Los delitos de odio en Euskadi se han disparado de modo preocupante. Sólo en los últimos cuatro años se han multiplicado por cuatro. En su mayor parte se trata de delitos de carácter racista y xenófobo y que tienen a la comunidad árabe como principal víctima de este tipo de agresiones. El informe elaborado por Cátedra Unesco de Derechos humanos y Poderes Públicos de la Universidad del País Vasco revela que el año pasado se tuvo constancia de, al menos, 435 delitos de odio dirigidos contra algún colectivo, lo que supone cuatro veces más que los 105 del año 2019.

Los expertos aseguran que este importante aumento de casos se debe no sólo a un repunte de casos sino también a una mayor conciencia social y menor tolerancia con este tipo de actitudes. A ello se suma el incremento en la llegada de población inmigrante al País Vasco, que ha crecido de modo significativo en los últimos años. Actualmente representa algo más del 11% de la población, frente al 8,4% que suponía en 2020. Pese a que en términos generales la acogida de la población inmigrante en Euskadi registra índices elevados de aceptación, las agresiones contra esta población venida de otros países se han visto incrementadas de manera importante.

Hasta hace cuatro años la evolución de los delitos de odio se mantuvo más o menos estable. Ha sido tras la llegada de la pandemia cuando el repunte de casos y denuncias ha subido de modo exponencial. Ese incremento se explica fundamentalmente por el repunte de los delitos de carácter xenófobo y racista, que concentran más de la mitad de los casos, el 52% del total. Las provincias de Bizkaia y Gipuzkoa son las que concentran un mayor número de casos.

Las autoridades incluyen entre los colectivos víctimas de los delitos de racismo y xenofobia a la comunidad gitana. Precisamente en enero de este año el Observatorio Vasco de la Inmigración, Ikuspegi, ya dio la voz de alarma tras las conclusiones de un informe sobre la integración y aceptación de esta comunidad en la sociedad vasca. Las conclusiones mostraron que apenas la mitad de la población del País Vasco mantiene una posición “más o menos tolerante” con los gitanos y que el 60% rechazaría vivir junto a ellos o que sólo el 5,8% aceptaría que sus hijos tuvieran una relación sentimental con una personas de raza gitana.

Hombres menores de 50 años

Sin embargo, en esta categoría de agresiones, tanto físicas como verbales, la comunidad árabe es la que los padece con mayor frecuencia en el País Vasco -68 casos el año pasado-. Distintos estudios realizados en los últimos años han corroborado el recelo que en la sociedad vasca suscita la cultura árabe, en particular todo lo relacionado con el Islam y algunos aspectos de su cultura. En segundo lugar aparece la comunidad latinoamericana, contra la que se cometieron casi medio centenar de delitos de este tipo. El resto de colectivos inmigrantes también reciben este tipo de agresiones de odio, aunque en menor medida.  

Según los datos presentados por la Consejería de Seguridad en el Parlamento Vasco, la situación comienza a preocupar y a requerir la necesidad de un abordaje multidisciplinar por parte de las distintas áreas del Ejecutivo, en particular la consejería de Educación. En tres de cada cuatro casos quienes cometieron estos delitos fueron hombres de nacionalidad española y en su mayoría menores de 50 años.

En términos generales, este tipo de agresiones e incidentes se producen en contexto públicos y en muchos casos en entornos vinculados al ocio y la hostelería. Los fines de semana concentran la mayor parte de episodios de odio detectados y denunciados.

Orientación sexual

En segundo lugar figuran los delitos de odio cometidos por razones de orientación sexual, que supusieron uno de cada cinco casos. Otra de las categorías que años atrás concentraba gran parte de los delitos de odio, los relativos al acoso por razones ideológicas o políticas, no suponen un número significativo en la actualidad, si bien se han duplicado en el último año hasta alcanzar los 34 casos.

En los 435 casos identificados como delito, en algo menos de la mitad de los casos el ataque se produjo en forma de lesiones, en cerca de un centenar de casos mediante amenazas y en 50 casos con coacciones. Entre todos ellos, sólo en cuatro de cada diez casos la agresión se produjo en la vía pública. Por la gravedad de algunas de las agresiones la Ertzaintza procedió a la detención de los agresores, algo que sucedió en 44 casos, a los que se suma las 246 personas a las que se les imputó por la comisión de un delito de odio.