Si su nombre no le suena hágaselo mirar, porque este sábado Silvestre Dangond llena el Movistar Arena. A la hora de escribir estas líneas solo quedan cinco entradas sueltas en el gallinero para ver en Madrid al rey del vallenato, el género musical colombiano que universalizó Carlos Vives allá por los 90. El artista de Santa Marta logró entonces que la música folclórica de su país traspasara fronteras, dándole una vuelta en clave pop a clásicos de su cancionero como La gota fría con el respaldo de una gran compañía como Sony. Veinte años después, a Dangond no se le cayeron los anillos a la hora de cruzarse con la floreciente música urbana en español para proyectar su figura. Se ha featureado con grandes nombres como Pitbull, Farruko, Natti Natasha, Maluma, Carin León, el propio Carlos Vives o Nicky Jam, con quien ha lanzado hits como Cásate conmigo (2017), según él mismo la canción más exitosa de su carrera "porque mientras estoy durmiendo edifica, está haciendo su trabajo en las personas" que se enamoran con ella.
"El vallenato es folclor, a nivel internacional no lo ven, tiene limitantes", reconocía hace unos meses en una entrevista con el locutor puertorriqueño Jorge Pabón. "Yo sí empecé de la mata", en la música de raíz, pero se dio cuenta de que "si yo no gritaba me iba a ahogar. Y grité". Se arriesgó a dar el salto, a subirse al tren de la música latina comercial, y hoy es una estrella de primera fila que vive en Miami, tiene más de cuatro millones de oyentes mensuales en Spotify y casi ocho millones de seguidores en Instagram. Solo el vídeo de Cásate conmigo tiene cerca de 800 millones de reproducciones en Youtube.
"Di aquel salto con mucho miedo, pero si no lo das no sabes lo que va a pasar, y siempre tendrás la incertidumbre de qué hubiera pasado, hasta que veas a otro pasarte por tu lado y lograrlo", explicaba Dangond a con El Independiente el pasado mes de mayo, cuando vino a España a promocionar una minigira que después de Madrid recalará en Badalona (17 de julio en el Olimpic Arena) y Galicia (19 de julio en la sala Chanteclair de Pontecesures). "Yo me arriesgué, y después de caminar muy derechito miro para atrás y veo que ha valido la pena, no me canso de dar las gracias".
Hijo de La Guajira
En su entrevista con Jorge Pabón contó que salirse del "origen" le costó la separación de su compañero de acordeón, Juancho de la Espriella. Pero en conversación con este periódico rechaza la causa-efecto ("fue anterior", puntualiza), y en cualquier caso la historia tiene final feliz porque se acaban de reunir en El último baile, un disco de vallenato más o menos ortodoxo con el que demuestran que la química entre ambos no ha desaparecido. "Juancho aceptó la invitación de reencontrarnos, algo que es honesto con nuestro sentir, con nuestra forma de hacer música. Dejamos que el corazón fluyera, sin ninguna condición", confiesa.
Nacido en 1980 en Urumita, en el corazón de La Guajira, cuando tenía dos años los padres de Dangond se instalaron en Valledupar, la capital del vallenato que ha dado nombre al género. "Aunque por La Guajira entró todo: el acordeón, los tambores, los cantantes... Es donde verdaderamente nace nuestra música", nos explica. Desde pequeño, Silvestre demostró su inclinación por la música, y contó con el apoyo de su familia cuando decidió dedicarse a ello. Fue un poco la revancha de su propio padre, William José "El Palomo" Dangond, vallenatero frustrado en su juventud. Se mudaron con él a Bogotá para apoyar su carrera y en 2002 debutó con su primer álbum, Tanto para ti.
En pocos años se convirtió en una figura, y con el éxito llegaron los excesos. Atravesó una "época de turbulencias" en la que abusó del alcohol y de las drogas –"salía el jueves y regresaba el lunes, me descontrolé, me engordé"–. Ingresó en un centro de rehabilitación en Uruguay, y recayó, pero gracias a su fuerza de voluntad y al apoyo de Piery Avendaño, su novia de juventud, esposa y madre de sus tres hijos, salió de aquello fortalecido. Hoy es una figura internacional con un par de Grammy Latinos, su propia fundación, los Silvestristas de Corazón Grande, implantada en toda Colombia, negocios diversificados –de restaurantes a inmuebles– y hasta su propia telenovela, Leandro Díaz, en la que interpretó al popular cantante ciego del mismo nombre y para lo cual se retiró de la música durante dos años. "Leandro me hizo ver. A pesar de ser un papel de fuego", reflexiona. "Vi para dentro, para mí mismo, aprendí mucho del personaje, y hoy en día me siento muy agradecido por ese proyecto por lo que logró de mí".
Caer y levantarse
Dangond no actuaba en España desde 2018, y es la primera vez que viene a lo grande. "Nunca había podido mostrar el show de América aquí. Pero lo importante no es la cantidad de gente que cabe en el sitio sino todo lo que tengas para dar. Y yo soy un dador, incluso en salas pequeñas. Va a ser increíble". Lo cierto es que el Movistar Arena, todavía Wizink para algunos y Palacio de los Deportes para todos, era un poco una meta para Dangond. "Estuve picando piedra hasta que lo logré", reconocía durante su visita de mayo a España.
La cada vez más numerosa población americana en España hace posible que artistas como él o como Los Tigres del Norte, que tienen una fama todavía limitada a este lado del Atlántico, puedan venir a España y llenar grandes recintos. "La migración ha influido en la internacionalización de muchos artistas. Pero no se trata solo de conquistar plazas nuevas y de abrir los oídos a la gente de aquí, sino de que los que son de allí puedan disfrutar del sentido de pertenencia fuera de su país, teniendo en cuenta que la mayoría no se fueron por gusto. Uno llega acá y se siente en el ambiente, en el brillo de los ojos, que hay dolor, que hay sentimiento, melancolía".
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