El miedo a la incertidumbre no es buen consejero, pero es el que manda sobre algunas de las decisiones de inversión y ahorro que se están tomando estas semanas en el contexto del Covid-19. En un momento en el que aún es difícil aventurar qué impacto tendrá sobre la economía la pandemia, algunas grandes fortunas ya se plantean qué hacer con su patrimonio. Sobre todo, si España acaba sufriendo una recesión tan fuerte como la que pronostican algunos analistas. Por ejemplo, los de Goldman Sachs) hablan ya de un batacazo del PIB cercano al 9%.

Este escenario no afecta solamente a los mercados, sino también a los gobiernos, que son los responsables de comandar la recuperación tras la recesión, lo que deriva en un escenario de incertidumbre regulatoria en el que es complicado anticipar qué medidas deberán tomar dentro de algunas semanas.

En este contexto, fuentes financieras explican a este periódico que algunas grandes fortunas ya están retirando sus ahorros de cuentas corrientes y depositándolo en fondos de inversión. El motivo no es otro que el temor creciente a que se imponga una regulación sobre las cuentas corrientes con importes depositados superiores al medio millón de euros.

Bajo esta misma preocupación, hay otras grandes fortunas que están consultando a sus entidades cómo trasladar sus ahorros a cuentas de países como Luxemburgo o Suiza. El objetivo es anticiparse a cualquier medida drástica que pudiera adoptar el Ejecutivo, de acuerdo con las mismas fuentes, que señalan a los bancos suizos como destino más probable para quien decida salir del perímetro comunitario.

Por el momento, las intenciones no pasan de ahí: nadie esta vaciando sus cuentas. Eso sí, como recuerda un alto directivo de un banco privado, “el dinero es miedoso” y su comportamiento, por tanto, es impredecible.

"La histeria puede generar decisiones muy poco racionales. En todo caso no hay motivo en estos momentos ni para dudar de la solvencia de la banca española en la futura recesión ni la del país, con lo que no se debería considerar esta posibilidad", explica a este periódico Josep Soler, delegado ejecutivo de EFPA España. En su opinión, la mejor herencia de la anterior crisis es la solvencia de la banca española.

Hasta ahora, el Gobierno español no ha planteado ninguna opción para nacionalizar activos privados ni para imponer una regulación distinta a la actual a las grandes fortunas.

Además, las autoridades europeas están tomando medidas para evitar que la recesión se convierta en una crisis financiera, como ocurrió hace ocho años. Están poniendo el acento en que ningún país de la Unión Europea se quede rezagado con la intención de infundir tranquilidad a los inversores y ahorradores.

Así, el Banco Central Europeo (BCE) anunció hace semanas compras de activos públicos y privados por valor de 750.000 millones de euros, algo que se completará con las medidas en materia económica que llevan semanas debatiendo los Estados miembros. Una de las opciones que está sobre la mesa son las inyecciones de liquidez por parte del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), una vez que los coronabonos han quedado desterrados por parte de Alemania y Países Bajos.

Nerviosismo en la inversión

El nerviosismo por la incertidumbre está presente no solamente entre los grandes ahorradores, sino también entre los inversores. Así lo demuestran los datos provisionales de marzo que la patronal de instituciones de inversión colectiva, Inverco, publicó hace unos días relativos al patrimonio en fondos de inversión. El resultado no es nada halagüeño, máxime teniendo en cuenta que marzo ha sido uno de los peores meses de la historia para los mercados (el Ibex 35 ha batido su récord).

A falta del dato definitivo, el pasado mes se produjeron reembolsos de estos fondos por un total de 5.100 millones de euros, una cifra que, aunque no es la mayor de la historia, es muy relevante y explica el nerviosismo entre los inversores en un escenario de altísima volatilidad en los mercados.

Habrá que esperar para conocer cómo evoluciona la respuesta gubernamental a la crisis y la reacción de los agentes económicos, pero, como bien señala Inverco en su última comunicación, “las decisiones precipitadas de desinversión a corto plazo pueden generar pérdida de oportunidades”.