Las amenazas de aranceles entre la Unión Europea y China tienen en alerta a las empresas españolas. El gigante asiático es un proveedor indispensable para el 10% de ellas y si aumenta la tensión comercial entre el Viejo Continente y Pekín temen que su actividad se vea afectada. En concreto, "casi un cuarto de las empresas españolas declara que su actividad se vería negativamente afectada en ese escenario, debido a
las eventuales disrupciones en los flujos comerciales y de inversión, así como al aumento de la incertidumbre asociado", según un análisis publicado por el Banco de España.
El supervisor bancario español ha recogido estos datos en su encuesta sobre la actividad empresarial (EBAE) y ha armonizado los datos recopilados por los bancos nacionales de Italia y Alemania. En los resultados, se observa que las empresas españolas están menos expuestas que las alemanas, pero más que las italianas, a estas tensiones geopolíticas.
Durante la pandemia del coronavirus se evidenció la dependencia que la Unión Europea tenía de China en algunos materiales. No se trata únicamente de baterías y microchips, cuyo abastecimiento sufrió varios cortes después del Covid, sino que los productos farmacéuticos que se importan vienen a menudo de China. El 80%
de las empresas del sector farmacéutico declaran importar bienes indispensables para su negocio desde Pekín.
La autonomía estratégica ha cobrado mayor importancia desde entonces. Esto se ha trasladado también al sector privado y algunas empresas tratan de cambiar de proveedores para evitar problemas con el suministro o para prevenir un incremento de costes si la guerra arancelaria escala. Pero la proximidad solo ha sido una opción para el 18% de las empresas españolas, que han elegido proveedores del mismo país o más cercanos.
Sin embargo, esta no es una opción para todas las empresas. "Dos tercios de las empresas expuestas consideran que sería difícil o muy difícil sustituirlos en caso de cortes repentinos en la cadena de suministro. Este porcentaje se sitúa alrededor del 70% entre las empresas manufactureras y alcanza alrededor del 90% en sectores como el de fabricación de productos informáticos, electrónicos y ópticos, de material y equipo eléctrico, o de productos minerales no metálicos", recoge el Banco de España.
El escenario internacional preocupa también a empresas que no tienen exposición a China. "Numerosas empresas, incluso aquellas sin vínculos directos con China,
anticipan un impacto negativo en su actividad bajo un escenario de menoscabo de las relaciones comerciales, una evidencia que está en línea con la literatura que vincula las tensiones geopolíticas, la incertidumbre y la actividad económica", apuntan los investigadores.
Coches eléctricos y brandy
A principios de este mes, la Comisión Europea anunció que contaba con el visto bueno de la mayoría de países de la Unión Europea para aplicar los aranceles a la importación de coches eléctricos, que ya había propuesto en verano. Para los coches del fabricante BYD, las tasas serán a partir del día 31 de octubre, del 17%; para Geely, del 18,8%; para Saic serán del 35,3% y para otras empresas que han cooperado con Bruselas alcanzarán el 20,7%. Tesla tendrá que pagar el 7,8% y el resto de compañías no mencionadas y que no han cooperado, un 35,3%.
La respuesta de China no se hizo esperar y el gigante asiático ha cargado contra el brandy, además de haber abierto una investigación sobre los lácteos y la carne de cerdo. Las empresas de estos sectores en España ya han alertado de las consecuencias económicas que podrían tener medidas arancelarias por parte de Pekín.
"Un escenario de deterioro de las relaciones con China, cuya probabilidad de materialización ha aumentado tras los recientes anuncios de restricciones comerciales por parte de las autoridades europeas y chinas, podría tener un impacto especialmente negativo sobre la economía española y europea, dados los elevados vínculos comerciales existentes y la fuerte concentración del suministro de algunos bienes estratégicos", alertan desde el supervisor bancario.
No obstante, subrayan que "la mayoría de las empresas españolas expuestas a insumos críticos importados de China aún no han tomado medidas para reducir su exposición a este país", a diferencia de mayores movimientos de las empresas italianas y alemanas.
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