Ferran Brunet, profesor de Economía Aplicada de la UAB y miembro fundador de Sociedad Civil Catalana (SCC), ha dedicado tiempo y esfuerzos a demostrar los efectos económicos del procés, ha poner en cifras la decadencia que la declaración de independencia de octubre de 2017 ha provocado en la economía catalana. "He intentado cuantificar todo lo que se podía cuantificar" explica. Y ha condensado esos esfuerzos en "Economía del separatismo catalán".
"Escribir este libro no ha sido un plato de gusto" reconoce, "pero ahora lo ves y es obvio que esto tenía que hacerse". Convencido de que, pese a todo, la situación en Cataluña va a mejor, reclama apoyo a SCC para "abreviar el tiempo" de descompresión. "La normalización de Cataluña va a llegar, naturalmente, la cuestión es cuánto tiempo vamos a tardar. Ahora vemos el final del túnel, pero la gente normal que vive en según que pueblos no tiene ningún referente no independentista, debe ser una disonancia brutal".
Pregunta.- Sostiene en su libro que Cataluña ya ha perdido 4,6% del PIB por el procés.
Respuesta.- Es la comparación entre el PIB real y el PIB de Cataluña si hubiera crecido como otras regiones industriales españolas que no viven un proceso independentista, es un coste acumulativo durante la gran década del procés. Lo vemos igual si comparamos el PIB catalán con el de Madrid, que es una comunidad que tiene un millón menos de habitantes. La distancia entre ambas comunidades en 2019 es de 11 puntos.
P.- Los independentistas, y no solo ellos, hablan del efecto capitalidad para explicar ese gap.
R.- Una cierta diferencia es normal porque en el caso de Cataluña hay un tema de desindustrialización y en el de Madrid de tercialización. En las dos últimas décadas se ha producido una desindustrialización, que no se debe solo al procés, se debe a que Cataluña estaba más industrializada y a que la tendencia del desarrollo económico lleva a la terciarización, sobre todo cuando hay cadenas globales de valor.
En un mundo global la mayor diferencia entre países es la calidad de las instituciones, eso es lo que el procés se ha cargado"
Por eso, en un mundo global la mayor diferencia entre países, y también entre regiones, es la calidad de las instituciones. Lo importante en términos diferenciales no es que tengas materias primas preciosas, porque esto se compra bien en el mercado mundial, se trata de tener un tejido industrial y una estabilidad sociopolítica suficiente para atraer inversiones. Precisamente esto es lo que el procés se ha cargado.
P.- El procés ha reducido el atractivo de Cataluña como punto de inversión.
R.-Lo que define la decadencia de Cataluña es la pérdida de competitividad, estamos 63 posiciones por debajo de Madrid en el ranking de regiones europeas. Cuando estábamos bien, tras los Juegos Olímpicos, Barcelona llegó a estar en la posición 4 por atractivo para inversores en 2010, y vuelve a caer desde entonces. Es muy difícil y lento subir, y muy fácil bajar.
P.- Su objetivo con este libro es demostrar esos costes económicos del procés.
R.- El libro podría haberse llamado “El procés ens roba”. Después del golpe de estado del 1-O se produce un cambio de paradigma, es evidente que no es España sino el procés el que nos roba. Entre otras cosas porque Madrid tiene un déficit fiscal doble al de Cataluña, la contribución neta catalana es semejante a la de otras regiones ricas de estados muy descentralizados. El procés nos roba la dignidad, la libertad, las inversiones, el trabajo, el futuro.
El procés nos roba la dignidad, la libertad, las inversiones, el trabajo, el futuro"
P.- ¿El procés ha fracasado?
R.- Totalmente. Pero ellos lo sabían. Siguiendo a Popper, en las sociedades abiertas casi todo es posible pero no todo es igualmente probable. La probabilidad de que Cataluña llegara a ser independiente era muy pequeña. Pero para los separatistas el negocio no está en la independencia, que sería la ruina, sino en el procés. Es decir, en mantenerse en los cargos el máximo de tiempo.
P.- Entonces no ha fracasado.
R.- Para ellos no. Ser capaz de dar un golpe de estado, públicamente, tras anunciar que lo vas a dar es un éxito que solo ocurre en España. Es un éxito en la polarización, no en el resultado final. En Quebec la polarización se mantiene, el aterrizaje no va a ser rápido. No hay traidores entre ellos, no puedes hablar con ellos, no hay capacidad de intervención.
P.- Usted señala a las "élites extractivas catalanas" como responsables del procés.
R.- Va en la línea de lo que dice Thomas Piketty, que tiene un excelente conocimiento del proceso catalán. Para resumir su conclusión: el procés es una cosa de ricos y de las élites. No es un movimiento de abajo a arriba sino de arriba abajo, con un gran éxito.
P.- ¿El procés se explica como una manera de tapar la corrupción política?
R.- Es una salida hacia adelante ante una amenaza. La corrupción no es el 3%, eso es un elemento pero hay mucho más. La cuestión básica es la impunidad. Aquí ha habido una financiación de competencias impropias tremenda y además corrupción ilegal. Me pregunto dónde estaban los interventores.
P.- En los años previos a 2017 vimos a nombres de peso del pensamiento económico catalán, desde Andreu Mas Colell al Colectivo Wilson, haciendo apología de las bondades de la independencia sin mencionar los costes que usted denuncia.
R.- Ellos defendían que con lo que “nos roba Madrid” tendríamos 16.000 millones. Ahora son 9.000 millones, y porque tienes un superávit comercial de 20.000 millones. En el libro demuestro que el saldo comercial con el resto de España ya ha bajado en los últimos diez años. Por tanto los escenarios ante la independencia son una pérdida mínima de un 9% del PIB, hasta un máximo del 24%. Aquellos 16.000 millones han desaparecido.
P.- ¿Entonces esos análisis eran frivolidad o mala fe?
R.- Creo que al principio era frivolidad y después mala fe por no reconocerlo. Mas-Colell se ha enmendado, cuando hace unos meses reconoció que la independencia no es viable le contesté: bienvenido a la realidad. Todo lo que ha pasado es pasado, hay mucha gente que lo ha padecido pero lo que nos interesa a todos es la reconciliación y el futuro.
El gran problema Cataluña es la no neutralidad de la Generalitat"
¿Por qué lo hicieron? La gran pregunta es por qué la élite catalana se volvió loca. La teoría de la rana aplica en este caso, todos nos hemos dejado llevar por la inmersión lingüística, embobados por TV3… El gradualismo en el proceso ha sido clave. Y la otra clave es que el golpe de estado lo da una administración del Estado legal. El gran problema Cataluña es la no neutralidad de la Generalitat. España en general es un país democrático pero en una de sus regiones ocurren cosas como estas.
P.- ¿Esa falta de neutralidad de la Generalitat explica la fidelidad, "propia de una secta" dice usted, del votante independentista?
R.- Si. Y la fidelidad al poder, por eso creen que la gente normal son disidentes. En los resultados electorales por comarcas, ganan en las comarcas más subvencionadas. Son las zonas carlistas de Cataluña, que fueron franquistas, después de CiU -la mayoría de los alcaldes franquistas se pasaron a CiU- y gradualmente han pasado a ser soberanistas e independentistas.
El control del territorio es muy importante para la independencia, por eso alguien se ha asustado mucho con lo que está ocurriendo en relación al control marítimo y aéreo de Cataluña.
P.- ¿Cómo valora la estrategia conciliadora del Gobierno Sánchez con estos antecedentes?
R.- Necesitan estos escaños en el Congreso. Pero como catalán normal me siento completamente abandonado por este Gobierno, y por gobiernos anteriores más que por el actual. En la medida en que los catalanes estemos abandonados por todos los niveles de gobierno es muy difícil que tengamos una orientación pro Gobierno o pro legalidad. Porque la legalidad no nos defiende.
Que sean los padres los que individualmente tengan que instar el cumplimiento de la sentencia del 25% quiere decir que los ciudadanos estamos completamente abandonados"
Ahora la Justicia ha dictado la obligatoriedad del 25% de castellano, tienen dos meses para aplicarlo. Que sean los padres individualmente los que tengan que instar el cumplimiento de una sentencia, quiere decir que los ciudadanos estamos completamente abandonados. Aquí tenemos un problema gravísimo, estoy convencido de que el futuro será mejor, pero todo lo que ha ocurrido es por culpa de cosas miserables y surrealistas como esta, de trasladar la carga a la víctima.
P.- ¿Qué posibilidades hay de revertir esa decadencia en Cataluña?
R.- Será muy lento, aunque se mejoren las inversiones, el efecto seguirá siendo importante a medio y largo plazo.
P.- Estuvo en el origen de Sociedad Civil Catalana, que tras liderar el rechazo al 1-O ahora pasa por horas bajas.
R.- SCC es una asociación transversal. Ha sido el instrumento que los catalanes nos hemos dado para dar una respuesta a barbaridades del gobierno de la Generalitat. Somos las víctimas los que tenemos que defendernos, el Estado nos tiene abandonados, pero ha sido siempre así. Las circunstancias actuales no son muy diferentes, son mejores que las del pasado.
La gente demostró el 8 de octubre que ante hechos gravísimos no iba a transigir. Las políticas reactivas, como es el constitucionalismo, son muy difíciles de implementar. Uno supone que la ley se cumple, instar a que se cumpla la ley es una significación sobrevenida muy importante que conlleva grandes inconvenientes individuales. De ahí el término de disidentes para los que hemos dado un paso al frente. SCC no es aún una entidad de masas, pero sus objetivos sí que son de masas, son transversales: concordia, sentido común, y superar el carácter antisocial de algunas políticas de la Generalitat, como la caída de la inversión en educación y sanidad. Por eso Cataluña es la última en gasto per cápita para educación y sanidad.
P.- Y sin embargo, usted habla del “infierno fiscal” catalán.
R.- Infierno fiscal en el sentido de que somos la comunidad con mas impuestos propios. Solo recauda 600 millones de euros, es el chocolate del loro, pero es una demostración de que aquí mandan ellos. El problema es que a veces choca con la Constitución por invasión de competencias, y que la administración tributaria cuesta más de lo que se recauda.
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