El queso español atraviesa uno de sus momentos más delicados. La fuerte subida del precio de la leche en origen, unido al incremento del resto de costes de producción está poniendo contra las cuerdas la viabilidad de muchas pequeñas y medianas empresas que forman el sector quesero nacional.

La merma de la renta disponible de las familias como consecuencia de la inflación es otra piedra en el camino para los productores españoles, que siempre han visto cómo quesos del centro y norte de Europa con menor valor añadido han colonizado un mercado deficitario en el que la mayoría se importa.

"Los fabricantes de queso están con la lengua fuera", alerta Román Santalla, secretario general de Ganadería de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA). "No son capaces de trasladar los precios a la distribución y, sin embargo, al que le compran la leche tienen que pagársela por lo que pida", explica.

"Mientras que el queso que se importa ha subido entre un 35 y un 40% en las estanterías, en los quesos de origen España hace un mes apenas habían subido un 10%", resume.

En un escenario donde la leche no sobra y las industrias pelean hasta por el último litro disponible, las pequeñas queserías se las ven y se las desean para competir por la materia prima, ya que apenas tienen capacidad de negociar. Habitualmente, las pequeñas queserías compraban la leche bajo el denominado sistema spot, que consiste en una especie de venta de último minuto al mejor postor que permitía compras más económicas. Pero ante la tensión actual en la industria, este modelo ha subido mucho de precio o es casi imposible encontrarla.

"Hay un riesgo importante de que los queseros, sobre todo los pequeños, se queden sin abastecimiento de leche", destaca el presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) en Asturias, Ramón Artime. "El queso se está poniendo prohibitivo. Y eso no es bueno para nadie, porque puede caer el consumo también", remata.

Lo cierto es que aunque no permite cubrir los sobrecostes del ganadero, el precio de los quesos españoles está subiendo en los lineales. Y el consumidor podría reducir su compra o tender hacia otros más baratos en el lineal como los cheddar o los gouda. "Los excedentes de Europa no vienen en forma de leche líquida sino en forma de queso", subrayan fuentes del sector.

Subida de la electricidad

Al margen de eso, en el sector también está haciendo especial daño la subida de la factura eléctrica. A pesar de la gran cantidad de energía que usan para procesos como la pasteurización o la limpieza de las instalaciones, aún no son consideradas como electrointensivas. Además, el impacto unitario de costes en ellas es mucho más elevado que una gran industria.

Ante la coyuntura, en el sector temen que muchas puedan verse obligadas a realizar ajustes laborales o, directamente, a bajar la persiana de forma definitiva. "Es un drama enorme para pymes sin mucho músculo financiero", añaden las citadas fuentes. El quesero mediano tiene que pagar mucho para disponer de leche y, a veces, no puede pagarlo con su negocio. "Hay gente que ha cerrado hasta que baje el precio de la leche", advierten.

Hay gente que ha cerrado hasta que baje el precio de la leche"

No en vano, la industria láctea tiene un convenio colectivo con los salarios fijados al IPC real. Y el precio de la materia prima con la que trabajan ha subido un 44% hasta el mes de agosto. De momento, los ganaderos están optando por firmar contratos a tres meses en lugar de a un año para poder hacer frente al incremento de costes que también afectan al sector primario. Entre otros, la alimentación del ganado a base de piensos.

Si la situación no se estabiliza y los queseros no son capaces de estabilizar los costes de producción, la situación puede ser límite y "en este último trimestre habrá quiebras", concluye Santalla.