Hoy hace un año y quince días que Quim Torra dio por "agotada y sin recorrido" la XII legislatura catalana. En estos más de doce meses, el Govern ha demostrado su bloqueo e inoperancia con la gestión de la peor crisis sanitaria del último siglo, mientras los indicadores económicos caen en Cataluña por debajo de la media española y europea. "No soy optimista", reconocía Valentí Pich, presidente de los colegios de economistas, este sábado en Cope Cataluña.

Y, sin embargo, los catalanes acuden este domingo a las urnas con la íntima convicción de que pocas cosas cambiarán tras el 14F. El triple empate de las encuestas entre JxCat, ERC y PSC y el pacto suscrito por los partidos independentistas para barrar el paso a los socialistas al Govern auguran solo dos escenarios plausibles: repetición del gobierno de coalición de JxCat y ERC o repetición electoral.

El PSC, excluido de Palau

Incluso en el escenario de que Salvador Illa cumpliera sus mejores expectativas y se impusiera en las urnas, ningún sondeo hace prever que el bloque integrado por los partidos independentistas pierda la mayoría absoluta en el Parlament. En ese contexto, el PSC parece descartado de la ecuación gubernamental a no ser que Moncloa fuerce en última instancia un apoyo externo de los socialistas a la investidura de Pere Aragonés.

El pacto anti-PSC suscrito por todos los partidos independentistas y hecho público el miércoles ha hecho saltar por los aires definitivamente la estrategia de Podemos que aspiraba a reeditar el tripartito que rompió más de dos décadas de gobiernos nacionalistas en la Generalitat.

"Sea cual sea la correlación de fuerzas surgida delas urnas, en ningún caso se pactará la formación de gobierno con el PSC", reza el documento suscrito por Laura Borràs, Dolors Sabater, Àngels Chacon y Sergi Sabrià en nombre de ERC.

La renuncia de Esquerra

Con Salvador Illa en cabeza, según las encuestas alegales del El Periódico de Andorra, y Laura Borràs por delante según las patrocinadas desde Cataluña en el escocés The National, Esquerra renunciaba práticamente todo su margen de maniobra para taponar la fuga de votos provocada, precisamente, por la posiblidad de reeditar el tripartito. ERC se ha dado cuenta en la última semana de campaña de que su estrategia de diálogo no le ha permitido pescar votos en los caladeros socialistas del cinturón metropolitano, y en cambio pone en riesgo su base de voto independentista.

Pero el acuerdo suscrito le impide hacer valer su papel central entre los tres grandes. Los republicanos podían aspirar, sobre el papel, a reclamar la presidencia de la Generalitat con el apoyo de JxCat y la CUP o PSC y En Comú-Podem. Pero esa ecuación también ha quedado desarticulada por el pacto forzado desde el independentismo esencialista.

Abstención, la clave

En este contexto, la participación será la clave en estos comicios. La última cita con las urnas, el 21D de 2017, estuvo marcada por el referéndum del 1-O y la declaración unilateral de independencia, que llevaron a Cataluña a una participación récord del 80% de los llamados a las urnas.

Esta vez, sin embargo, el Covid-19 dará alas a una abstención que ya se presumía elevada por el agotamiento de los electores después de tres años de debate estéril sobre "presos", "represión" y "amnistía". Las últimas encuestas oficiales situaban la participación entre el 53% y el 58%, unos datos que, de confirmarse, situarían a las elecciones catalanas por encima de las portuguesas, por ejemplo, celebradas tres semanas antes.

Los pequeños crecen

Pero el alto índice de indecisos registrado en todos los sondeos, el temor al coronavirus y la convicción de que poco cambiará tras la cita de las urnas hace temer una abstención mayor. Sin olvidar el temor a los contagios que ha dejado claro las más de 25.000 alegaciones presentadas por un 38% de los convocados para formar parte de las mesas electorales.

En ese caso, Vox, la CUP y el PDeCat deberían ser, a priori, los grandes beneficiarios. El partido de Santiago Abascal ha sido uno de los protagonistas de la campaña por los incidentes vividos en sus convocatorias, especialmente en Girona. Una tensión que no ha hecho más que alimentar las expectativas de los verdes en detrimento del PP.

La baja participación alimenta también las expectativas de la CUP, que crecería a costa de la desmovilización del electorado de JxCat y ERC. Y podría dar opciones de entrada al partido de Artur Mas, el PDeCat. En la candidatura de Àngels Chacon están convencidos de que obtendrán representación en las cuatro circunscripciones, lo que situaría al partido entre los 5 y 6 escaños, a las puertas del grupo propio. Pero ninguna encuesta pública ha ratificado esas expectativas.

El Parlament más fragmentado

Con estas expectativas, Cataluña puede entrar en la XIII legislatura con el Parlament más fragmentado de la historia. Con cuatro partidos en el bloque constitucionalista: PSC, Cs, PP y Vox, y entre tres y cuatro en el independentista: JxCat, ERC, CUP y PDeCat.

Nada hace pensar que los comunes vayan a abandonar la tierra de nadie en la próxima legislatura, vistos los discursos de sus candidatas y, sobre todo, del líder de Podemos, Pablo Iglesias, durante la campaña. Imposible contar con ellos para una mayoría no independentista en la que necesariamente debería asumirse los votos de Vox. Y expulsados del bloque independentista por el veto recíproco con JxCat.

Una cámara, por tanto, con ocho o nueve grupos, una mayoría de bloqueo independentista y una guerra entre JxCat y ERC que las urnas no parece que vayan a dilucidar tampoco esta vez. Con la elección de Laura Borràs como candidata de JxCat, en el entorno de Esquerra empezó a hablarse de la posibilidad de repetición electoral porque su propuesta es la opuesta a la defendida por ERC en los últimos meses. Tras las elecciones de este domingo, las negociaciones serán frenéticas entre ambos partidos.