En la playa no cabe una sombrilla más. “¿No tienen reserva? Entonces, imposible que se sienten”. Para pedir un helado hace falta coger número, y, en la medida de lo posible, sería deseable dejar la acera libre a los peatones. 

El verano ha supuesto la vuelta a la normalidad para muchos españoles. Con su pauta de vacunación completa, el levantamiento de las restricciones a la movilidad y el fin de los toques de queda, el estío ha reactivado los encuentros entre amigos, las comidas en restaurantes, las vacaciones y, con ellos, las sensaciones prepandemia. La mascarilla obligatoria en los interiores de los locales y el gel hidroalcohólico a sus puertas queda como único recordatorio apreciable a simple vista de que el Covid existió.

Las cifras económicas, en apariencia, acompañan: el paro ha registrado una caída histórica al bajar en 197.841 personas en julio, hasta llegar a los 3,4 millones de desempleados, su cifra más baja desde marzo de 2020… sin tener en cuenta a quienes continúan en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), que no figuran como parados, pero que podrían pasar a engrosar estas cifras en los próximos meses.

Actualmente, los ERTE están prorrogados hasta el 30 de septiembre, pero cuando arranque el curso político tras el parón vacacional el Ministerio de Trabajo volverá a sentarse con sindicatos y organizaciones de empresarios a negociar una nueva ampliación, de la que también dependerán un buen puñado de empleos.

Así, pese al boom de afluencia que están experimentando algunas zonas del país, el turismo continúa en horas muy bajas: este verano está recibiendo entre un 20 y un 30% del flujo habitual, sobre todo, por la falta de turistas internacionales. Y los negocios y los expertos temen que ya nada pueda recuperarlo, una vez termine la que debería haber sido la temporada alta del año de la recuperación, tras la pandemia.

“Está claro que estamos lejísimos de los niveles de 2019, a niveles estratosféricos, y no vemos la recuperación de los flujos turísticos de antes de la crisis hasta como mínimo 2023”, apunta, en conversación con este medio, el director de Randstad Research, Valentín Bote. El experto recuerda que esa comparación es, en parte, tramposa: comparar con los niveles previos a la pandemia es enfrentar con las mejores cifras turísticas de la historia de España, pero, aun con eso, las cifras actuales quedan muy alejadas de las de un verano “normal”.

De ahí el temor de que los empleados que están protegidos con los ERTE, el mecanismo flexibilizado a raíz de la crisis, acaben en el paro. En Seguridad Social, internamente, daban por hecho en junio que el 30% de los afectados por los ERTE (entonces, unos 170.000 trabajadores), se irán al desempleo, y todo a pesar de que la naturaleza de dicho mecanismo es buscar que los trabajadores recuperen su empleo una vez pasen las dificultades económicas que afronta la empresa. Así lo publicó El Economista, asegurando que en el departamento de Escrivá creen que la cifra se compensará con la creación de nuevos puestos de trabajo.

El Banco de España, de su lado, realizó otra proyección en la que apuntaba que el 40% de los trabajadores en ERTE tendría grandes dificultades para recuperar su empleo y acabarían siendo despedidos. Desde Randstad ven difícil apuntar a una cifra concreta, pero no dudan en señalar a los empleados en ERTE de la restauración, los hoteles y hostales, el transporte y las agencias de viajes como la gran preocupación. 

“Nos preocupa especialmente lo que pueda pasar en sectores como la hostelería y el turismo, porque son sectores muy estacionales que tienen meses mucho más flojos, y ahora se empiezan a acabar los meses buenos, o los que deberían haber sido los meses buenos, y empieza una época más complicada, así que puede haber picos [de empleados en ERTE]”, incide Bote.

“No vemos la recuperación del sector turístico hasta como mínimo 2023. Si se une que el número de personas en ERTE es relativamente importante y que la recuperación total no llega realmente, ahí vemos un riesgo muy claro de que el sector termine por reducir dimensiones”, recalca, incidiendo en que no afectaría solo a las empresas del propio sector turístico, sino a otras relacionadas (como la lavandería que lava las sábanas y las toallas de los hoteles).

Entre los factores que pueden empujar a los 286.000 trabajadores actualmente en ERTE a acabar en el paro, están que sus empresas no aguanten y cierren, que las nuevas condiciones de la prórroga de dichos expedientes no compense a los empleadores o que queden fuera de esas nuevas reglas, como ha sucedido durante sus anteriores renovaciones.

Los datos de los ERTE

Actualmente 286.000 personas continúan en ERTE, según publicó Seguridad Social la pasada semana, frente a los 331.486 de finales de julio, sobre todo gracias a la reducción del número de afectados en un ERTE en la fabricación de vehículos de motor (cae un 42%), transporte aéreo (30%), alojamiento (22%) y comidas y bebidas (11%).

Es el mínimo desde que se flexibilizó esta herramienta (suponen un 90% menos que en mayo de 2020) que llegó a proteger a 3,6 millones de españoles en abril de 2020, cuando alcanzó su máximo. Desde entonces la tendencia general es decreciente, aunque siguen produciéndose picos diarios de empresas que incluyen a más trabajadores en los ERTE. Cuando los ERTE se renovaron en mayo, por quinta vez, había 558.000 trabajadores en este régimen.

Por sectores, y según los datos de julio, 78.000 trabajadores en ERTE pertenecen a la restauración (servicios de comidas y bebidas); 55.000, a los hostales y hoteles (servicios de alojamiento), reuniendo entre ambos a casi la mitad de los afectados; 28.000, al comercio al por menor; 17.000, al comercio al por mayor; 16.000, a las agencias de viajes y operadores turísticos y 13.000 a actividades deportivas, recreativas y de entretenimiento.

Por distribución territorial, a finales de julio Cataluña contaba con 62.255 empleados en ERTE; Madrid con 59.739; Canarias, con 49.313; Andalucía, con 41.215; la Comunidad Valenciana, con 24.044, y Baleares, con 23.748. 

Del lado contrario y como curiosidad, los sectores que no tienen a ningún trabajador en ERTE son el de la extracción de crudo de petróleo y gas y el de las actividades de apoyo a esas industrias extractivas. Además, con entre 1 y 10 trabajadores en ERTE están los sectores de la extracción de la antracita, hulla y lignito, el de la extracción de minerales metálicos y el de la descontaminación.

Con más de 10 y menos de 100, por orden ascendente, la recogida y tratamiento de aguas residuales (14), los seguros (14), el sector veterinario (20), las organizaciones y organismos extraterritoriales (22), la silvicultura y explotación forestal (24), la captación y depuración de agua (43), la industria de tabaco (54), la pesca y acuicultura (72), las actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico (73), la ingeniería civil (90) y el suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado (90).

Más allá de la prórroga que se negociará en septiembre y que previsiblemente llegará hasta diciembre, aunque sector ya pidiendo que vayan más allá, al menos hasta la primera parte de 2022, el Ministerio de Trabajo está planificando ya otro sistema permanente que sustituya a los ERTE, el mecanismo de sostenibilidad del empleo (MSE), que se está planteando en el seno de las negociaciones de la reforma laboral entre dicho departamento del Gobierno, sindicatos y organizaciones de empresarios.