Son referencias públicas para la comunidad extranjera más numerosa de España, pero en la mayoría de los casos han optado por el más denso de los silencios cuando se trata de hablar de su patria de origen, Marruecos, y de los asuntos más controvertidos que marcan las relaciones con el país en el que disfrutan de una vida exitosa. De músicos a deportistas y actores, los marroquíes residentes en España o los españoles con origen marroquí prefieren permanecer a salvo de la polémica.
Una de las pocas excepciones la encarna Morad, estrella del trap y todo un icono para las generaciones más jóvenes por unas letras en las que denuncia el racismo social e institucional en España. En agosto pasado incendió las redes con un mensaje en su cuenta de Tiktok en el que rendía pleitesía a Mohamed VI. “¿Qué pasa, chavales? Un saludo muy fuerte para todo el mundo. Quería aclarar: viva Marruecos, el rey de Marruecos y el Sáhara es de Marruecos”, clamó a sus seguidores.
Morad: "El Sáhara es de Marruecos"
Morad, todo un ídolo entre los jóvenes de su barrio de Hospitalet de Llobregat que atesora ya un historial judicial notable, salía así al paso de la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática que un seguidor le arrojó durante un concierto. “Eso fue una confusión de una bandera pensando que era de Palestina. Nos confundimos. Alguien con maldad nos la tiró para crear este problema, así que quería aclarar eso. Viva el rey y el Sáhara es de Marruecos", concluyó.
Fuentes conocedoras del incidente aseguran que Morad trataba de ese modo de calmar las aguas al otro lado del Estrecho, en vísperas de su viaje a Tánger, un destino de moda en los estíos marroquíes. Fuentes de la compañía que le representa declinan hablar con este diario. “No estamos interesados en hablar con ningún medio ahora mismo”, replican.
Es la misma respuesta que El Independiente ha obtenido de otros artistas y deportistas especialmente vinculados con la realidad marroquí, en una coyuntura marcada por la mejora de los lazos diplomáticos bilaterales. Ninguno ha accedido a responder el cuestionario que se le ha remitido y en el que se le interroga por su posición respecto al Sáhara Occidental; el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui reconocido por la ONU; las violaciones de derechos humanos en el reino; o las reivindicaciones históricas sobre la soberanía de Ceuta y Melilla.
El cuestionario que nadie respondió
Las preguntas remitidas por El Independiente a los representantes de figuras públicas de origen marroquí que ha obtenido cero respuestas.
1) ¿Cuál es su posición respecto al Sáhara Occidental?
2) ¿Apoya el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui reconocido por la ONU?
3) ¿Denunciaría las sistemáticas violaciones de derechos humanos en Marruecos?
4) ¿Ceuta y Melilla son españolas o marroquíes? ¿Defenderías ambas ciudades en caso de ataque marroquí?
5) ¿Se puede rendir pleitesía a dos reyes, Mohamed VI y Felipe VI?
6) ¿Cuáles son las razones por las que abandonó Marruecos?
La comunidad extranjera más numerosa de España
En España, 872.759 personas empadronadas en el país proceden de Marruecos, según el último registro del INE. Es la mayor comunidad de extranjeros en el país, por delante de Rumanía, Reino Unido o Colombia. Una presencia notable que tiene rostros muy conocidos como los futbolistas del Sevilla FC Bono o Youssef En-Nesyri, dos de las estrellas de la sorprendente actuación del combinado marroquí en el Mundial de fútbol de Qatar a finales del año pasado. Ambos brillaron en las derrotas a España o Portugal y su llegada hasta semifinales, donde cayeron frente a Francia. Desde el club hispalense han rehusado la entrevista con ambos.
Tampoco han aceptado responder al cuestionario Mina El Hammani, una actriz española de 29 años y padres marroquíes que fue catapultada al estrellato por su papel como Nadia Shanaa en Élite, la serie de Netflix que ha triunfado entre los más jóvenes al abordar sin líneas rojas sus inquietudes. Sus representantes han declinado la respuesta alegando la nacionalidad española de El Hammani, nacida en Madrid. Tampoco ha respondido la premiada escritora Najat el Hachmi, que -sin embargo- remite a las columnas que publica en medios de comunicación y en las que asegura haber abordado alguna de las cuestiones planteadas.
Ni siquiera han respondido a las solicitudes de entrevista rostros como Hamza Zaidi, un humorista hispano-marroquí con cerca de tres millones de seguidores en Instagram, o Mohamed Katir, un atleta español, especialista en las carreras de mediofondo y fondo. Interrogado por este mutismo que recorre sin excepciones a quienes son ejemplo de su integración en España, un opositor marroquí afincado en el exilio responde sin titubeos: “Es una sociedad completamente domesticada. Ni siquiera es posible encontrar voces críticas dentro del país”.
En su informe anual de la situación de los derechos humanos publicado esta semana, Amnistía Internacional denuncia que las autoridades del país “siguen aplastando la disidencia, dispersando protestas pacíficas y restringiendo las actividades de varias organizaciones que consideraban opositoras”. Constata, además, que se ha recrudecido la represión contra activistas saharauis.
Fuertes vínculos con Marruecos
A pesar de su sólida presencia en la sociedad española, la comunidad marroquí sigue enfrentándose a importantes dilemas. “Muy mayoritariamente es una comunidad bien asentada con las aspiraciones de toda emigración a hacerse un hueco perenne en este país, no sólo de los 800.000 con permiso de residencia, sino también del cuarto de millón con la nacionalidad española”, replica un experto en la materia. “Generalmente bien integrada aunque haya bolsas de marginación entre los recién llegados y los ilegales”.
A su juicio, el principal problema es que “ningún partido español se ha preocupado de darles voz, permitiéndoles su participación política en las elecciones municipales”. Los fuertes vínculos que aún les unen a su país de origen y que explican, en parte, este silencio absoluto y sin fisuras a modo de salvaguarda para sus esporádicos viajes al país.
“Por tradición, respeto a una institución secular, por identificación a la figura del rey con los aspectos positivos en la gestión del país (los malos se achacan siempre a malos gobernadores y políticos) como la vacunación temprana y masiva o el tren de Alta Velocidad. Y un poco también por el otro sentido de la palabra "respeto": cierto temor a ser mal visto por el sistema y los vecinos”, concluye.
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