El Banco de España lo tiene claro: es importante subir impuestos medioambientales para avanzar en la transición ecológica. Es una de las conclusiones a las que llega el regulador en el capítulo 4 de su informe anual, titulado La economía española ante el reto climático, que ha publicado este miércoles, en el que ahonda sobre cómo el calentamiento global implicará un profundo cambio estructural en el modelo de crecimiento económico, repercutiendo en todos los sectores.

El supervisor no da cifras de cómo puede repercutir el cambio climático en la economía española ni mundial, argumentando que la incertidumbre es demasiado grande. Varios estudios estiman que podría producir pérdidas a largo plazo para el PIB mundial de entre el 0,7% y el 62%, dependiendo de la gravedad del escenario, mientras que por otro lado 83 bancos centrales (NGFS) creen que restará 8 puntos porcentuales en 2100 si se continúa con las políticas actuales. Y el Banco argumenta que ese margen es demasiado amplio para tomarlo en serio.

"En ese abanico cabe todo y no cabe nada", ha asegurado en la presentación del capítulo el nuevo director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, haciendo referencia a los trabajos del economista estadounidense William Nordhaus y de Simon Dietz y Nicholas Stern. De lo que no cabe duda es de que si no se reducen de forma abrupta emisiones durante los próximos años, los riesgos físicos (de inundaciones, a sequías y subida de las temperaturas) sí van a tener un coste económico importante, aunque sea complicado aún de cuantificar. Pero también lo tendrán los riesgos de transición, los que llevará consigo transformar la economía hacia una que reduzca significativamente sus emisiones.

"La transición ecológica para los economistas es un fenómeno extraordinariamente incierto al que estamos aplicando políticas muy novedosas y por tanto desconocidas, no sabemos cómo va a reaccionar ni la política ni los agentes… No tenemos todavía suficiente grado de calidad ni de armonización para poder hacer los trabajos necesarios", se ha justificado el director, a la vez que insistía en el importante papel de todos los agentes sociales. "Dada la magnitud del reto hay que implicarse todos, todos los agentes económicos van a verse afectados, y en particular el sector financiero y los bancos centrales", ha afirmado Gavilán.

El supervisor se basa en los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el grupo de expertos que desde 1988 aglutina el consenso científico sobre el cambio climático, que apuntan a fuertes aumentos en la temperatura global y a cambios en las precipitaciones si no se reducen de forma importante las emisiones de gases de efecto invernadero. Y recuerda que en la COP de París de 2015 se pactó el objetivo de evitar que el aumento de la temperatura global supere 2 grados con respeto a niveles preindustriales a finales este siglo, algo ya "imposible dadas las medidas que tenemos adoptadas a día de hoy". Ahora mismo, la temperatura global aumenta unos 0,2ºC por década y durante la última ya se ha situado 1,1ºC por encima de los niveles preindustriales.

En ese sentido, el Banco de España constata que un gran número de gobiernos ya están tomando medidas de política económica para cumplir los compromisos medioambientales alcanzados. Sobre todo, buscando limitar el consumo de energía, promoviendo el uso de fuentes menos contaminantes, e intentando que aquellos que contaminen internalicen esos costes a través de los impuestos, por ejemplo creando derechos de emisión, entre otros impuestos medioambientales. Asimismo, persiguiendo acelerar la inversión en tecnologías que permitan acelerar la transición ecológica. Pero no son suficientes.

El caso de España

El Banco sí calcula que el aumento del precio de los bienes y de los servicios más contaminantes que se producirá durante los próximos años repercutirá de manera más acusada en los hogares con menor nivel de renta, cuyo cabeza de familia tiene entre 35 y 45 años, en zonas rurales, con un menor nivel educativo y con un mayor número de miembros. Por eso anima a articular mecanismos para compensar desde las políticas públicas a estos hogares más vulnerables.

Y a la vez pide aumentar los impuestos en un contexto en que España continúa estando por debajo de sus vecinos europeos en fiscalidad medioambiental, recaudando un punto porcentual por debajo de la media de los Veintisiete. Sobre todo, queda por detrás en impuestos de la energía y de los hidrocarburos. "Hay que aumentar la recaudación y mejorar el diseño de la tributación medioambiental, y es necesario desplegar medidas compensatorias para empresas y hogares más vulnerables", ha resumido Gavilán.

En este caso el Banco tampoco entra a determinar qué impuestos deberían subir, cuánto deberían hacerlo ni en qué plazo. Se limita a hacer referencia al libro blanco sobre la reforma tributaria que un comité de expertos designado por el Ministerio de Hacienda ha elaborado, asegurando que se trata de "un punto de partida indispensable" para "una revisión integral de la fiscalidad medioambiental en nuestro país". "Es imprescindible potenciar y mejorar el diseño de la fiscalidad medioambiental en nuestro país, para que la economía española pueda avanzar eficientemente en el proceso de transición ecológica", reza el informe.

El supervisor recuerda que existe un consenso que apunta que la imposición medioambiental es el mecanismo más eficiente para que los agentes económicos internalicen las consecuencias climáticas de sus decisiones. E insiste en la necesidad de que estos impuestos tengan carácter temporal y que se diseñen ayudas centradas en los colectivos más afectados, cuidando, a la vez, de impulsar comportamientos más limpios con estos cheques. "Porque si damos subsidios a los más afectados para que sigan haciendo lo mismo que estaban haciendo… es soplar y sorber al mismo tiempo", ha aclarado Gavilán.

Al mismo tiempo, ha recordado la necesidad de un plan de ajuste fiscal de medio plazo que sea creíble y riguroso, que englobe a todas las administraciones públicas y que aporte certidumbre sobre cuál va a ser la agenda futura de la política fiscal, aunque no se suban impuestos inmediatamente, ya que la economía española aún no se ha recuperado de la crisis provocada por el Covid y aún está por ver cuál será el impacto de la guerra de Ucrania y la subida de los precios.

Sobre si la transición ecológica llevará a precios más altos cada vez, el Banco no tiene certezas. Por un lado, valora que la transición está teniendo cierto impacto inflacionista en el precio de la energía al aumentarse la demanda y por tanto el precio del gas. "Pero a largo plazo no tan fácil: ¿va a ser efecto de corto plazo o de largo? ¿Va a tener impacto sobre el nivel general de los precios, sobre todo el IPC, o solo se van a encarecer más unos que otros? No tenemos respuesta", ha lamentado el director.