"Habrá acuerdo" aseguran tanto desde JxCat como desde ERC. Una afirmación que cada día suena más voluntarista y menos convencida, a medida que avanzan las semanas sin que las negociaciones entre los dos grandes partidos independentistas lleguen a "cerrar ninguna carpeta", en lenguaje independentista. Sobre la mesa siguen abiertos los dos escollos que han bloqueado el acuerdo desde el principio: la coordinación en Madrid y el papel como director estratégico del Consejo por la República.

En este contexto, los equipos negociadores de Esquerra y Junts han vuelto a reunirse la tarde de este jueves en el Parlament. Previamente, el portavoz de ERC, Sergi Sabrià, volvía a la vía del ultimátum. Si el 20 de mayo no hay acuerdo, Esquerra buscará una investidura de Pere Aragonés para gobernar el solitario, con el apoyo externo de Junts. Un apoyo que Jordi Sánchez comprometió febrero, asegurando que no especularían con la repetición electoral.

El plazo se agota el 26 de mayo. Si dos meses después de la constitución del Parlament no ha habido investidura, Cataluña irá a la repetición electoral. Una opción que algunos, en el entorno de Junts, no han dejado de acariciar.

Incidencia del 4M

Las elecciones a la Comunidad de Madrid del 4M no han hecho más que agrandar la distancia entre los futuros socios sobre la estrategia a seguir en el Congreso, el gran escollo real a la hora de cerrar un pacto de legislatura, como quiere JxCat. Esquerra sostiene que la práctica desaparición de Cs del tablero político refuerza su posición como socio de referencia para el Gobierno de Pedro Sánchez. Sus 13 escaños en el Congreso han subido de precio, entienden los republicanos, que afrontan con esa idea la reedición de la Mesa de Diálogo.

Pero en Junts la lectura es exactamente la contraria. La victoria de Isabel Díaz Ayuso y el hundimiento de PSOE y Podemos aleja la posibilidad de que Pedro Sánchez afronte ahora concesiones en la Mesa de Diálogo. Menos aún la concesión de indultos o la reforma del Código Penal para rebajar el delito de sedición.

Estrategia en el Congreso

En estas condiciones, desde Junts aseguran que no se niegan a participar en la política nacional -aunque JxCat ha votado sistemáticamente en contra de las iniciativas del Gobierno en el Congreso-. Pero advierten de que el apoyo a las cuentas, o los decretos de gestión de los fondos europeos, "no pueden ser gratis".

El último ejemplo del disenso entre ERC y JxCat en el Congreso se vivió con la aprobación de la Ley Celaá, en la que los republicanos creían haber blindado, vía enmienda, la inmersión lingüística. Extremo que desde JxCat niegan, y en lo que Tribunal Superior de Justicia de Cataluña les ha dado la razón, exigiendo el 25% de clases en castellano.

El papel de Puigdemont

El Consejo por la República, su papel como director estratégico del independentismo, es el otro gran escollo que enfrenta a los dos partidos. ERC propone crear un espacio nuevo y "transversal" en el que republicanos y CUP puedan sentirse tan cómodos como JxCat. Algo que no sucede en el CxR presidido por Carles Puigdemont y dirigido por Toni Comin.

Por eso el republicano Sergi Sabrià propone aparcar el tema. "Es imprescindible seguir trabajando la estrategia pero es necesario empezar a gobernar ya" advertía este jueves en TV3. Pero en Junts rechazan dejar este frente abierto tras la investidura de Pere Aragonés.

Reparto de consejerías

Mientras, la negociación avanza en el reparto de consejerías. Junts ha respondido a la propuesta de Aragonés con un esquema de 13 consejerías -ERC proponía 14- en el que plantean la fusión de Justicia e Interior. Aunque los principales caballos de batalla son los amplios poderes que el líder republicano quería reservarse para Presidencia: Comisionado de los fondos europeos, Comunicación, Políticas Digitales, y Administración local, para preparar las municipales de 2023.

Además de las consejerías sociales, especialmente Salud, Junts quiere retener la gestión de los fondos europeos en Economía, cartera que lleva ya el nombre de Elsa Artadi. Y reclaman también la consejería de Exteriores, para reforzar la campaña de "proyección exterior del procés" que lidera Puigdemont desde Waterloo.