El ex gobernador del Banco de España y ex director general del BIS, Jaime Caruana, será nombrado consejero independiente de BBVA en la junta general de accionistas que el banco celebrará el próximo 16 de marzo. Su próxima incorporación al máximo órgano de decisión del grupo ha sido interpretada por algunos miembros del consejo como una maniobra de Francisco González para que le releve en la presidencia. Otros sugieren que podría ser un movimiento para ganar apoyos en el consejo y asegurarse, en un momento dado, alargar su mandato o un puesto honorífico que lo mantenga próximo al poder.

A pesar de las especulaciones que surgen en torno al futuro de la cúpula del grupo, el primer espada de BBVA, que cumple 75 años a finales de este año, aseguró con rotundidad hace unos días que dejará la entidad al alcanzar la edad que le inhabilita para mantenerse en el cargo, tal como recogen los estatutos del banco. "Hace dos años, creo que fue en Davos, yo dije que la edad de jubilación del banco de acuerdo a los reglamentos era 75 años y eso no va a variar, yo cumplo 75 años el año que viene", señaló en rueda de prensa.

En este sentido, González señaló, en el marco de la presentación de resultados de 2017, que "el Consejo está trabajando en el plan de sucesión del presidente [... ] No va a haber sorpresas".

Este "No habrá sorpresas" fue interpretado como un guiño al consejero delegado de BBVA, Carlos Torres-Vila, o al consejero, José Manuel González-Páramo, apuntándolos como posibles candidatos a ocupar la presidencia. Sin embargo, fuentes internas conocedoras de las relaciones entre unos y otros albergan serias dudas sobre esta tesis.

González-Páramo nunca ha mantenido una relación especialmente fluida ni con González ni con los consejeros"

"Carlos Torres-Vila es la persona que gestiona día a día el banco, por lo que la continuidad de la entidad depende de que el directivo se quede donde está", explican fuentes próximas al consejo. "Su sustitución al frente de BBVA sería más problemática ahora que la de Francisco González, cuyo peso institucional es mayor, pero está al margen de la dirección", añaden. Bajo esta premisa, Torres-Vila quedaría descartado como presidente del grupo.

En cualquier caso, sí hay consenso en que el nuevo máximo responsable será presidente "no ejecutivo" -el BCE no es partidario de que coexistan un CEO y un presidente ejecutivo en una organización- y concentrará mucho menos poder que el que hasta ahora ha aglutinado Francisco González. Torres-Vila, por tanto, como consejero delegado, ganará peso dentro del banco. "Hoy rinde cuentas a Francisco González; cuándo éste se vaya -si realmente se va-, las rendirá al consejo", asegura una fuente próxima al banco.

Torres-Vila gestiona día a día, por lo que la continuidad del banco depende de que siga siendo consejero delegado"

Por otro lado, José Manuel González-Páramo, consejero ejecutivo de BBVA desde 2013, nunca ha mantenido una relación especialmente fluida ni con González ni con el resto de consejeros. Pese a su destacada trayectoria en el sector financiero -fue miembro del comité ejecutivo y del consejo de gobierno de BCE y miembro del comité para la estabilidad financiera del BIS-, sus colegas en el órgano de la entidad destacan su falta de empatía. "Se podría haber granjeado fácilmente nuestro apoyo y la del presidente, pero nunca mostró interés", opinan. Ello no lo inhabilita para ocupar el cargo, pero sí supondría una sorpresa para algunos de los ejecutivos.

Con este telón de fondo, Caruana podría convertirse en el candidato perfecto para la presidencia de BBVA. "Francisco González siempre ha esperado que Caruana pudiese incorporarse al consejo. Tienen sintonía, muy buena relación y da el perfil para representar al banco sin atribuciones ejecutivas", señalan fuentes financieras.

Ejecutivos próximos a González no descartan maniobras que le permitan mantenerse cerca del poder

Otra lectura que no descartan quienes conocen a González, aun en contra de sus últimas palabras públicas, es que esté configurando un consejo independiente -y afín a él- para dejar la puerta abierta a su permanencia en el cargo o en algún puesto que le permita mantenerse cerca del poder.

Este hipotético escenario chocaría con la voluntad del BCE, que ya manifestó en una ocasión al banco, a través de una misiva formal, su preferencia por equipos de dirección en los que haya un sólo consejero ejecutivo y en los que el presidente desempeñe funciones no ejecutivas.

Junto a Caruana, la junta aprobará en marzo, previsiblemente, el nombramiento de Ana Peralta, ex directora de Bankinter y desde 2012 asesora de Oliver Wyman Financial; y Jan Verplancke, ex directivo de Standard Chartered Bank, como nuevos consejeros independientes. Los accionistas también votarán la reelección de José Miguel Andrés Torrecillas, Belén Garijo López, Juan Pi Llorens y José Maldonado Ramos. Si no hay sorpresas, tras la junta, el consejo de BBVA contará con 15 miembros, de los que ocho son independientes.