La subida de los precios de la luz del mercado mayorista español no solo está repercutiendo en la factura que pagan (y pagarán) los consumidores a sus compañías energéticas. También está contribuyendo al alza de la inflación y, por tanto, afectando al avance del resto de la economía nacional en un momento en que busca recuperarse de la crisis.

España es un país en el que una gran parte de los usuarios (40%) están acogidos a la tarifa que marca el Gobierno, sujeta a la volatilidad de los precios mayoristas, que están en alza desde abril. El encarecimiento del precios de la luz provoca que los españoles paguen más cuando reciben la factura, lo que afecta en forma de subida al índice de precios al consumo (IPC), que mide cuánto pagan mes a mes los ciudadanos por sus gastos, pero también consigue que suban los precios de todo tipo de productos, ya que los fabricantes, que también han visto incrementarse sus gastos, trasladan al consumidor final ese alza.

De esta manera, el alza de los precios de la electricidad durante los primeros seis meses de este año es responsable de casi el 30% del repunte de la inflación, según cálculos del Banco de España que ha revelado en su último informe. La inflación en España está actualmente en máximos desde hace cuatro años, tras subir en julio un 2,9% frente al mismo mes del año anterior, y no ha parado de escalar desde el mes de enero. La inflación subyacente, sin embargo (que no incluye alimentos no elaborados ni productos energéticos) se situó en el 0,6%.

"Entre diciembre de 2020 y junio de 2021, los precios del mercado mayorista aumentaron un 98,5%. De este incremento, el encarecimiento de los permisos de emisión de CO2 explicaría una quinta parte, y los mayores precios del gas, casi la mitad. Ello habría repercutido sobre los precios del mercado minorista, de modo que el encarecimiento de la electricidad en los seis primeros meses del año habría contribuido en casi un 30% al repunte de 3pp [puntos porcentuales] observado de la inflación general", explica el Banco de España.

Es decir, que del encarecimiento del precio de la electricidad, el 50% vendría condicionado por el aumento del precio del gas y otro 20% por el encarecimiento de los derechos de emisión de CO2. El director de estrategia de inversión de ING España, Francisco Quintana, señala que este año la generación de energía a través de fuentes no fósiles ha ido peor que otros, y que el petróleo ha subido a 70 dólares el barril, un precio "particularmente caro". Del otro lado, también se ha encarecido el CO2, y señala que es probable que su precio continúe creciendo.

Sus previsiones apuntan a una estabilización de los precios, teniendo en cuenta que, calculan desde ING, es probable que los precios de la energía bajen, así como que los del CO2 suban ligeramente, mientras que se descartan cambios importantes en los impuestos que afectan al mercado de la electricidad (el Gobierno bajó en junio el IVA de la factura de la luz del 21 al 10% hasta final de año).

Además, la energía supone un 3,5% del total de la cesta de la compra con la que se calcula el IPC, por lo que si la electricidad no hubiera subido respecto al año pasado, el alza de la inflación habría sido del 2,1% en julio, en lugar de del 2,9%. Ese dato ilustra su fuerte peso en el cálculo total de la inflación en España frente a lo que sucede en otros países.

Así, los analistas del mismo Banco de España recalcan que la contribución del precio de la electricidad a la inflación general en los últimos meses en España es superior a la observada en las principales economías de su entorno, algo que en parte se explica porque el precio de la electricidad al que hacen frente los hogares es sustancialmente más volátil en España que en otros países cercanos.

¿Amenazará la recuperación?

Algunos economistas alertan de que un alza tal de la inflación rompe con las expectativas del Gobierno (que esperaba que se situase en el 0,9% en 2021) y amenaza la recuperación, puesto que castiga el bolsillo de los consumidores y obliga a pagar más por las pensiones en base al nuevo acuerdo, entre otros. Ahora mismo, el Ejecutivo estima que este año el PIB crecerá un 6,5% (frente al 9,8% que esperaba en octubre), como reafirmó en julio.

Sin embargo, Quintana recalca que la inflación en todas las previsiones se percibe como temporal y que la única manera en que podría afectar a las cifras de crecimiento sería en caso de que obligase a los bancos centrales a "cerrar el grifo" de los estímulos, algo que provocaría que el Gobierno no pudiese continuar pagando los ERTE, entre otras prestaciones.

"En Europa no hay riesgo de que esa inflación se convierta en permanente. De ninguna manera veo que una inflación del 3%, y más sabiendo que es temporal, pueda perjudicar al crecimiento económico de España", es categórico.

El experto liga la recuperación, más bien, a que el país sea capaz de absorber los fondos europeos del programa de ayudas de la Unión Europea y a que consiga recuperar el turismo que tanto contribuye al PIB nacional. Y recuerda que una inflación del 10, 15 o 20% "sí rompe la economía" y obliga a cortar los estímulos, pero que una del 2 o el 3% "no es motivo suficiente para poner de rodillas una economía".

En ese sentido, el Banco Central Europeo (BCE) decidió en julio flexibilizar su objetivo de inflación en la primera revisión que hace desde hace 18 años. Ahora, el objetivo es «simétrico» del 2% a medio plazo y no en un momento concreto, lo que según su presidenta «elimina cualquier posible ambigüedad y transmite resueltamente que el 2% no es un límite».