Ana Botín no era feminista. Pero ahora lo es sin ambages. Lo ha manifestado abiertamente en varios foros y se ha servido de las redes sociales para alzar la voz. “Si me hubiera preguntado hace diez años (si era feminista) le diría que no, hoy le digo que sí porque me he dado cuenta de que existe discriminación”, explicó una de las mujeres más influyentes del mundo hace unos meses en una entrevista en La Ser, cuando el recuerdo de la histórica manifestación del 8 de marzo de 2018 por la lucha de la igualdad aún estaba fresco.

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Después de las palabras, puso negro sobre blanco y escribió su propio manifiesto feminista, al que dio difusión a través de Linkedin. Bajo el título, Por qué me considero feminista y tú también deberías, Botín señalaba que, tras varios años como ejecutiva, había visto “suficiente como para saber que, en general, las mujeres no reciben un trato justo”.

Botín defiende la discriminación positiva y subraya que, “además de talento, las mujeres aportan al negocio competencias complementarias a las de los hombres: mejor comunicación interpersonal, cooperación, pensamiento horizontal y capacidad de escuchar de verdad”.

Considerada una de las mujeres más poderosas del mundo por la prestigiosa revista Forbes, Botín destaca que cualidades como "la mayor empatía y capacidad de priorizar" hacen que los equipos mixtos de hombres y mujeres generen un mejor rendimiento. De ahí su decidida apuesta por fomentar la conciliación familiar en Santander, pese a que el sector financiero es eminentemente masculino.

Más de la mitad de la plantilla del Banco Santander está integrada por mujeres, pero en el consejo de administración el porcentaje es del 36%. El objetivo del grupo es llegar a 2025 con un 30% de puestos directivos ocupados por mujeres.

“Con los años estoy más convencida de que no son suficientes los cambios de actitud de las mujeres, se necesitan medidas proactivas. Por ejemplo, un estudio de McKinsey de hace unos años demuestra que, cuando se abre una nueva posición en la empresa, muchos hombres que se postulan cumplen solo con el 50-60% de los requisitos del puesto. Las mujeres, sin embargo, se presentan cualificadas en un 100 o 120% en la mayoría de los casos. Es decir, incluso cuando están muy cualificadas las mujeres se muestran más inseguras y son menos insistentes que los hombres. Cuando se busca talento, por tanto, es importante contar con un sistema capaz de identificar a estas mujeres, ofreciendo formación para mejorar su asertividad y valorando estas diferencias entre hombres y mujeres”, señalaba en su manifiesto feminista.

Desde su perfil de twitter, recuerda el largo camino que todavía tienen que recorrer las mujeres para alcanzar los puestos de alta dirección en las empresas europeas.

En su opinión, para paliar esta situación, “debemos medir los resultados de los equipos basándonos en datos y no en las horas que pasan en la oficina. El teletrabajo ha de ser una opción. Y los directivos tienen que ser capaces de priorizar, organizar, delegar y descartar malos hábitos —como largas comidas o reuniones de última hora convocadas al final del día—. Todo esto forma parte de una cultura que no favorece a las mujeres. Y estos cambios son más fáciles de abordar de forma estructural que de forma individual”, asegura.

Así, la ejecutiva ha ido lanzando, a través de su cuenta de twitter y en sus numerosas intervenciones públicas, mensajes de apoyo a la conciliación.

Paralelamente, con motivo del pasado 8-M, expuso una realidad muy cuestionada en algunos sectores: la brecha salarial. La banquera, madre de tres hijos, señaló entonces que “el castigo de la maternidad no es un mito. Después de un primer hijo, la renta de las mujeres cae bruscamente y nunca llega a recuperarse completamente”. Estas palabras van acompañadas de un gráfico publicado en la revista de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés).

También son habituales sus mensajes a favor de la igualdad de oportunidades y apoyo al liderazgo femenino.

Y denuncia las barreras con las que se topan las mujeres en su espacio laboral, que van desde las distorsiones en materia fiscal, hasta la discriminación por factores sociales y culturales.

Muestra una marcada sensibilidad en torno a la importancia de la educación sin estereotipos.

Y llama la atención sobre historias de mujeres extraordinarias.