La mascarilla es obligatoria en interiores desde el 18 de mayo de 2020. Aunque la pandemia había comenzado dos meses antes, la obligación no se planteó hasta entonces, sencillamente, porque no había suficientes. “El Gobierno no va a exigir nada que no se pueda cumplir”, afirmaba en abril de 2020 el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Desde entonces en España no se puede entrar en espacios públicos cerrados sin la mascarilla, que buena parte de ese tiempo nos ha acompañado también en exteriores. Pero desde hace unas semanas se va acercando el final, que el otro día escenificó el Congreso de los Diputados con la aprobación de una petición al Gobierno para que se elimine esta norma.

Además del respaldo del Congreso, las comunidades autónomas y los expertos de Sanidad mantienen cierto consenso sobre que se acerca la hora de eliminar la obligación de la mascarilla en interiores, pero el debate se centra en la fecha. El pasado 31 de marzo, los técnicos de las comunidades autónomas rechazaron retirarlas antes de Semana Santa, con el único voto en contra de la Comunidad de Madrid, según fuentes regionales.

Finalmente (con información actualizada el 6 de abril) la obligatoriedad de la mascarilla en interiores terminará el 19 de abril, fecha en que el Consejo de Ministros aprobará la normativa que respalde la nueva situación. Así, se mantiene la obligación durante las vacaciones de Semana Santa, como habían solicitado los expertos y algunas comunidades autónomas.

También está pendiente el texto definitivo sobre en qué condiciones se retirará la mascarilla en interiores, aunque se trabaja sobre un borrador elaborado por los expertos de la Ponencia de Alertas de Sanidad que marca las directrices bajo las que se prevé que cambie poco la decisión.

En el borrador, al que ha tenido acceso El Independiente, se plantean tres ámbitos generales donde persistirá la obligación de llevar mascarilla: centros sanitarios, residencias y medios de transporte.

En el caso de los centros asistenciales se plantea que deban seguir llevando mascarilla los trabajadores y los visitantes, así como los pacientes ingresados si están fuera de su habitación. También los trabajadores y lo visitantes de centros sociosanitarios cuando estén en zonas compartidas; no se recomiendan a los residentes.

Los expertos de Sanidad aconsejan que los alumnos no usen mascarilla en el ámbito escolar, aunque sí se recomienda para profesores con factores de vulnerabilidad. En el contexto del Covid se consideran personas vulnerables los mayores de 60 años, inmunodeprimidos por cualquier causa y las mujeres embarazadas.

Los expertos emiten también otras recomendaciones, como la de que lleven mascarillas las personas vulnerables siempre que mantengan contacto prolongado con personas a menos de 1,5 metros de distancia. Y para todas las personas en el trabajo, siempre que no haya 1,5 metros de distancia y no pueda garantizarse una ventilación adecuada.

También se recomienda la mascarilla "en el entorno familiar, las reuniones de amigos y celebraciones privadas" y en espacios cerrados de uso público como comercios, supermercados, centros comerciales, cines, teatros y espacios cerrados como bares, restaurantes y locales de ocio nocturno.

En dicho borrador, los expertos celebran la "alta adherencia" de los españoles al uso de las mascarillas y confirman su eficacia, aunque también hacen referencia a sus efectos negativos, como la reducción de la capacidad de comunicación. "Las emociones positivas se vuelven menos reconocibles y las emociones negativas se amplifican. Se reducen el mimetismo emocional, la empatía y la emotividad en general, lo que tiene repercusiones importantes en el entorno escolar, en la generación del vínculo entre profesores y alumnos, la cohesión del grupo y el aprendizaje. Igualmente, las mascarillas tienen un efecto negativo para la comunicación de las personas con pérdida auditiva moderada a grave, condición especialmente frecuente entre los más mayores".