En su primera y esperada rueda de prensa, Donald Trump, que asumirá la presidencia de los Estados Unidos el próximo día 20, se comportó como era de esperar. Prometió convertir a su país en la mayor máquina de creación de empleo jamás vista y anunció que abandonaba la gestión de sus negocios (500 empresas valoradas en 3.600 millones de dólares, repartidas en 20 países y con unas deudas de 600 millones de dólares); trabajo que, a partir de ahora, harán sus dos hijos, Eric y Don, y el director financiero del grupo, Allen Weisselberg.

Sin embargo, esos nos fueron los temas estrella de su comparecencia, realizada con gran alarde de banderas en la Torre Trump de Manhattan. El presidente electo de EEUU ha lanzado el mayor ataque público hasta ahora conocido contra los servicios de inteligencia de su país. Les acusó de haber filtrado un informe en el que se afirma que Rusia tiene material comprometido contra él, de suficiente calado como para chantajearle y producir un cambio en las relaciones entre los dos países.

Trump se negó a dar la palabra a la CNN, porque fue ésa la cadena que informó de que, en la reunión mantenida el pasado viernes de Trump con los representantes de los tres servicios de inteligencia norteamericanos, estos, además de la información relativa a la intromisión de hackers controlados por Moscú en el Comité Electoral Demócrata, le habían entregado un informe en el que se ponían de manifiesto esos datos comprometedores. La CNN dio la noticia y BuzzFeed  publicó íntegro el documento. (https://www.documentcloud.org/documents/3259984-Trump-Intelligence-Allegations.html).

En el citado informe se afirma: "Un ex agente ruso de alto nivel afirma que el FSB (Servicio Federal de Seguridad, sucesor del KGB) tiene pillado a Trump por sus actividades en Moscú, con material suficiente como chantajearle. Según diversas fuentes, su conducta en Moscú ha incluido actos de perversión sexual que han sido monitorizados por el FSB".

El presidente electo acusa a los servicios de inteligencia de filtrar un informe falso para vengarse de él por haber puesto en duda su trabajo

La filtración de dicho informe fue calificada por Trump como un "último disparo" contra él por parte de los servicios de inteligencia norteamericanos, al sentirse vilipendiados por cuanto él puso en cuestión las informaciones sobre la intervención de Putin en la campaña presidencial norteamericana. "Sería una tremenda mancha", remachó el presidente electo.

La acusación es muy grave: si es cierta, demostraría que los servicios de inteligencia se han comportado de forma partidista, priorizando sus fobias o sus afinidades sobre los intereses de la seguridad nacional; si no lo es, sería una prueba de la frivolidad del presidente electo, capaz de poner en cuestión la credibilidad de los servicios secretos de EEUU para vengarse de ello por haber arrojado dudas sobre la limpieza de su victoria electoral.

La cuestión es que el informe, que contiene documentos elaborados por un ex agente de los servicios secretos británicos (según informa Financial Times), contiene graves errores, como, por ejemplo, mencionar de forma incorrecta el nombre de un banco ruso o una descripción poco realista de un barrio de Moscú. Es decir, que es de dudosa credibilidad. De hecho, estuvo circulando desde hace cuatro meses por diversos despachos e incluso llegó a la redacción de algunos medios de comunicación, como el propio Financial Times. Dicho periódico trató de confirmar su veracidad consultando al FBI, a la Dirección Nacional de Inteligencia y al Consejo de Seguridad Nacional, pero no pudo hacerlo.

Trump negó ayer con vehemencia el contenido del informe, al igual que hizo el portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov.

La historia de la CIA está llena de secretos inconfesables y de sonoras meteduras de pata, pero también de grandes servicios a la seguridad de EEUU. Lo que ha hecho Trump ha sido sacar los colores a los servicios secretos, poniendo en cuestión su fiabilidad y su lealtad. El golpe ha sido durísimo y anuncia tiempos revueltos en una poderosa organización con gran capacidad de desestabilización.