El 21 de julio ya está marcado en el calendario como la fecha en la que el Banco Central Europeo subirá los tipos en 25 puntos básicos por primera vez en once años para luchar contra la inflación, que cerró el mes de mayo en el 8,1%, máximo histórico. El objetivo del organismo monetario es conseguir que la inflación se sitúe en el 2%. Por el momento, sus previsiones marcan que en 2024 se situará en el 2,1%.

Christine Lagarde, la presidenta del BCE, comunicó el jueves tras la reunión del Consejo de Gobierno que su objetivo es conseguir controlar la inflación y que las subidas de tipos se harán según la evolución de la inflación y dejó la puerta abierta a que en septiembre se eleve en 50 puntos básicos. Una sugerencia que no sentó bien del todo al mercado, que cayó con fuerza.

Pero ¿subir los tipos es suficiente para frenar la inflación? Y otra pregunta que hay que hacer es si las consecuencias que traerán las subidas de tipos merecen la pena para que no sigan los precios tan elevados. Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de Nextep Finance, asegura que aunque el BCE suba los tipos de interés, la inflación se mantendrá alta. El principal problema de esta inflación es que viene de la oferta y no de la demanda y “el BCE no puede actuar sobre la oferta de materias primas, materiales, petróleo o gas)”, apunta y añade que “mientras haya sanciones habrá inflación”.

Para reducir significativamente la inflación y volver a anclarnos en el nivel objetivo del 2%, los bancos centrales deben subir los tipos de interés tanto que la demanda de bienes de consumo e inversión caiga a un nivel que conduzca a una estabilización de los precios. Sin embargo, Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch, se muestra de acuerdo en que la inflación viene por parte de la oferta, por lo que considera que frenar esa subida de la inflación “se podría conseguir solo con subidas de tipos mucho más drásticas que en el pasado”.

Elisabet Ruiz-Dotras, profesora del área de finanzas y directora del Máster en Instrumentos y Mercados Financieros de la UOC, también resalta en que la inflación es por el lado de la oferta, por lo que alerta que la subida de tipos va a tener “poco efecto” y advierte de que lo único que va a pasar es que la gente va a ser más pobre porque sus salarios no se actualizan y si se necesita financiación va a ser más cara: “Doblemente pobre, no me llega con mi dinero y el dinero del banco es más caro”.

Para la profesora de la UOC, estas subidas de tipos van a hacer que el crecimiento desaparezca. “El panorama no es muy bueno, podemos vivir una situación similar a la que vivíamos en los años 70 con la crisis del petróleo y en este caso será por el gas o la electricidad”, asegura Ruiz-Dotras.

El principal problema de esta inflación es que viene de la oferta y no de la demanda y el BCE no puede actuar sobre la oferta

Otro de los puntos a tener en cuenta es si el objetivo de inflación del 2% de los bancos centrales se conseguirá pronto con estas subidas de tipos. Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch, afirma que “una desaceleración de la inflación que la dirija hacia el nivel objetivo de los bancos centrales se antoja lejana”.

Los bancos centrales, por lo tanto, “tienen las manos atadas”, apunta Flossbach. Especialmente el BCE tiene muy poco espacio para subir los tipos de interés; en cualquier caso, “no hasta el nivel que haría falta para luchar con éxito contra la inflación”.

Juan Fernando, profesor de Finanzas del CEF Udima, considera que el BCE no tiene otra forma de luchar contra la inflación: dinero más caro y menos dinero en circulación. “Si será o no suficiente depende de muchos factores, pero hay que aplicar esas subidas de manera gradual, porque te puedes encontrar con efectos indeseados, como una caída del PIB”, explica y añade que las medidas que se toman ahora se verán en el medio plazo, “actúan con lentitud”, por lo que avisa que “tenemos inflación alta para bastante tiempo”.

No obstante, el profesor del CEF-Udima insiste en que el organismo monetario “no tiene más remedio que actuar”, pero tiene que medir cómo lo hace porque se “puede llevar por delante muchas economías”. De hecho, con la decisión que se anunció el jueves ya se vió la deuda de muchos países disparada: “Tiene que hacer los movimientos gradualmente porque el mercado de deuda puede sufrir”.

Otras alternativas

Para Víctor Alvargonzález la solución para frenar la inflación, más allá de la subida de tipos, es una mezcla de políticas monetarias y fiscales o “asumir que, ante un conflicto militar, lo importante es el apoyo militar, económico y de los servicios de inteligencia. Eso permitiría reducir las sanciones, que parecen que no están siendo muy efectivas para detener la agresión rusa”. Para el experto, la simple posibilidad de que se reduzcan las sanciones haría que cayeran dramáticamente los precios de las materias primas, el gas y el petróleo.

Elisabet Ruiz-Dotras, profesora del área de finanzas y directora del Máster en Instrumentos y Mercados Financieros de la UOC, también asegura que hay otras alternativas. La profesora de la UOC explica que se puede optar por una flexibilidad laboral, incrementar la productividad, una fiscalidad empresarial más enfocada a incentivar la inversión en las empresas, aunque reconoce que esto no es solo del lado del BCE, sino también de los gobiernos de los países.

Además, apunta que no depender tanto de la energía externa sería positivo. Así, apuesta por una oferta de energía de distintas opciones y que además sea barata. “No entiendo como un país como el nuestro con energía eólica, hidráulica… no tenemos opción a este tipo de energía, sería un paso importante para nuestra economía”, apunta Ruiz-Dotras.