Polonia y Bulgaria se han convertido este miércoles en los primeros países en dejar de recibir gas ruso, tras haberse negado a pagar en rublos como exige Vladimir Putin. Ambos países no se han plegado al chantaje del Kremlin, que ha cumplido su amenaza y dejará sin suministro a las dos naciones. Actualmente, según datos de Eurostat, Polonia importa el 54,88% de su gas natural desde Rusia. La dependencia es mucho peor en el caso de Bulgaria, que importa el 75,23% del gas desde Moscú.

Según ha informado Bloomberg, al menos cuatro países europeos sí se han plegado y están pagando sus compras en rublos, según fuentes de la compañía Gazprom. Polonia y Bulgaria, no obstante, no tienen intención de cambiar su postura.

"Nos hemos estado preparando durante años", ha reaccionado el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, que ha valorado que "Rusia ha movido las fronteras del imperialismo del gas un paso más allá". Morawiecki definió la decisión rusa como un "chantaje" y aseguró que trabajarían "para que los polacos no lo sientan".

El dirigente detalló que Polonia consume unos 21.000 millones de m3 de gas al año, con una producción nacional propia que puede alcanzar hasta 4.500 millones. El plan de Polonia pasa por conseguir otros 10.000 millones anuales a través del nuevo Baltic Pipe, que comenzará a funcionar en otoño, y otros 8.000 millones con interconexiones europeas y terminales.

"No nos doblegaremos ante el chantaje, esta acción del Kremlin no afectará a los hogares y no afectará la situación de Polonia. Quiero asegurarles que las tarifas especiales para hogares y colegios se aplazarán hasta 2027", remachó Morawiecki, que aprovechó para subrayar el error de haber impulsado durante años proyectos como los Nordstream que cronificaron la dependencia europea del gas ruso en los mercados energéticos.

La conexión Moscú-Estambul

Menos contundente ha sido la respuesta en Bulgaria, con el país inmerso en una considerable crisis política que enfrente al presidente de la República, Rumen Radev, con el primer ministro Kiril Petkov, en el cargo desde diciembre.

"La suspensión del gas de Gazprom es una grave violación de su contrato y es un chantaje por utilizar un plan no contractual  para pagar en rublos a través de terceros, que no garantiza ni los suministros ni el dinero de los búlgaros. No sucumbiremos a un escándalo así", ha reaccionado Petkov, muy crítico con la política del anterior gobierno, favorable a recibir gas ruso a través del gasoducto Turkish Stream, que une Rusia con Estambul a través del mar Negro, pero también surte desde 2020 tanto a Bulgaria como a otros países como Macedonia del Norte.

Además del 75% de gas que Bulgaria importa directamente desde Rusia, otro 20% llega vía Azerbaiyán, con una situación geopolítica también muy interconectada con lo que suceda en Rusia. Los expertos citados por la prensa local critican que no se hayan anticipado interconexiones mayores con el circuito gasístico de Turquía, y avisan de que las posibles soluciones a través de otros países como Grecia no ayudarán a la ultradependiente industria del país.