- ¿Es usted autoritario?
- Ni mucho menos. Soy una persona mediterránea, con unas convicciones firmes. En otras circunstancias le hubiese respondido que yo no soy autoritario, soy de Murcia [risas]. Uno tiene que tomar decisiones en un cargo como el que ahora tengo, con la responsabilidad de dirigir el partido más importante de España.
Esta conversación entre Teodoro García Egea y Carlos Alsina se remonta a octubre de 2018, pero podría perfectamente reproducirse con exactitud en la actualidad sin que a nadie le resultase extraño. El "fuego amigo" contra la mano derecha de Pablo Casado no es cosa únicamente de Cayetana Álvarez de Toledo o de Isabel Díaz Ayuso, aunque sí son casi las únicas que no esconden su animadversión hacia el modo de hacer y deshacer del político murciano desde la secretaría general del partido. La diatriba de ambas dirigentes contra García Egea -mucho más explícita en el caso de la diputada por Barcelona-, ha colocado al dirigente en el punto de mira y convertido su figura en un auténtico foco sobre el que dirigentes de diferentes capas del partido vuelcan sus críticas y sus recelos con la dirección nacional.
La posición de Pablo Casado es la de cierre de filas total con su número dos, al que designó como su 'hombre fuerte' unos días después de alzarse con la victoria en el congreso popular de julio de 2018. Teodoro García Egea fue el jefe de campaña del actual presidente del PP durante las primarias del partido y, según sus afines, el que le "impulsó" a la victoria contra Soraya Sáenz de Santamaría. "Ha demostrado que sabe lo que hay que hacer para cohesionar el partido, salir más fuertes y más unidos", defendió entonces un pletórico Casado. El de la secretaría general no es precisamente un puesto fácil. Entre otras funciones, su papel es el de poner la cara para recibir los golpes dirigidos al presidente y, además, tejer una red territorial que blinde el liderazgo del 'jefe', lo que con facilidad desata recelos y tensión en las capas autonómicas y municipales del partido. El objetivo de Teodoro García Egea es claro, nítido: llevar a Pablo Casado a Moncloa. Cueste lo que cueste.
Los críticos acusan a García Egea de tejer una "red territorial a base de favores"
La renovación territorial ha sido la obsesión del secretario general desde hace dos años, promoviendo cambios en ocasiones bruscos en determinados entes locales y regionales con el objetivo de tejer, dicen los críticos con su gestión, una "red territorial a base de favores" enardeciendo a cargos afines a la actual dirección e impulsando en tiempo récord un aparato 100% casadista. ¿El objetivo? Soterrar posibles contrapoderes autonómicos que puedan obstaculizar el camino de Pablo Casado al Gobierno de España. El problema es que lograr un partido completamente unido y plegado al líder es una ardua tarea en la que se hacen más enemigos que amigos. "Las malas artes de Teo ya las conocen en Sevilla o en Salamanca y ahora en Madrid", denuncia un líder autonómico del PP, que denuncia el "intervencionismo" de Génova para aplacar la autonomía de las organización territoriales.
Esta circunstancia, unida a que García Egea es el 'negociador' de confianza de Pablo Casado para los asuntos más espinosos, desde las conversaciones con el Ejecutivo para renovar los órganos constitucionales hasta la mediación para desactivar la bomba de relojería de una moción de censura en Murcia, hace que el guardaespaldas de Pablo Casado sea visto en algunos sectores del partido como un escudero con "mano de hierro", aunque todas y cada una de sus decisiones cuentan con el visto bueno del jefe de las filas populares. "Son un equipo, un tándem. Si cae uno caerá el otro", comenta un dirigente de la cúpula directiva, que descarta que el líder del PP pueda llegar a prescindir de su número dos ante una contestación interna que reverbera más allá de la Puerta del Sol. "Pablo está vinculado a él por una deuda moral", añade, un compromiso que, según los entendidos, llevará a Casado a apostar sin fisuras por su secretario general pase lo que pase.
Teodoro, el gran señalado por la crisis de Madrid
El secretario general del PP se ha encontrado con un duro escollo en su proyecto de renovación territorial, un obstáculo que tiene nombre y apellidos: Isabel Díaz Ayuso para algunos, Miguel Ángel Rodríguez para otros. A Teodoro García Egea le va en el sueldo resolver crisis internas, sí, pero de la pugna política en la Comunidad de Madrid podría salir enormemente escaldado, hasta el punto de que en los círculos autonómicos del equipo de la presidenta se le denomina ya como el "poli malo" de Génova, al que vinculan directamente las "filtraciones" e "intoxicaciones" en una estrategia de "desgaste" de la figura de la presidenta madrileña.
Pero su relación con el 'verso libre' de Isabel Díaz Ayuso no ha sido tan mala como la que ha desarrollado con el paso del tiempo con Miguel Ángel Rodríguez, un jefe de gabinete del que no pocos recelan de la posibilidad de que plantee para Ayuso lo mismo que hizo en su día con Aznar: llevarla a la presidencia del Gobierno y, por tanto, moverle la silla a Pablo Casado. En la Puerta del Sol aseguran no olvidar cómo Génova "abandonó" a la presidenta madrileña en los peores compases de la pandemia, un momento en que "nadie en la dirección salió a defenderla" cuando la oposición en Madrid, el Gobierno y sus propios socios de coalición arrinconaban a la dirigente por múltiples polémicas, como la gestión de las residencias o la polémica por el apartahotel de Kike Sarasola. En paralelo, el entorno de Ayuso denuncia que Génova sí quiso "anotarse el tanto" y "capitalizar el éxito" de su progresivo crecimiento público, que culminó con la incontestable victoria del PP en las elecciones del 4-M.
El fuego cruzado se intensificó especialmente desde primavera de este año. El asesor en la sombra de Ayuso ha tratado de frenar cualquier injerencia del secretario general en la política madrileña, mientras que el número dos de Génova exhibe recelos ante la desestabilización interna que promueve el jefe de gabinete de la presidenta. "Miguel Ángel quiere destruir el partido", zanjan fuentes de la cuerda de la dirección. Un ejemplo de este difícil equilibrio entre los dos equipos tuvo lugar durante la misma noche electoral del 4 de mayo, cuando se produjo una disputa sobre quién debía salir al balcón de Génova ante los cientos de congregados ante la sede. En la dirección denunciaron que Rodríguez se opuso a que apareciese tanto Casado como Egea porque era "la noche de la presidenta", mientras que en Sol lamentaron que 'Teo' se empeñase en que al estrado subiese no sólo él y el presidente del PP, sino también los actuales dirigentes de la gestora del PP de Madrid, Pío García Escudero y Ana Camins. "No pintaban nada", rememoran ahora fuentes autonómicas.
Pero la verdadera guerra se ha producido a cuenta de la renovación del PP de Madrid. La oposición de Génova a que sea Isabel Díaz Ayuso quien lleve las riendas del poder territorial más importante del partido ha desatado una fuerte contestación no sólo en Madrid, sino en diferentes sectores del partido, desde el Congreso al Senado pasando por la ejecutiva nacional o las presidencias autonómicas, que piden a Pablo Casado poner punto y final a su guerra fratricida con Isabel Díaz Ayuso, ceder la presidencia a la dirigente -a cambio, por ejemplo, de pactar una lista conjunta- y que, sobre todo, aparte a Teodoro García Egea de las conversaciones con el equipo de la dirigente madrileña para evitar alimentar el ruido en torno a esta cuestión.
La tensión llegó a tal punto que incluso trascendió que Isabel Díaz Ayuso había bloqueado en Whatsapp a Teodoro García Egea y otros tantos miembros del Comité de Dirección nacional y regional. Y la relación entre las capas intermedias no fue mejor, y se enquistó tanto que, según la versión de Sol, García Egea llegó a ofrecer a Díaz Ayuso vía libre para controlar el PP de Madrid a cambio de que apartase a Miguel Ángel Rodríguez de las negociaciones. La presidenta se negó, y el pulso continuó. Y la batalla continúa mientras el malestar y las críticas contra el secretario general del PP por su modo de actuar contra la líder regional van en aumento. "No hay nada que venda más en España que una víctima", suscriben fuentes del partido, en relación al papel que desempeña Ayuso en su conflicto con la dirección.
Cayetana, la otra 'rebelde'
En estos momentos, el Partido Popular está partido en dos mitades: los que se muestran proclives al desafío planteado por Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo y los que defienden a capa y espada la gestión del secretario general, que "ha hecho un esfuerzo titánico por reconstruir el partido" y sembrar "unidad" en todos los territorios para un objetivo común: que el PP desaloje a Sánchez de la Moncloa. El sector oficial defiende, además, que las dos mujeres que se han declarado en rebeldía contra los dictados de Génova no han hecho otra cosa que plantear un desafío a la autoridad del partido. Fue Pablo Casado quien confió en ellas pese a las voces internas que, tanto en el caso de Álvarez de Toledo como de Ayuso, pedían a gritos que no se las designara, a una como portavoz nacional y a otra como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
La reciente publicación del libro de la diputada por Barcelona ha abierto otro frente interno en el PP, después de que la dirigente no sólo anunciase a bombo y platillo que había desafiado las directrices de la dirección votando en blanco durante la renovación del Tribunal Constitucional en el Congreso -una insubordinación penada con entre 500 y 700 euros de multa, según las normas internas del Grupo Parlamentario Popular- sino que puso a Pablo Casado, y sobre todo a Teodoro García Egea en el mando de las críticas. Al secretario general le acusó de hacer "bullying" a los diputados, de ejercer un mando "testosterónico" donde no cabe la autonomía y el criterio propio, y de promover presuntamente la búsqueda de información delicada para desacreditar a la presidenta madrileña, como sucedió en su día con Cristina Cifuentes.
"Son políticos de los que no se recuerda ninguna idea original o realmente valiosa, pero que acaban imponiéndose por la pura fuerza de su ambición. Ansían el poder. Buscan el poder. Y a menudo acaban ejerciendo el poder. Y de una manera despótica (...). Su forma de hacer política son las pelotas y el peloteo", desgrana la ex portavoz del PP.
Aunque en la dirección tacha de "rotundamente falsas" las declaraciones de Álvarez de Toledo y evitan pronunciarse para no alimentar "sus mentiras", lo cierto es que las acusaciones de la dirigente contra la actual cúpula nacional -cuya vida interna desgrana en su libro Políticamente indeseable- ha generado estupor en el partido y agudiza el desgaste al que se enfrenta el PP y que carga sobre sus hombros Teodoro García Egea.
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