Cuando empieza a hacer calor, al salmorejo se le da un lugar diario en las casas de casi todas las familias españolas. Su textura, su sabor intenso y su capacidad para refrescar y luchar contra el calor son algunas de las razones. La cuestión es si realmente es saludable incluirlo en la alimentación diaria en los meses de verano. Aunque el salmorejo tiene beneficios, su frecuencia en la dieta se debe tener en cuenta.

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Cómo afecta el salmorejo a la salud

El salmorejo principalmente se prepara a partir de tomate, pan, ajo y aceite de oliva virgen extra. De tal forma, estos ingredientes contribuirían a que el salmorejo incluya no solo vitaminas como la C, la A o la E, sino también antioxidantes como el licopeno, ingrediente presente en alta concentración en los tomates. También contendría grasas saludables, gracias al aceite de oliva, beneficiosas para el sistema cardiovascular. El salmorejo, por su textura saciante y su temperatura fría, se convertiría en un entrante perfecto para el verano.

El problema del salmorejo

Aun teniendo un perfil nutricional óptimo, el salmorejo presenta ciertos inconvenientes si se hace un consumo excesivo del mismo. En este caso, la culpa la tiene sus calorías, usar pan como espesante y un alto contenido de aceite hacen que su densidad energética sea superior a otras sopas frías como el gazpacho. Este problema se puede agravar si se quiere mantener o perder peso, pues una ración generosa puede aportar más calorías de las que se imagina.

Composición del salmorejo

Grasas e hidratos

En productos de comercio, el salmorejo lleva un 5% de pan y un 4% de aceite, o viceversa; esta mezcla aumenta su proporción de grasas y de hidratos de carbono. Si bien son grasas saludables, el consumo diario y sin control puede traducirse en aportes calóricos elevados. A diferencia del gazpacho, que tiene más agua y menos densidad energética, el salmorejo sacia mucho más, pero a costa de un mayor número de calorías por ración.

Las versiones envasadas, menos ligeras

El salmorejo en su versión de gran producción o industrial puede también incluir conservantes y estabilizantes por muy seguros que sean. Estos productos en general presentan más grasas y menos hortalizas que su versión casera. Por esta situación, si se decide consumir salmorejo a diario, lo mejor sería prepararlo en casa controlando bien las cantidades de aceite y pan para así bajar su carga calórica sin perder ni sabor ni textura.

Cómo integrar el salmorejo

Para no prescindir del salmorejo sin abusar, lo mejor será combinarlo con más alternativas ligeras como el gazpacho o las sopas de pepino y yogur, lo cual permite que haya diversidad, que se controlen las calorías y que se continúe disfrutando de recetas frescas y saludables, propias del verano. La clave estará en la moderación y en diversificar las recetas.

Moderación y recetas más ligeras

Una opción totalmente válida es la de reducir las cantidades y cambiar la receta. Es decir, por ejemplo, se puede usar menos pan, o bien sustituir parte del aceite por agua, lo que disminuye bastante las calorías que aporta la receta, sin perder la razón del plato. Pero al mismo tiempo se puede acompañar el salmorejo de proteínas magras, como huevo duro o jamón serrano, en pequeñas cantidades, lo que puede complementar el plato de que se trate, sin sobrecargar en exceso.

El salmorejo es una propuesta que, sin duda, puede considerarse como saludable, porque es sabroso y refrescante para el verano. Aun así, su consumo podría ser un poco potencialmente delicado de exceso si lo tomamos a diario. No es dañino, pero sí pide sentido común en el momento de introducirlo en una dieta equilibrada. Lo mejor será tomarlo como una propuesta para varios días de la semana y no pasarse con raciones grandes. De esta manera se puede responder a todas sus ventajas sin poner a peligro la salud, ni tampoco la línea.

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