La vicepresidenta primera y ministra de Economía -lo de Asuntos Económicos ya ha quedado atrás-, Comercio y Empresa, Nadia Calviño, este martes juró su cargo pronunciando un discurso con sabor a despedida. Entre bambalinas se da por hecho que en unas semanas resultará elegida como presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), y que Pedro Sánchez tan solo la ha vuelto a elegir titular de su cartera para que pueda rematar los asuntos que tiene pendientes, como la negociación de las reglas fiscales en el Ecofin.

"Misión cumplida", resumió Calviño su paso por el Ministerio, asegurando que cuando se puso a hacer la lista de ideas y de proyectos "que hace cuatros años hubieran sido impensables" se dio cuenta de que "habría podido estar aquí [en la tribuna, pronunciando su discurso] mucho tiempo". La vicepresidenta se detuvo a agradecer su labor a todos y cada uno de los altos cargos de su gabinete, del ex secretario de Estado de Telecomunicaciones Roberto Sánchez a la comisionada especial para la Alianza por la Nueva Economía de la Lengua Cristina Gallach, pasando por la "fuerza de la naturaleza" que es, según la definió, la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carmen Artigas.

No es la primera vez que se expresa en estos términos. Durante las últimas semanas, Calviño ha recorrido las sedes de los departamentos de su Ministerio para agradecer la labor de secretarías de Estado, direcciones generales, algo que no han hecho otros ministros. Este aire a despedidas ha sido evidente en su cuenta de Twitter, donde estos días ha subido varias fotos alabando a su equipo, mostrando su reconocimiento y satisfacción con el trabajo realizado.

En su discurso del traspaso de carteras, aseguró que se siente "como si tuviera hijo que ha llegado a la madurez, a la mayoría de edad", en referencia a la rama de digitalización de su departamento, que ahora pasa a ser una cartera independiente en manos de José Luis Escrivá; al tiempo que Economía recibe del Ministerio de Industria las de Comercio y Empresa. "No sabemos lo que nos depara la próxima legislatura", dejó caer, "pero seguro que tendremos que seguir respondiendo con eficacia a lo urgente sin perder de vista lo importante. No somos complacientes, nos quedan grandes retos y mucho por hacer, los logros de estos años nos tienen que servir para afrontar el futuro con confianza y con ilusión", remarcó.

No está claro qué pasará con Escrivá

Si bien el nombramiento de José Luis Escrivá como ministro del recién creado Ministerio de Transformación Digital este lunes se entendía como una clara casilla intermedia en su camino hacia el cargo de ministro de Economía, conforme ha ido avanzando la semana cunde más la sensación de que posiblemente Sánchez tenga otro nombre en mente, o incluso ya apalabrado, para ese cargo. En el traspaso de carteras se subrayó con insistencia la necesidad de que Transformación Digital sea un ente independiente, y en la importancia de que Escrivá sea quien lidere los primeros pasos de dicho gabinete.

Por tanto, pierde fuerza la posibilidad de que el presidente pretenda volver a unir ambos ministerios en uno en tan solo un mes, con el ex jefe de la Seguridad Social como director de orquesta del mismo, si Calviño termina siendo elegida para el BEI. Pero persisten las dudas sobre si es más probable que Sánchez traslade a Escrivá a Economía en diciembre o si estará pensando en otra persona en caso de que la vicepresidenta deje su cargo por el Banco Europeo de Inversiones. Entre los nombres más sonados para posible ministro de Economía estas semanas han estado los de los ex secretarios de Estado José Manuel Campa y David Vegara y el del actual, Gonzalo García Andrés; el del gurú económico de Sánchez, Manuel de la Rocha, y el del execonomista del FMI Ángel Ubide.

La actual subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, podría ser una buena candidata si el presidente prefiere optar por una mujer, aunque ella parece más pendiente del cargo de gobernadora del supervisor, ya que Pablo Hernández de Cos termina su mandato en junio. Por otro lado, la actual presidenta de la Autoridad Fiscal, Cristina Herrero, encarna el súper perfil que Sánchez buscó en Calviño y en Escrivá, aunque no responde a la aparente nueva necesidad de darle un toque más político a este "nuevo" equipo. En cualquier caso, siempre existe la posibilidad de que el presidente dé la sorpresa con un nombre más desconocido y técnico, como fue el caso de la propia Calviño en 2018.

La candidatura al BEI y las reglas fiscales

Por otro lado, no olviden que tampoco hay seguridad de que Calviño vaya a resultar elegida presidenta del BEI. Aunque así se da de hecho en su equipo, no es oficial que haya conseguido los apoyos suficientes entre los ministros de finanzas europeos que eligen dicho cargo, y al menos hasta hace pocas semanas, Francia aún mantenía reticencias. Su principal competidora es la actual vicepresidenta de la Comisión Margrethe Vestager, a quien se le está complicando conseguir los apoyos suficientes por mucho que sea la preferida de los estados más pequeños.

Otra duda es qué podría hacer Calviño si no consigue el BEI. Una opción sería volver a intentarlo en el FMI, algo a lo que ya aspiró en 2019. Otra, tratar de llegar a comisaria en las elecciones europeas de la primavera, donde por el momento suena más el nombre de la actual vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, pese a que su salida del Gobierno es vista por muchos como un roto demasiado importante para Sánchez.

Mientras se despejan las incógnitas, Calviño tratará de cerrar lo antes posible una propuesta de texto legislativo que siente las bases de las nuevas reglas fiscales, ya que es su responsabilidad dirigir las negociaciones en el marco de la presidencia española del Consejo de la UE. La intención de la vicepresidenta era tenerlas cerradas en octubre, y después, en noviembre, pero de nuevo los intereses de Francia y Alemania son contrapuestos y están complicando la negociación. La cláusula de escape que se activó por la pandemia y que permitía gastar por encima de los límites acordados de déficit y deuda expira en enero de 2024, así que el tiempo apremia. Pero el texto legal aún se antoja lejano.