No tiene por qué ser un problema comer pan de forma diaria. Llevamos años culpando injustamente al pan de ser un alimento responsable de un mayor riesgo de padecer diabetes, hipertensión o la obesidad. Pero varios estudios científicos han demostrado que la respuesta del organismo al pan depende del tipo de pan que se consuma, de la cantidad de pan que se coma, y del estilo de vida que se lleve cada persona.

Beneficios de comer pan con moderación

El pan es una fuente importante de carbohidratos complejos, que permiten mantener los niveles de energía durante las jornada diaria. Debido a las propiedades de los carbohidratos complejos, a diferencia de los simples, los complejos se absorben de una manera más lenta y por eso permiten obtener la energía, siempre de forma prolongada en el tiempo. Algunos tipos de pan como el integral, que a su vez incluso contiene fibra dietética, vitaminas del grupo B y minerales como el hierro y el magnesio.

Contribución a una dieta equilibrada

En un entorno de alimentación saludable, es posible complementar el pan con una dieta rica en fruta, verdura, grasas de calidad y proteínas. El pan, cuando se toma de forma correcta, y dentro de la cantidad adecuada ayuda a alcanzar el requerimiento de fibra y de energía que necesita cada día, sin correr los riesgos asociados al pan cuando se haya en exceso o en su versión más depurada.

El pan y su impacto en la salud metabólica

El proceso de elaboración del pan determina, en gran medida, su situación glucémica. El pan elaborado con grano entero afecta en menor medida a la glucosa que el pan elaborado con harina refinada. Esta diferencia podría ayudar a evitar la resistencia a la insulina y a prevenir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, sobre todo si el consumo se acompaña con otros hábitos saludables y accesibles para todos.

Cómo influye el tipo de pan que eliges

La elaboración del pan influye en su valor nutricional. El pan integral incluye el grano completo, siendo así más rico en fibra y nutrientes; mientras que los panes ultraprocesados incorporan aditivos, azúcares de forma adventicia y también grasas de poca calidad nutricional. Los panes ultraprocesados sí pueden relacionarse con un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas por su consumo frecuente y habitual, así que es importante limitar su consumo o eliminarlo por completo.

Ingredientes que sí importan

Los ingredientes del pan determinan la forma en que afecta a la salud. Las grasas que se utilizan para su producción, por ejemplo, han evolucionado en ese sentido en los últimos años, de tal forma que algunas margarinas de nueva generación y aceites de origen vegetal como el de oliva o el de canola aportan grasas insaturadas beneficiosas para el corazón. Optar por panes que contengan buenos ingredientes garantiza un mayor beneficio para el organismo.

El lugar del pan en la alimentación actual

Si bien el pan se suele tener como un tipo de alimento ultraprocesado, no en todos los casos estamos ante un ultraprocesado. Hay panes saludables tanto artesanales como elaborados con ingredientes naturales que aportan propiedades antioxidantes y antiinflamatorias: claramente se trata de otro tipo de alimentos, a diferencia de los industrializados que sí supondrían una mala alimentación.

Moderación y contexto, la clave del consumo

Consumir pan a diario no tiene efectos negativos, siempre que se lleve una dieta variada y que haya un estilo de vida activo. Cumpliendo con la moderación y eligiendo las versiones integrales, sin incluir los hábitos dañinos como el sedentarismo o el consumo de productos ultraprocesados. El pan no es el enemigo, sino que puede ser un alimento más que forme parte de una dieta sana y sostenible.