El expresidente de Correos, Juan Manuel Serrano, ha sido colocado por el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible como nuevo director general de la Sociedad Estatal de Infraestructuras del Transporte Terrestre (Seitt), responsable de las nueve autopistas de peaje quebradas que fueron rescatadas por el Estado.

Según ha informado el departamento que dirige Óscar Puente, el nombramiento ha sido aprobado por el consejo de administración de la sociedad pública.

Serrano, diplomado en Ingeniería Técnica en Informática por la Universidad Pontifica de Salamanca y licenciado en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), salió de Correos tras la formación del nuevo Gobierno, y su puesto fue ocupado por Pedro Saura, hasta entonces presidente de la sociedad pública Paradores.

Serrano, que fue jefe de gabinete de Pedro Sánchez en la secretaría general del PSOE, accedió al máximo puesto de responsabilidad de Correos en 2018. Desde entonces, los sindicatos abrieron un frente común por su gestión de la sociedad que ha acumulado cuantiosas pérdidas.

Ahora, la nueva empresa pública donde recala está presidida por la secretaria general de Transporte Terrestre, Marta Serrano. Dependen de ella ls cuatro radiales de Madrid (R2, R3, R5 y R4); la M-12 Eje Aeropuerto, que une la capital con Barajas; la AP-41 Madrid-Toledo; la AP-36 Ocaña-La Roda; y la AP- 7 en dos tramos, Circunvalación de Alicante y Cartagena-Vera.

Respecto a la gestión en Correos, los sindicatos UGT y CCOO mantuvieron un tenso enfrentamiento con Serrano. La compañía pública dependiente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) acumulaba pérdidas millonarias año tras año desde los 13 millones de euros de beneficio de 2019.

En 2022, registró 217 millones de euros en negativo, doblando la cifra del año anterior. La facturación fue de 1.962 millones de euros, un 5,7% menos que en 2021. Y a previsión interna es que se pueda cerrar el 2023 con más 300 millones en negativo.

Ambas centrales sindicales acusaron a Serrano de querer desmantelar el negocio tradicional de la compañía, así como laminar a los directivos de la casa para dar entrada a otros de su confianza.