Es una moneda con dos caras. En una figura la realidad actual, en la otra la deseada. En el anverso, Euskadi, en el reverso, España. En uno de los lados aparece acuñado el rostro del nuevo líder popular, Alberto Núñez Feijó, en el otro el del veterano líder del PNV, Andoni Ortuzar. Aún no se han visto y la moneda continúa teniendo poco uso. Se trata de dos opciones que apenas se miran. Populares y nacionalistas se han limitado a la cortesía, a las buenas palabras y a algunos anuncios que apuntan hacia un acercamiento. Pero la realidad es que el deshielo se está haciendo esperar. Ni siquiera su relación en el País Vasco y en Madrid se asemejan. La cordialidad de la Cámara Baja se torna frialdad y distancia en el Parlamento Vasco.
En julio pasado Feijóo y Ortuzar anunciaron que tras el verano se reunirían por primera vez, que en septiembre se citarían. Transcurridos dos meses, ninguno de los dos ha levantado el teléfono ni ha reservado fecha para el encuentro. El puente entre Génova y Sabin Etxea continúa con matojos por desbrozar.
Han pasado cinco meses desde que Feijóo se convirtió en presidente del principal partido de la oposición y en el líder mejor posicionado para ocupar la Moncloa, según muchas encuestas. Un tiempo en el que mientras tanto en el PNV el enfriamiento en la relación con Pedro Sánchez ha ido en aumento. Las críticas lanzadas desde varios dirigentes del EBB del PNV por sus incumplimientos, fundamentalmente en lo relativo al traspaso de competencias del Estatuto de Gernika, han visibilizado el malestar.
El último dato aportado por el partido revela que no sólo sus dirigentes se han manifestado en ese sentido, también una parte importante de sus bases. El PNV inició un proceso de consulta a sus militantes en el que se les cuestiona por algunos aspectos. Uno de ellos hace referencia s la idoneidad de seguir apoyando a Sánchez si persiste en el incumplimiento del calendario de transferencias pactado. La respuesta ha sido contundente; el 81% de quienes han participado se han mostrado partidarios de romper el acuerdo con el Gobierno si no se completa el desarrollo íntegro del Estatuto comprometido.
Distancia en Euskadi
Sabin Etxea ha hecho público este dato sólo una semana antes de que el domingo día 25 celebra su Alderdi Eguna, el día del partido, en el que se cita con sus militantes y fija las directrices del año político. Y este será especial, el último antes de unas elecciones generales en las que la continuidad de Sánchez está en el aire y a sólo ocho meses de unas elecciones municipales y forales clave para el partido.
Por el momento, la normalización de las relaciones al más alto nivel está lejos de producirse. El balance se limita a un paso de distensión. El perfil Feijóo genera menos rechazo que el de su antecesor. También el presidente del PP ha tenido palabras más amables hacia el PNV de las que acostumbraba Casado. Es un punto de partida. Pese a ello, fuentes de Sabin Etxea aseguran que no se deben ver cambios de rumbo ni guiños del PNV hacia el PP: “No hay nada de nada. Se está intentando crear una ola de opinión desde Madrid para hacer ver que se ha producido un acercamiento, que el PNV estaría maniobrando para hacer ver que existe una alternativa, pero no es así”, aseguran fuentes próximas a la dirección.
La relación entre ambas formaciones muestra sin embargo dos fotografías, la de Madrid y la de Euskadi. Instantáneas que no se parecen mucho. En el País Vasco la relación entre los populares que lidera Carlos Iturgaiz y los jeltzales de Ortuzar es casi inexistente. Los reproches mutuos están a la orden del día y la última vez que se reunieron ambos mandatarios fue ya hace demasiados meses. Un encuentro ocasional con motivo del acto en recuerdo de Miguel Angel Blanco en Ermua en julio pasado –y en el que se citaron para verse Feijóo y Ortuzar- mantuvo la cortesía: “Por parte del PP en Madrid vemos que han cambiado las formas, tienen otra presencia, pero si nos remitimos a Iturgaiz, con todo lo que dice de nosotros, diría que no ha cambiado nada”.
No hace tanto que los contactos entre los dos partidos, incluso en situaciones complicadas, les llevaron a verse con calma. Hace poco más de un año el propio presidente del PNV, Ortuzar, junto Joseba Aurrekoetxea, miembro veterano de la dirección del partido, se vieron con Casado en Génova. En aquella ocasión incluso hubo almuerzo en la sede del partido.
Más sintonía en Madrid
Hoy parece prematuro imaginar que de modo inmediato pueda producirse una cita similar. La desconfianza con Feijóo también aflora. Si bien su perfil gusta más, algunas de sus palabras escuecen a los nacionalistas. Escuchar de su boca que el PNV se equivocó al apoyar la moción de censura contra Rajoy “y lo sabe”, como aseguró en una reciente entrevista, no ha gustado: “Es falso. El PNV tiene plena conciencia de que acertó de lleno. Quien debe decir si acertó o no es la ciudadanía y nos remitimos a los resultados electorales de unos y otros”.
En el PP vasco tampoco tienen noticias de la anunciada cita entre su presidente y el líder del PNV. Niegan que su relación este rota y afirman que la fluidez de la misma es similar a la que la formación nacionalista mantiene con el resto de partidos en el País Vasco.
En cambio, fuentes próximas a la dirección en Génova califican de buena la relación con el PNV, en particular en Madrid. “En realidad nunca hemos dejado de tenerla”. Los contactos entre la dirección del Grupo parlamentario y el Grupo Vasco en la Cámara Baja también discurre con normalidad. Recuerdan, sin embargo, que el verdadero interés del PNV es el Gobierno y no la oposición, donde “sólo se les pueden dar buenas palabras”.
Dos perfiles similares
Confían en que el perfil de Urkullu y Feijó puedan facilitar ese acercamiento. Dos políticos que se asemejan en aspectos como la moderación, la estabilidad o la gestión como seña de identidad de su modo de hacer política. El propio Feijóo reconoció que su relación con el lehendakari es positiva y que se conocen bien como presidentes de gobiernos autonómicos que han sido. Incluso que les unen muchas cosas con los nacionalistas como algunas de sus políticas económicas, industriales o sociales, no así las relativas al modelo de estado. En julio, en el primer encuentro que ambos mantuvieron, en el acto de Ermua, se les vio conversando. Desde entonces, en palabras de Urkullu, no ha habido más contactos.
Pero tampoco con Sánchez. El presidente del Gobierno hace más de seis meses que no conversa con Urkullu. En marzo fue la última vez que ambos mandatarios se vieron en una reunión. En el PNV apuntan que a pesar de que la relación con Sánchez no es buena, sí está engrasada y fluida con sus ministros.
En este escenario, el deshielo entre Génova y Sabin Etxea parece seguir algo congelado aunque con deseos de que avance. “Ahora no tenemos relaciones oficiales pero estamos dispuestos a normalizarlas, sería positivo”, reconocen en el PNV. Para ello creen necesario que antes se reconduzcan aspectos como la actitud del PP vasco “que no deja de insultarnos”, que se den las circunstancias adecuadas y que Feijóo dé el primer paso.
Ahora al PP podría abrírsele una ventana de oportunidad. El PNV ha aparcado por al menos un año -pasadas las generales- su intento por liderar la aprobación de un nuevo encaje de Euskadi en el Estado. El llamado nuevo estatus vasco descansa en un cajón. La pasada legislatura se aprobaron unas bases e incluso borradores de un futuro estatuto y que en otoño pasado Ortuzar sondeó a los partidos para explorar la siguiente fase. No lo logró. Acusó al resto de partidos de no mostrar disposición a ello. Casi un año después en Sabin Etxea continúan sin ver la oportunidad de volverlo a intentar.
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