Muy pocos lo saben, pero el elegido de la UE para negociar el Tratado de Libre Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) con Estados Unidos es -desde julio de 2013- un español funcionario de la Comisión Europea llamado Ignacio García Bercero. Con una mochila a sus espaldas de más de tres décadas en Bruselas, García Bercero no lo dice abiertamente pero deja intuir que el TTIP podría fracasar con el nuevo Gobierno de Donald Trump. "De momento, no hay acciones que afecten a las conversaciones", indica. "Hay declaraciones, especulaciones. Pero la UE reaccionará si hay una violación de las normas de la Organización Mundial del Comercio".

Pregunta.- ¿Está en peligro el TTIP?

Respuesta.- De momento está congelado. Desde el fin de la Administración Obama no ha habido más contactos. Las negociaciones no se llevan a cabo, pero no diría que están ni mal ni bien: hay un cambio de Gobierno en EEUU con nuevas orientaciones en política comercial. Antes de volver a negociar hay que saber por dónde van esas orientaciones.

P.- Trump ha anunciado la retirada de su país del Acuerdo Transpacífico (TPP) y dice que renegociará el NAFTA con México y Canadá.

R.- En lo que se refiere a política comercial, es verdad que parece que la Administración Trump quiere romper con la línea de sus predecesores, y no hablo sólo de Obama sino de los Gobiernos republicanos anteriores. Ahora bien, en la práctica hay mucha incertidumbre. Aún no sabemos qué es lo que quiere hacer EEUU con el TTIP, tan sólo hay unas declaraciones que aluden a su revisión. De aquí a un tiempo no habrá ninguna claridad en torno al TTIP.

No sabemos qué es lo que quiere hacer Trump con el tratado"

P.- ¿La Comisión Europea no contempla que el TTIP fracase?

R.- Si lo hace desde luego no será por culpa de la Comisión ni de la Unión Europea. El significado estratégico del TTIP sigue existiendo, bajo nuestra opinión. Pero sólo tiene sentido si es un acuerdo equilibrado, si es progresista y si conocemos qué políticas quiere hacer la otra parte. Todas las opciones son posibles.

P.- No parece muy optimista.

R.- Lo que importa es el fondo. Hay un periodo natural de transición hasta que el nuevo equipo americano esté en pie, y yo diría que éste no se consolidará hasta otoño. También, como dije, queremos conocer la política comercial de la nueva Administración. Y, finalmente, ver si los capítulos que ya eran difíciles de concluir con Obama tienen opción de resolverse. Creo que la negociación seguirá congelada.

P.- Trump ha sugerido explorar contactos comerciales con cada Estado miembro mientras se resuelve el impasse. Ha apoyado el Brexit. Y el nuevo secretario de Comercio propuesto por su Gobierno, Robert Lighthizer se ha referido a las elecciones en Francia como una dificultad añadida.

R.- Ha habido muchas señales contradictorias por parte de la administración norteamericana, y no sólo en política comercial sino también sobre la relación con la UE. Las últimas señales son más positivas. Ya no se escuchan dudas en Washington acerca de negociar en común con los 28 [27 cuando se produzca el Brexit]. Merkel se lo dejó claro a Trump. Además, Lighthizer dijo al Senado que su interlocutor en la UE es la Comisión Europea. Pero lo fundamental, insisto es el fondo: si se pueden negociar ciertas exigencias apoyadas a uno y otro lado del Atlántico.

P.- ¿Hay un escenario B si el TTIP no se ratifica?

R.- La política comercial es más amplia que el TTIP. Está nuestro acuerdo CETA con Canadá, aprobada por el Parlamento Europeo y por los estados miembros; las negociaciones con Japón están muy avanzadas y podrán concluir este año; los acuerdos con Singapur y Vietnam están concluidos y en fase de ratificación. La política comercial de la UE es activa, tendiente a negociar tratados equilibrados.

La UE ya ha cerrado un acuerdo con Canadá y está a punto de hacerlo con Japón, Singapur y Vietnam

P.- En la prensa se han publicado dos escenarios, letales para el TTIP. Uno, que el Gobierno Federal apruebe un ajuste fiscal que dé paso a subvenciones encubiertas; otro, que Trump encarezca las importaciones estadounidenses.

R.- Vamos a ver: cualquier tipo de acción por parte de EEUU que implique ignorar las normas de la Organización Mundial de Comercio sería una causa mayor de preocupación. De momento, no hay acciones: hay declaraciones, especulaciones. Pero la UE reaccionará si hay una violación de las normas de la Organización Mundial de Comercio.

P.- ¿El proteccionismo de Trump no deja muy tocado uno de los capítulos fundamentales del TTIP, los contratos públicos [public sales, una ley de los años 30 que prioriza a las firmas estadounidenses en licitaciones públicas)?

R.- Había temas difíciles en esta negociación ya con Obama. Hemos dejado muy claro que no es posible un acuerdo transatlántico equilibrado sin que EEUU acuerde aperturas significativas en lo relacionado con las compras públicas. La receptividad del equipo de Obama fue limitada. Ciertas declaraciones de la Administración Trump relativas a reforzar la ley Buy American no son buenas señales. Y no nos da confianza, pero no quiero anticiparme porque son señales.

Reforzar el proteccionismo, como propone la Administración Trump, no es buena señal"

P.- ¿Por qué no se cerró con Obama el tratado?

R.- Por dos razones: no vimos una base equilibrada de acceso al mercado, sobre todo por la falta de voluntad americana en cuestiones como las compras públicas; y por otro porque la prioridad de Obama fue el acuerdo Transpacífico. En la reunión informal de ministros de Comercio de la UE del año pasado en Bratislava, la UE concluyó que no era posible concluir las negociaciones con el anterior Gobierno estadounidense.

P.- El Brexit empeoró la posición comunitaria en la negociación.

R.- Yo no creo que el Brexit jugara un rol determinante. Los problemas fundamentales fueron, por un lado, las divergencias entre ambas partes en materia de acceso al mercado como aranceles, compras públicas e indicaciones geográficas [denominaciones de origen]; y por otro, porque el enfoque en reglas de protección de la inversión era igualmente muy distinto.

La prioridad de Obama fue el Acuerdo Transpacífico, y eso nos perjudicó"

P.- ¿Se refiere a los temidos tribunales de arbitraje que dirimen litigios entre empresas y estados?

R.- 

P.- ¿Se sabe qué ocurrirá con ellos ahora?

R.- No, realmente nadie lo sabe demasiado bien. Es uno de los grandes interrogantes. No se sabe siquiera si EEUU quiere renegociarlos en el NAFTA.

P.- ¿Cuáles son los capítulos más controvertidos?

R.- Bueno, está el asegurar un equilibrio en el acceso a los mercados: en la UE no hay, por ejemplo, preferencias para la contratación pública y en EEUU sí; después está la protección a la inversión, que debe respetar la decisión de cada estado de regular a la vez que garantizar protección jurídica al sector privado; y aparte habrá que ver si Washington quiere introducir nuevos temas.

En la UE no hay preferencias para los contratos públicos y en EEUU sí"

P.- ¿Si hubiese ganado Hillary Clinton las cosas habrían sido más fáciles?

R.- Eso algo que tiene que responder el pueblo norteamericano y sobre lo que a mí no me toca pronunciarme.

P.- Quién se lo iba a decir. La oposición al TTIP venía de la izquierda europea y ahora su mayor riesgo descansa sobre la Administración Trump.

R.- Es muy importante mantener un sistema de reglas de comercio internacionales, un riesgo si una gran potencia abraza el proteccionismo. Pero lo que nos importa es lo que ocurra en la práctica: que nadie vaya contra las normas de la OMC ni contra los intereses de la UE.