Es una noche fría en el centro de Málaga. En una de sus callejuelas suenan las marchas cofrades y una cadencia de pasos desfila desde uno de los rincones. Una cuadrilla de porteadores, jóvenes y mayores, ensaya la primera Semana Santa en dos años. Ni la pandemia del coronavirus, que canceló todas las procesiones durante 24 meses, ha podido con la tradición que toma el callejero urbano de media España desde este Domingo de Ramos.

"Tengo muchas ganas. Tenía un mono increíble. Lo necesitaba", declara efusivamente Esther Ramírez, una de las porteadoras del trono de María Santísima del Patrocinio, uno de los primeros reclamos de la semana de pasión que arranca este domingo. "Estos dos años he estado amargada. Menos mal que tengo una virgen chiquitita en mi casa y durante estas últimas dos Semanas Santas la sacábamos al balcón", rememora la joven de 36 años.

Esther es una de las contadas integrantes femeninas del escuadrón que, con unos altavoces dispuestos sobre el trono, hace avanzar el paso por las angostas arterias de Málaga. Desde mediados del pasado febrero una treintena de vecinos ha repetido la ceremonia en un puñado de ocasiones, a modo de recordatorio. "Es un cosquilleo. Es como la primera vez, como ese encuentro que tenías de pequeño con la Semana Santa", confirma Manuel Calderón, hermano mayor de la cofradía de la Salutación.

Calderón observa el deambular desde uno de los laterales de la plazoleta en la que se ubica la Casa de Hermandad. La música, las órdenes del capataz y el movimiento atraen a los transeúntes y los vecinos. "¿Qué es esto?", pregunta una turista extranjera cuando asoma la cabeza por uno de los bloques dedicados a alojamientos turísticos. Aclarado el acontecimiento, toma el móvil y captura los instantes que se suceden.

"Hay muchos reencuentros y se nota, de nuevo, la ilusión de la gente", confiesa Calderón, emocionado por recuperar la normalidad cofrade "tras dos años de reuniones virtuales y algún encuentro físico muy acotado". "Hay muchas ganas contenidas. Es como si no hubiera pasado el tiempo. Al principio, se hace extraño el convocar a la gente. Ha sido un paréntesis por la pandemia", asevera.

Ensayo de trono en las céntricas calles de Málaga.

Sin restricciones

La primera Semana Santa desde la irrupción del Covid-19 se produce sin las restricciones que han reinado durante meses, en mitad de sucesivas oleadas que han segado decenas de miles de vidas y dejado cientos de miles de contagios. "Existe la sugerencia de usar mascarillas y limpiar y desinfectar los varales, pero no dejan de ser recomendaciones", advierte el hermano mayor.

Existe la sugerencia de usar mascarillas y limpiar y desinfectar los varales, pero no dejan de ser recomendaciones

En el ensayo, no obstante, las mascarillas siguen a la orden del día. Tanto como la devoción. "Ver que los porteadores lo hacen con tanta ilusión te da más fuerza para seguir en la Hermandad", manifiesta José, el albacea de la cofradía. "El que es devoto de cualquier imagen, Virgen o Cristo, eso lo lleva de siempre. Ha hecho mella para que la gente coja el ritmo. En esa parte hemos notado que les ha costado venir a tallarse sus hábitos de nazareno, por ejemplo", añade.

Entre los participantes, cunde la veteranía. José lleva ligado a la hermandad más de 14 años. "La mayoría son repetidores. Hay dos o tres incorporaciones. Son a ellos, los más jóvenes, a los que se les intenta meter el gusanillo de la hermandad", comenta el cofrade. A unos metros, el trono sigue dando pasos. Es apenas la estructura al desnudo, muy lejos de los 1.200 kilos que pesará este Domingo de Ramos cuando aparezca por las calles malagueñas.

Ensayo de trono en las céntricas calles de Málaga.

"Se ensaya sin peso y se hace por afinar el oído, saberse las marchas, la cadencia diferente y por formar grupo y que entre ellos se vayan conociendo", esboza Calderón, feliz por haber obrado la reconciliación con el calendario de abril. El último temor ahora es el cielo y las condiciones climatológicas, un tema de discusión recurrente en las previas de todas las Semanas Santas.

Un júbilo que se comparte en Sevilla, otros de los puntos de la pasión cofrade. "Tomamos la decisión de mantener la prudencia y hacer los ensayos estrictamente necesarios", explica a este diario José Aldea, hermano mayor de la hermandad del Cachorro, ubicada en el barrio de Triana. Procesiona el concurrido Viernes Santo, con los pasos del Cristo del Cachorro y la Virgen del Patrocinio.

Costaleros de reserva

"Está la experiencia previa a la pandemia. Hay gente joven que se incorpora y que son novatos, pero se confía en los veteranos que no se han retirado", alega el hermano mayor. Una suerte de protocolo se ha impuesto entre "los capillitas". "El uso de la mascarilla debajo de los pasos es una recomendación pero, desde mi punto de vista, debe ser una obligación porque no se cumple la distancia. No existe, en cualquier caso, ninguna norma al respecto", señala Aldea.

"Para cubrir posibles contingencias, hay que tener más costaleros de reserva por si hubiera un número importante de positivos cuando hagamos las pruebas de antígenos. La idea es poder hacer la estación de penitencia sin contratiempos. Eso sí nos tiene preocupados y hay que contemplar escenarios que pudieran producirse", aduce.

Imagínate. Cuando limpio mi casa, me pongo incienso y marchas en lugar de reggaeton

Escenarios que quienes ansían recuperar la cita esperan que no se produzcan. "Vivimos la Semana Santa todo el año. La vivimos en navidad, agosto o en la feria. Yo me voy a las casetas cofrades", responde Ramírez, la joven apasionada por la pascua. "Imagínate. Cuando limpio mi casa, me pongo incienso y marchas en lugar de reggaeton", recalca quien comenzó a desfilar con un trono cuando cumplió los 16 años. "Me acuerdo de que mi padre me tuvo que firmar la autorización por ser menor. Desde chiquita he estado en esto"

Calderón, uno de los hermanos mayores encargados de romper la sequía de dos años en la capital de la Costa del Sol, asiente. "Había mucho miedo con qué pasaría después de dos años y si la gente se iba a olvidar o distanciar de esta tradición en la que se rompe la distancia social que hasta ahora ha estado vigente. Al final Dios ha querido que vuelva y que podamos, con cierta normalidad, volver a disfrutar", concluye.