Economía

La doble encrucijada del dueño venezolano de Abanca

Escotet, el hombre más rico de Venezuela, trata impulsar su banco en España a través de adquisiciones, mientras lidia con el Gobierno chavista para mantener el control de Banesco, el mayor banco privado del país

Juan Carlos Escotet, propietario de Banesco y Abanca.
Juan Carlos Escotet, propietario de Banesco y Abanca.

Ser banquero y rico en España es un estigma. Ser banquero y rico en Venezuela, un milagro. Un milagro encarnado en Juan Carlos Escotet (Madrid, 1959), el venezolano de ascendencia gallega que controla Abanca -antigua Novacaixagalicia- y Banesco, el mayor grupo financiero privado de un país que se desintegra bajo la batuta del régimen chavista.

Con un patrimonio personal estimado en 3.800 millones de dólares según Forbes, Escotet -casado, con cuatro hijos y ocho nietos- es la mayor fortuna del país latinoaméricano. Y, pese a las históricas y sonadas amenazas vertidas en el por los presidentes Hugo Chávez, en el pasado, y Nicolas Maduro, más recientemente, su imperio financiero ha logrado permanecer y expandirse a ambos lados del Atlántico por una quincena de países.

Banesco ha estado intervenida por el Gobierno de Maduro desde el pasado mes de mayo hasta el 28 de febrero

Concretamente, en Venezuela Banesco da servicio a ocho millones de clientes, tiene una cuota de mercado del 24% y gestiona más del 40% de los medios de pago, unas cifras que han obligado a los distintos dirigentes del Gobierno de la república y al primer banco privado a entenderse, pese a sus desencuentros.

“Si tú no puedes, dame acá el banco. Dime cuánto cuesta tu banco, y de una vez lo nacionalizamos. Escotet, tú me dices”, le exhortó en una ocasión El Comandante, ante la mirada de todo el país.

Aun ideológicamente en las antípodas de los líderes bolivarianos, Escotet ha logrado navegar en la marejada política-militar de su país. Su éxito le ha atraído críticas de uno y otro bando. Algunos le tildan de 'bolichico' -como se conoce a los empresarios que amasaron fortuna al calor de Chávez-, pero el empresario amante del arte y del Real Madrid ya había hecho grandes negocios antes de la llegada del difunto líder.

A base de equilibrismos, malabares y contorsiones, el joven economista que comenzó su carrera a los 17 años como mensajero de Banco Unión ha logrado mantener el control de sus negocios. Junto a su brillantez académica -se licenció en ciencias empresariales con mención magna cum laude en la Universidad de Miami- ha hecho gala de ejemplar mano izquierda para gestionar las delicadas relaciones del régimen militar.

Pero ello no le exime de vivir, probablemente, el momento más crítico de su carrera. Se enfrenta a dos encrucijadas, una en Madrid y otra en Caracas.

En España, el propietario de Abanca necesita impulsar la actividad de las antiguas cajas gallegas, en un entorno cada vez más competitivo. Ganar tamaño se convierte en un imperativo para mejorar la eficiencia y elevar la rentabilidad. De ahí que, en los últimos días, Abanca se haya situado en el punto de mira del mercado tras su frustrada tentativa de lanzar una OPA sobre Liberbank, inmerso en la negociación de su fusión con Unicaja.

En Venezuela, en cambio, lo que está en juego es la propia supervivencia del grupo Banesco, intervenido desde mayo. La toma de control por parte del deslegitimado Gobierno de Maduro se ha ido prorrogando en varias ocasiones. La última vez, el pasado 5 de noviembre, cuando el Ejecutivo bolivariano decidió mantener la medida administrativa de intervención especial durante 120 días más. El pasado 28 de febrero, la entidad recuperó su libertad.

A base de equilibrismos y malabares imposibles, Escotet ha logrado controlar su negocio bancario pese a los caprichos de la política chavista

Fue precisamente el pasado mes de mayo cuando Escotet comunicó que se veía forzado a abandonar temporalmente sus funciones como presidente de Abanca para ocuparse en primera persona de la crisis de Banesco. El empresario se subió a un avión y desplegó toda su artillería para defender su imperio y su equipo, después de que el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, ordenase la detención de 11 directivos, incluido el presidente Óscar Doval.

El Ministerio Público señaló entonces que la alta gerencia estaba involucrada en irregularidades que atentaban contra el bolívar, la moneda venezolana. El banquero se sirvió de las redes sociales para trasmitir su apoyo a los empleados presos y mostrar su colaboración con el régimen. A través de twitter, Escotet aseguró que Banesco siempre actuó dentro del marco legal.

Nueve meses después, el régimen no ha encontrado ningún indicio que incrimine a la cúpula, que previsiblemente quedará libre de todos los cargos en los próximos días.

En medio de la profunda crisis económica y humanitaria que vive en Venezuela, Escotet se muestra extremadamente prudente. Hace unos días, en la presentación de resultados de Abanca, eludió pronunciarse sobre la extrema situación de su país. “Creo que todos sabéis el profundo amor que siento por mi país, pero prefiero no mezclar los temas políticos y una situación tan particular como la que se vive en nuestro país", esquivó, tras ser preguntado por los periodistas.

Sí aprovechó la ocasión para trasmitir tranquilidad en torno a su negocio bancario en España. “Existe una clara separación de la estructura de propiedad de cada uno de los países [...] Son independientes y autónomos”, subrayó, asegurando la existencia de “los debidos cortafuegos para evitar cualquier riesgo de contagio".

Escotet puso su primera pica en el sector financiero español en 2012, cuando adquirió Banco Echeverría, en medio del proceso de reestructuración de las cajas, hundidas por una gestión incompetente, más política que económica. Un año después, hizo la mejor oferta en la subasta por el despojo de las cajas gallegas -Caixa Galicia y Caixanova- que coordinó el Frob.  Se adjudicó el 88,33% del capital de Novagalicia Banco (NCG) por 1.003 millones. Y el año pasado compró la filial portuguesa del Deutsche Bank y la filial española de Caixa Geral de Depósitos.

Tras este rosario de operaciones corporativas, el directivo sigue queriendo engordar Abanca a golpe de talonario. Y, aunque su última jugada no le ha salido como esperaba -amagó Opar a Liberbank pero tuvo que retirar la propuesta horas después-, mantiene intacto su apetito por comprar. 2018 fue el mejor ejercicio de Abanca con un beneficio neto de 430 millones y una rentabilidad del 11,4%, superior al de sus competidores.

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