¿Puede el desafío soberanista catalán hacer descarrilar a la economía española? ¿Cómo espera el Gobierno español contener los riesgos para la estabilidad económica del país derivados del riesgo de ruptura con Cataluña?

El ministro de Economía, Industria y Competitividad, Luis de Guindos, se enfrentará este martes, seguramente, a preguntas similares a éstas, en un encuentro que tiene previsto celebrar con grandes inversores internacionales para tratar sobre los asuntos más relevantes que afectan a la economía española.

Este tipo de reuniones son, hasta cierto punto, recurrentes en la agenda del ministro. Sin ir más lejos, el pasado enero, Guindos viajó a Londres para explicar a inversores la estrategia de financiación del Tesoro. Pero, por el momento en que se produce, el encuentro de este martes cobra un cariz especial en la tarea del ministro de preservar la confianza de los inversores internacionales.

La imagen de España en los mercados vive un momento muy favorable. La solidez de la recuperación económica en los últimos trimestres ha ido disipando todos los recelos acumulados a lo largo de la crisis y ha animado a los inversores a nivel global a apostar por el crecimiento del país. Un claro reflejo de esto se encuentra en el hecho de que la deuda española en manos de inversores extranjeros se encuentra actualmente en niveles récord.

Pero el desafío secesionista catalán figura como una amenaza para la estabilidad económica nacional que se acrecienta por momentos. A poco más de un mes para el 1 de octubre, la fecha fijada para la celebración del referéndum independentista, el Gobierno de la Generalitat sigue sin dar muestra alguna de plantearse un cambio de planes. Al contrario, el registro este lunes en el Parlament, por parte de diputados de Junts Pel Si y la CUP, del articulado de la conocida como Ley de Transitoriedad Jurídica y Fundacional de la República, supone un paso crucial para continuar con el proceso.

Tras varios meses relegado a un segundo plano, el desafío catalán vuelve a centrar el interés inversor

En este complejo contexto, Guindos tendrá que hacer frente a la inquietud que este asunto empieza a reavivar entre los inversores institucionales mundiales.

El riesgo de ruptura de Cataluña ha estado presente durante años en los análisis de los grandes fondos de inversión y bancos internacionales sobre la situación española. Pero, en los últimos tiempos, este problema había quedado relegado a un segundo plano, como ya señaló Guindos el pasado mes de marzo.

En las últimas semanas, sin embargo, han sido varias las firmas y agencias de calificación que se han referido al riesgo implícito en el movimiento catalán, aunque lo cierto es que una gran mayoría confía en que el desafío quedará desactivado sin ocasionar problemas reseñables a la economía española.

El mercado aún confía en una solución al desafío catalán que no afecta a la economía española

Prueba de esta confianza es la estabilidad que muestra desde hace semanas la deuda española en los mercados financieros, donde la prima de riesgo con Italia sigue mostrando un saldo favorable para España por encima de los 50 puntos básicos -esto es, los inversores confían más en los títulos españoles que en los italiano.

En este contexto, Guindos tratará de poner en valor las buenas perspectivas de la economía española, que aspira a sellar este año su tercer ejercicio consecutivo de tasas de crecimiento superiores al 3%, al tiempo que avanza firme en el propósito de reducción del déficit.

Estos argumentos deben servir para reforzar la idea de que, si la economía española logra salir indemne del nuevo embate del independentismo catalán, los próximos meses estarán marcados por las buenas nuevas. Especialmente, las derivadas de las agencias de calificación, después de que éstas hayan abierto la puerta a lo largo del año, a una próxima subida de la nota que otorgan a la deuda del país, que podría alcanzar sus niveles más elevados desde 2012.