La tensión política por el desafío secesionista en Cataluña ha supuesto un palo en la rueda del turismo, el principal sector económico de la región. El parón de la actividad supuso un zarpazo de 320 millones al PIB turístico español desde el referéndum del 1-O (0,3 décimas menos de lo que habría obtenido en circunstancias normales), según datos del lobby Exceltur.

Los grandes del sector empiezan ahora a desgranar el impacto que en sus cuentas ha tenido la crisis política catalana y su efecto directo en el negocio, con caída de reservas y rebajas de precios para tratar de animar la demanda. Y es que la crisis catalana impactó en el peor momento para la hotelería urbana, que tiene en el último trimestre una de sus temporadas altas.

Meliá Hotels International, el mayor grupo hotelero español, ha cifrado en más de 3 millones de euros la factura de la inestabilidad en Cataluña. “Octubre fue nefasto, desastroso”, ha dicho el consejero delegado de Meliá, Gabriel Escarrer, en la feria de turismo Fitur. “A raíz de la aplicación del artículo 155 de la Constitución la situación mejoró algo”.

El zarpazo se mueve en magnitudes parecidas para la segunda mayor hotelera española. El consejero delegado de NH Hotel Group, Ramón Aragonés, cifra en 2 millones de euros el recorte de su resultado bruto de explotación (ebitda) por el parón del negocio registrado en Cataluña, singularmente en Barcelona.

“El turismo huye de la conflictividad”, dice Aragonés. “Somos optimistas para 2018 si se vuelve a la normalidad. Confío en que Barcelona se recupere inmediatamente como destino turístico”.