuestros tiempos. Pero a pesar de ser una de las seis patologías más frecuentes del mundo, la realidad es que existen muchos mitos y desconocimiento en torno a él. Algunos lo confunden con las intolerancias, otros, en cambio, creen que se curan con el paso del tiempo.

La alergóloga, doctora en Medicina y divulgadora científica Paula Ribó se ha propuesto en su libro Alergia, la nueva epidemia. Una guía para entender, prevenir y combatir las enfermedades alérgicas, desmontar todas esas falsas creencias que envuelven al mundo de las alergias.

Como explica la doctora, la alergia es una "respuesta inmunitaria exagerada del cuerpo, que reconocerá un alimento, un polen, un medicamento o cualquier otra sustancia de nuestro alrededor como dañina o extraña y tratará de defenderse respondiendo de forma exagerada para eliminarla de nuestro organismo".

"Por la sangre tenemos circulando anticuerpos, que son proteínas del sistema inmunitario que también conocemos con el nombre de inmunoglobulinas (Ig), estas Ig actúan como respuesta de defensa a elementos extraños", cuenta la Ribó en el libro.

Pero, ¿la alergia se hereda? ¿Se cura? ¿Cómo puedes saber si eres alérgico? ¿Qué pruebas deberías hacerte? En Alergia, la nueva epidemia, la doctora explica cuándo y por qué aparecen las reacciones alérgicas, qué puede influir en su desarrollo y cuáles son los síntomas habituales.

La alergóloga cuenta en el libro que, durante los siete años que lleva trabajando como alergóloga en el Hospital Clínica de Barcelona y en su propia consulta de alergología en Granollers que abrió en 2020, muchas veces se encuentra con pacientes que van a su consulta y le dicen que eso que les pasa no puede ser alergia porque lo ha comido toda la vida, o que ese medicamento se lo tomaba hasta la semana pasada. Como si no fuera posible ser alérgico con el paso de los años, que sí que lo es.

Si tu padre es alérgico al marisco no tienes por qué serlo tú también, pero tendrás más posibilidades de ser alérgico

Lo que deja claro es que la alergia se puede desarrollar años más tarde en la edad adulta. Algunas empeoran y surgen síntomas de más intensidad, otras permanecen igual, y las hay que mejoran, en las que los síntomas disminuyen o se hacen menos intensos de forma espontánea.

Aunque no se herede como tal, sí que es verdad que existe una predisposición familiar a ser alérgico. Si tu padre es alérgico al marisco no tienes por qué serlo tú también, pero tendrás más posibilidades de ser alérgico. Pero no solo depende de la genética. Según indica, las alergias que heredamos siempre van de la mano del ambiente que nos rodea, del cambio climático, de cómo es nuestro estilo de vida y de la alimentación. Dependerá del entorno en el que vivas -son más frecuentes en países industrializados-, de lo que te muevas -evitar el sedentarismo- o si fumas.

Al contrario de lo que muchos creen, las alergias no desaparecen con el tiempo. "Si hablamos de la alergia como una enfermedad crónica, no podemos hablar de curación como tal", recuerda la doctora.

¿Es lo mismo alergia que intolerancia?

Antes de nada, cabe dejar claro la diferencia entre la alergia y la intolerancia. Los dos ocurren cuando tenemos problemas con ciertos alimentos de forma continuada, pero tener una u otra puede conllevar consecuencias distintas.

Mientras la alergia es una respuesta inmunitaria inapropiada que algunos individuos generan al entrar en contacto con un alérgeno, las intolerancias son aquellas reacciones adversas que presentamos después de la ingesta de un alimento o un medicamento, generalmente debido a una susceptibilidad particular que algunas personas presentan frente a ciertos componentes normales de los alimentos o los medicamentos.

Los individuos que tienen alergia pueden representar reacciones de distintos tipos de intensidad. Desde urticaria, picor de boca o lengua, conjuntivitis, asma o incluso el fallecimiento. Con las intolerancias se suelen presentar síntomas digestivos como el dolor o distensión abdominal, diarrea, gases, náuseas o vómitos.

Alergia alimentaria

La alergia alimentaria es una de las alergias más comunes. Alrededor del 3 por ciento de la población global tiene alguna alergia alimentaria y parece que este porcentaje vaya a aumentar en los los próximos años. Como explica Ribó en el libro, entre niños es aún más extremo porque "uno de cada diez presenta alergia alimentaria, sobre todo en la primera infancia".

En la edad adulta, por ejemplo, es más frecuente tener alergia a las frutas, especialmente el melocotón, y a los mariscos

Cualquier alimento podría provocar alergia, pero es verdad que hay algunos que son más alergénicos que otros: la leche de vaca, huevo, frutas, frutos secos, mariscos, pescados, legumbres... En la edad adulta, por ejemplo, es más frecuente tener alergia a las frutas, especialmente el melocotón, y a los mariscos.

Cuando se tiene una alergia alimentaria lo más importante es evitar ingerir esos alimentos. Y aunque los síntomas sean leves y cedan de forma espontánea, llevar encima el kit alérgico es imprescindible y ayudará en el caso en el que tengamos una reacción alérgica.

Alergia respiratoria

En España hay ocho millones de alérgicos al polen, y aunque muchas veces lo relacionemos con esta época, Ribó recuerda que "polen hay todo el año".

Y es que la contaminación ambiental y las partículas que se generan con la combustión de los motores diésel, pueden favorecer la aparición de un polen más resistente y agresivo y, en consecuencia, un aumento de los síntomas. Que el polen no pare de aumentar cada año por los gases de efecto invernadero relacionados con nuestro estilo de vida tampoco ayuda.

Además, hay que tener en cuenta que, por desgracia, las alergias suelen ir de mano. Por lo que si tienes alergia alimentaria puede que también tengas alergia respiratoria.