Pedro Sánchez descarta los experimentos. Los fichajes estrella. El presidente del Gobierno mira hacia dentro, hacia el PSOE, hacia su partido, para nutrir las arterias de su nuevo Ejecutivo. Busca, como hizo hace dos años, el rearme interno para librar la batalla exterior, la que será ahora más dura que nunca. Y toca las piezas justas, ni una más, sin cambiar el motor del poder y el engranaje que entiende que funciona engrasado y que une la Moncloa y Ferraz.

Tras un hermetismo absoluto, absolutísimo, mantenido durante todo el fin de semana, Sánchez descubrió este lunes los rostros de su nuevo equipo. 22 ministerios (los mismos que había), 12 mujeres, 10 hombres. Un goteo rápido de nombres que duró escasamente dos horas y al que sucedió una declaración institucional en la Moncloa —sin preguntas—, en la que él mismo definió el espíritu del Gobierno que este martes promete su cargo ante el Rey y que mañana miércoles se reunirá por primera vez en Consejo de Ministros: "Un equipo de alto perfil político para una legislatura de alto perfil político", personas "capaces de gestionar, pero también de llegar a acuerdos y de explicarlos públicamente". Un Ejecutivo, por tanto, de mayor peso político, simbolizado tal vez por la incorporación de un guerrillero como Óscar Puente (Transportes y Movilidad Sostenible), un pata negra que no pone reparos en morder ferozmente al PP. Pero un Ejecutivo, admitió también, "continuista", sobre todo en el área económica y en los ministerios de Estado.

Sánchez lo define como un equipo "de alto perfil político" para un mandato de alto voltaje. En el partido hay alivio, no hay espacio "para el 'frikismo", señalana en el partido

Y es que el presidente ha querido apostar visiblemente sobre seguro. Rodeándose de perfiles perfectamente conocidos en el partido, "solventes", "sólidos", dijo él, y que incluso a los más distanciados de Ferraz gustaron. Sin espacio "para el frikismo", señalaba una veterana. El partido respiraba con alivio.

Porque lo que Sánchez hace, básicamente, son cuatro movimientos claves. Uno, reforzar a sus dos dirigentes de máxima confianza, María Jesús Montero (Sevilla, 1966) y Félix Bolaños (Madrid, 1975), tejedores de su propia investidura. Dos, ascender a Pilar Alegría, al agregarle Deportes y la estratégica portavocía del Gobierno a Educación y Formación Profesional. Tres, confirmar a los ministros económicos y de Estado, con la suma de la navarra Elma Saiz en Seguridad Social, área de la que sale José Luis Escrivá, titular del nuevo Ministerio de Transformación Digital. Y cuatro, concederse un fichaje sorpresa: el de Ana Redondo para Igualdad. Una mujer de larga trayectoria política, ligada tanto a Óscar Puente como a Óscar López, director de Gabinete de Sánchez, con un cartel inmejorable en el PSOE, según ratifican todos los responsables consultados, y que ahora se encargará de sosegar un departamento que "destrozó" Irene Montero, la ministra bandera de Podemos que, como su líder, Ione Belarra, abandona el Gabinete.

Un quinto movimiento queda en reserva: si Nadia Calviño es elegida por sus colegas europeos para presidir el Banco Europeo de Inversiones, el líder socialista tendría que reajustar mínimamente su equipo antes de fin de año, y una línea esperable es desplazar a Montero a la vicepresidencia primera y a Escrivá, que ya calienta en banda, vestirle como responsable de Economía. Pero ese paso, en todo caso, llegará más adelante. Aún se puede computar un sexto compás: la expulsión total de Podemos del Gobierno, determinada por Yolanda Díaz y avalada por el presidente. No hay, además, gestos o guiños hacia los independentistas, de quienes pende la suerte de la legislatura.

Siempre el peón leal y fiel

Aunque Montero es compensada con un ascenso en vertical, en el escalafón, al asumir la vicepresidencia cuarta, es Bolaños el señalado como hombre fuerte del Ejecutivo. Él, un peón leal, fiel y eficiente, encargado siempre de las misiones más delicadas, será el nuevo superministro, al frente de dos carteras, Presidencia y Relaciones con las Cortes, que ya tenía, y Justicia, que recibe de Pilar Llop. Con su nombramiento, Sánchez demuestra lo que siempre estuvo claro, siempre: que Bolaños es su hombre de total confianza desde que llegó a la Moncloa —aunque su relación se remonta a años atrás, desde 2014—, y que ahora inviste con los galones que, en la práctica, hacen de él un quinto vicepresidente, o el vicepresidente político de facto. Él acumulará un inmenso poder. Como titular de la Presidencia y Relaciones con las Cortes, casi toda la actividad del Gobierno pasará por su filtro —él es quien preside la Comisión General de Secretarios de Estado y Subsecretarios (CGSEyS), el órgano que prepara los Consejos de Ministros—, y sobre sus espaldas seguirá recayendo la negociación con los grupos. Pero además tutelará Justicia en un momento de máxima tensión con la judicatura por la ley de amnistía, y cuando aún continúa pendiente la renovación del Consejo General del Poder Judicial.

Ahora queda la duda de si habrá relevo en la portavocía del partido, como de hecho se da por seguro en Ferraz

Bolaños ya dio un primer paso, muy relevante, este mismo lunes: conversó telefónicamente con la vicepresidenta de Valores y Transparencia del Ejecutivo comunitario, Věra Jourová, y el comisario de Justicia, Didier Reynders, sobre la proposición de ley de amnistía registrada hace una semana por el Grupo Socialista. La semana próxima les visitará en Bruselas, pero en su llamada les defendió que se trata de una cuestión política "de ámbito interno" que "no afecta en nada a los intereses y el derecho de la UE", según indicaron desde su equipo. El superministro ha sido el artífice de la norma, el que la ha pulido técnicamente para que pase el cedazo del Tribunal Constitucional, el que de hecho la defendió tras su registro. Ahora pasará a ejercer unas competencias que en realidad ya ejercía, dado el escaso brillo de Llop al frente del ministerio.

Infografía con los miembros del nuevo Gobierno de Sánchez hechos públicos en 20 de noviembre de 2023. El nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, que comparten en coalición PSOE y Sumar, tendrá cuatro vicepresidencias y 22 ministerios. Aunque hay nueve ministros nuevos, la tónica es de continuidad en los llamados ministerios de Estado, tales como Exteriores, Defensa o Interior. EUROPA PRESS

En la sala de máquinas de la Moncloa, mientras, permanece otro pretoriano del presidente: Óscar López, el director de Gabinete que sustituyó a Iván Redondo en la remodelación de julio de 2021, y Francesc Vallès, secretario de Estado de Comunicación (y exdiputado del PSC), reclutado también hace dos años. Con López, las bisagras con Ferraz no han crujido como en la etapa anterior. La relación entre los dos nodos de poder está engrasada. Como asegura un dirigente próximo al director de Gabinete, "cuando los equipos cohesionados marchan, mejor no tocarlos". Y eso es lo que ha hecho Sánchez. Por eso la dimensión de la actual remodelación interna es más discreta que la de dos años atrás, porque en aquel momento el presidente removió a sus tres máximos colaboradores: no solo Iván Redondo, también la vicepresidenta Carmen Calvo y José Luis Ábalos, titular de Transportes y secretario de Organización del partido.

Pilar Alegría (La Zaida, Zaragoza, 1977) también sale ganando de esta reestructuración. La titular de Educación y Formación Profesional se queda con Deportes y, sobre todo, asume la portavocía del Gobierno, por lo que será la cara del Ejecutivo todos los martes. Su ascenso no ha sorprendido. No en vano, ella ha ido subiendo escalones en los últimos dos años. En julio de 2022, se convirtió en la portavoz del PSOE y es, como dicen en su equipo, una de las mujeres de confianza del presidente. Ahora, queda la duda de si podrá seguir siendo el rostro del partido. En Ferraz apuestan a que habrá un relevo, pero "aún no se ha hablado". Ese cambio podría acometerse fácilmente: basta con que lo apruebe la ejecutiva federal. Por ahora, no se vislumbran relevos en las portavocías en Congreso y Senado, que hoy ejercen Patxi López y Eva Granados.

Influjo de Puente y López

Cuando Alegría fue fichada por Sánchez en 2021, igual que Isabel Rodríguez (Abenójar, Ciudad Real, 1981) —ministra de Política Territorial y portavoz que ahora pasará a dirigir Vivienda y Agenda Urbana, un área estratégica en esta nueva etapa—, se dijo que la mirada era mucho más larga. Ambas podrían ser el relevo de los dos barones más críticos con el presidente, Javier Lambán en Aragón y Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha. El reemplazo en la primera está más a tiro, dado que Lambán perdió el Gobierno regional tras las elecciones del 28 de mayo, pero el segundo es uno de los únicos tres presidentes autonómicos que conserva el PSOE, junto a Adrián Barbón (Asturias) y María Chivite (Navarra). Y el único con mayoría absoluta. El salto de Alegría a la política aragonesa, en cualquier caso, tardará aún en producirse.

El nuevo peso pesado que se incorpora es Óscar Puente, titular de Transportes, un ministerio con mucha presencia territorial y que le permitirá confrontar con los barones populares

Un peso pesado que se incorpora al Gabinete es Óscar Puente (Valladolid, 1968), alcalde de Valladolid entre 2015 y 2023. Él liderará Transportes y Movilidad Sostenible, un ministerio claramente inversor y de vertebración territorial. Pero, como ocurría con Ábalos, su papel desbordará las lindes de su departamento. Puente no se muerde jamás la lengua, no se atiene a argumentarios y no tiene problema en ser un látigo incansable contra el PP. Él ya fue portavoz de la dirección federal, aunque ejerció el cargo apenas unos meses en 2017. Ganó las municipales del 28-M, pero la suma de PP y Vox le derribó del poder, y Sánchez utilizó ese pacto de las derechas contra quien venció en los comicios para golpear a Alberto Núñez Feijóo en su debate de investidura. Eligió a Puente como su portavoz. Sorprendió por su apuesta, pero el partido lo celebró. Luego lo integró en la comisión negociadora y finalmente ahora lo aúpa a Transportes, con mucha presencia en el territorio, lo que le permitirá confrontar directamente con los presidentes autonómicos del PP (son 11 de 17).

En el Gobierno entrará, además, Ana Redondo (Valladolid, 1966), quien era su número dos en el Ayuntamiento de Valladolid. Ella fue, de hecho, concejala de Turismo y Cultura en los dos mandatos (2015-2023). Es una mujer, por tanto, de la confianza de Puente, pero también de Óscar López, de quien fue su portavoz parlamentaria en las Cortes de Castilla y León (2009-2011). Doctora en Derecho Constitucional, es a quien el presidente ha designado para devolver serenidad a una cartera atravesada por las polémicas en la última legislatura, la división en el feminismo y las consecuencias de la ley del sí es sí, que tuvo que ser reformada con el PP y la oposición radical de Montero y de Podemos. Redondo no se ha dedicado a temas de igualdad durante su carrera política, pero sus compañeros de partido defienden su valía y preparación.

"Es una mujer muy trabajadora y competente, y es necesario darle solvencia y solidez a un ministerio que Podemos degradó", indica una dirigente con ascendencia en el feminismo socialista. "Es lista y preparada, más que suficiente", confirma otra. "Es una mujer estupenda. Es feminista, tiene mucho poso político y es una mujer brillante", señalan desde el entorno de la actual secretaria de Igualdad de la ejecutiva, Andrea Fernández. Para Sánchez (y para Yolanda Díaz), era prioritario recuperar las riendas de Igualdad para no repetir las fricciones dentro y fuera del Gobierno de la legislatura pasada. La exigencia de Podemos de que Irene Montero repitiera en la cartera era absolutamente inviable. Igualdad sale de las trincheras, ese es el mensaje.

De los caídos el 28-M, Sánchez solo repesca a Ángel Víctor Torres, frente a barones con más voz propia. E impulsa para Igualdad a una mujer muy valorada en el PSOE, Ana Redondo

El jefe del Ejecutivo, en su comparecencia, aseguró que su Gabinete "va a priorizar el diálogo en una legislatura que va a ser clave para la cohesión social y territorial de España", y avanzará "en la agenda del reencuentro para garantizar la concordia en nuestro país". Ese será el cometido del nuevo ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, el expresidente canario Ángel Víctor Torres (Arucas, Las Palmas, 1966). Él fue el finalmente ascendido por Sánchez. En las quinielas figuraban otros barones socialistas con más peso propio, el valenciano Ximo Puig y el extremeño Guillermo Fernández Vara, ambos caídos con el tsunami del 28-M. El presidente se decantó por un dirigente con el que ha sintonizado más y con el que ha trabajado muy de cerca tanto por la erupción del volcán de La Palma como por la crisis migratoria. En el entorno de Puig no podían ocultar una cierta decepción, aunque recordaban que la cuota valenciana seguirá representada por Diana Morant (Xàtiva, Valencia, 1980), que a sus competencias de Ciencia e Innovación suma ahora Universidades.

La presencia del PSC sí es importante

Sánchez ha premiado asimismo a Navarra, otro territorio liderado por los socialistas. Su presidenta, María Chivite, propuso a Elma Saiz (Pamplona, 1975), su exconsejera de Economía y Hacienda y actual portavoz municipal en Pamplona, un nombre además avalado por el secretario de Organización federal, Santos Cerdán, el tercer vértice del triángulo de poder del líder, junto a Montero y Bolaños. Saiz tutelará Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, el departamento que José Luis Escrivá (Albacete, 1960) deja ahora para asumir Transformación Digital.

En el PSOE y en el PSC subrayan que lo más importante es la "complicidad" entre Illa y Sánchez, y el primero quería resituar a los suyos al frente del "poder económico"

El último rostro nuevo del ala socialista del Ejecutivo es Jordi Hereu (Barcelona, 1965), presidente de Hispasat desde 2020 y alcalde de la capital catalana entre 2006 y 2011. Él liderará Industria y Turismo, un departamento que pierde las competencias de Comercio, que pasan a engrosar la cartera de Nadia Calviño. Hereu será el único ministro del PSC en el Ejecutivo. ¿Pierde peso entonces el partido hermano, que hasta ahora contaba con dos integrantes en el equipo de Sánchez, Miquel Iceta y Raquel Sánchez? Dirigentes del PSOE y de la cúpula del PSC insisten en que no. La "influencia" de los socialistas catalanes hay que medirla por otras variables.

Para empezar, por la estrechísima relación y coordinación entre el jefe del Ejecutivo y el primer secretario, Salvador Illa. "Lo más importante es la sintonía con el proyecto y la complicidad entre los líderes, y lo demás es muy accesorio", advierte un miembro del núcleo de confianza del jefe. Pero también porque el PSC anhelaba volver a tutelar Industria, el área que ya lideraron antes Joan Majó, José Montilla y Joan Clos. Se trata de controlar "el poder económico", un ministerio importante para Cataluña, por el peso de su sector industrial y por su capacidad inversora, dado que hay que rematar "los PERTE más ambiciosos y seguir atrayendo inversiones", recuerda una dirigente muy ligada a la cartera. Nada menor a poco más de un año, como máximo, de las elecciones catalanas. Además, recuerdan diversas fuentes, el PSC tiene muchos cuadros en empresas públicas como Renfe, Indra o Aena, cargos "que va a intentar mantener".

Pero Sánchez también ha querido lanzar otro mensaje, como reconocen desde su círculo: la legislatura no será solo Cataluña. El presidente, también lo dicen en el PSC, ha querido que la carpeta del diálogo con las formaciones independentistas se concentre en el superministro Bolaños, en Illa y en Cerdán, el interlocutor directo de Carles Puigdemont. Pero no desea que el único foco sea Cataluña, porque eso es lo que buscará la oposición. Su Gobierno debe vender el resto de prioridades que enunció en su investidura: modernización económica, transición verde y digital, impulso de la hoja de ruta feminista, refuerzo del Estado del bienestar, mejora del acceso a la vivienda, reindustrialización del país, lucha contra la emergencia climática o el fortalecimiento del liderazgo español en Europa. El líder socialista sigue una estrategia semejante a la que explotó en 2021: intentar que Cataluña no sea omnipresente en el debate público.

La legislatura no será solo Cataluña: ese es el mensaje que también traslada el presidente

Entran cinco ministros socialistas, sí, pero 12 continúan. No cambian ni un ápice Fernando Grande-Marlaska (Interior), José Manuel Albares (Exteriores), Margarita Robles (Defensa) y Luis Planas (Agricultura). Tampoco la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, a quien muchos en el partido ven como la próxima candidata a las europeas o bien como apuesta de Sánchez para el Ejecutivo comunitario. En su entorno, sin embargo, insisten en que ese horizonte queda lejano y es pronto para especular.

No hay, en la nueva alineación de Sánchez, ni tecnócratas, ni fichajes estrella. No hay ese Gobierno bonito de 2018, más allá de los seis resistentes de aquel primer grupo. Son todos ministros del PSOE. Y el presidente, con un poder total en el partido, ha demostrado una vez más que no atiende a cuotas territoriales ni esquemas del pasado. Solo así se explica la presencia de dos ministros de Valladolid, el peso numérico menor del PSC o la repesca del canario Torres, en detrimento de otros barones con más voz propia. Él decide su equipo, y punto. Todo gira en torno a él. Y ahora ha entendido que valía la pena la continuidad, no la revolución interna que sí activó hace dos años.

Los otros cuatro ministros nuevos son los de Sumar. Díaz y Sánchez configuran un Ejecutivo más compacto

Los otros cuatro ministros nuevos son los del ala minoritaria, de Sumar: Ernest Urtasun (Cultura), Pablo Bustinduy (Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030), Mónica García (Sanidad) y Sira Rego (Juventud e Infancia). Cuatro perfiles que responden totalmente a Yolanda Díaz y que demuestran que la vicepresidenta se ha coordinado con Sánchez para elevar el peso político del Consejo de Ministros. La idea es componer un Ejecutivo más compacto que el anterior, con menos disidencias internas, e integrado por fajadores, hombres y mujeres de combate. Algunos, pocos, nuevos, porque la mayoría repiten. Lo resumía así un experimentado cargo: "No busca ilusionar demasiado o al menos no es la prioridad. Es un Gobierno defensivo que reivindica su gestión, y con algo más de peso político". Es lo que buscaba Sánchez. Y ahora echa a andar con él.