La deuda española gusta, y mucho, fuera de nuestras fronteras. Los inversores extranjeros acumulan desde hace años en sus carteras títulos soberanos españoles, en un movimiento que no han logrado frenar ni los recelos sobre la estabilidad política nacional ni el desafío soberanista catalán.

Al contrario, la demanda de deuda española a nivel internacional ha registrado un notable tirón en los últimos meses, que ha llevado el valor de las letras y bonos españoles en manos de inversores foráneos a máximos históricos. Los inversores no residentes atesoran deuda pública española por valor de 431.948 millones de euros, según los últimos datos publicados por el Tesoro Público, relativos al cierre del primer semestre del año.

Esta cifra, sin parangón desde que existen registros, representa un incremento de 13.187 millones de euros respecto al mes anterior y sitúa el porcentaje de deuda soberana en manos de inversores extranjeros en el 50,54%, un porcentaje que, en cambio, no se sitúa en niveles récord, dado el incremento que se ha producido de la deuda en circulación en los últimos tiempos.

Los extranjeros poseen unos 371.192 millones de euros en títulos a largo plazo, mientras que los restantes 60.756 millones corresponden a deuda de corto plazo, de la que poseen más del 78%.

La confianza en una próxima mejora del rating español refuerza la confianza inversora

El incremento de la inversión extranjera en deuda española es una muestra más de la confianza de los inversores en la solidez de la deuda española. La positiva evolución de la economía nacional y la confianza en una próxima mejora del rating que asignan las principales agencias a España ha favorecido que se prolongue una tendencia que se mantiene prácticamente desde 2012.

Aquel año, en el que el país se situó al borde del precipicio y precisó de un rescate para el sector financiero, el valor de las letras y bonos soberanos en manos de foráneos se redujo hasta los 224.662 millones de euros, apenas un 36% del total. Desde entonces, este monto se ha ido incrementando año tras año hasta prácticamente duplicarse, en paralelo a la mejora de la visión sobre España.

Respaldo del BCE

Una pieza fundamental en la mejora de la confianza sobre la deuda española y, en general, sobre el conjunto de la deuda europea en los últimos años ha sido el papel del Banco Central Europeo (BCE), con sus distintas medidas de estímulo y, en especial, con su programa de compra de bonos públicos (QE), que puso en marcha en marzo de 2015.

Desde entonces, la institución que preside Mario Draghi ha destinado 1,69 billones de euros a la compra de títulos de deuda, de los que 201.103 millones corresponden a títulos españoles, casi un 12% del total.

Este hecho explica que el Banco de España -como ejecutor de las compras ordenadas por el banco central de la eurozona- sea el actor que más ha visto crecer su peso entre los poseedores de deuda pública española, con casi un 20% del total, frente al poco más del 6% que tenía al cierre de 2012. Esto ha permitido compensar las desinversiones de los bancos españoles, que apenas cuentan a día de hoy con un 14,64%, once puntos porcentuales menos que hace cinco años.

El coste medio de la deuda española registró en julio un nuevo mínimo histórico

Los temores a que el BCE inicie a corto plazo la retirada del QE ha generado episodios de tensión en los mercados de deuda en los últimos meses. Sin embargo, en líneas generales y hasta la fecha, los países europeos han logrado esquivar estos temores, registrando repuntes de rentabilidades muy limitados.

Precisamente, la deuda española ha sido una de las que mejor ha resistido esta coyuntura. Desde el inicio de 2017, el interés del bono español a 10 años ha repuntado tan sólo 5 puntos básicos, un desempeño que sólo mejoran Grecia, Portugal e Irlanda.

Todo esto ha favorecido que el Tesoro español siga beneficiándose de una mejora de sus condiciones de financiación. El tipo de interés medio de la deuda del Estado en circulación se situaba en julio en el 2,618%, un nuevo mínimo histórico, que supone 19 puntos básicos menos que al cierre del año anterior.

Este hecho se ha producido en paralelo a un notable incremento de los plazos de vencimiento de la deuda española, con el que el Gobierno intenta de anticiparse al previsible incremento de los tipos en los próximos trimestres, garantizándose financiación a largo plazo por un coste limitado. La vida media de los títulos de Estado en circulación alcanza actualmente el nivel récord de 7,2 años, frente a los 6,81 años en que se encontraba a finales de 2016.