La Historia del siglo XX persigue a los españoles con un eco que salta de década en década. José Antonio Primo de Rivera ha vuelto. Jugó un papel fundamental en la década de los años 30 como fundador de Falange, hijo de dictador, promotor ideológico del golpe del 36 y fusilado por la República en Alicante el 20 de noviembre de ese mismo año.

Convertido en mártir de la causa nacional, los restos de José Antonio Primo de Rivera descansaban en un sitio destacado de la basílica del valle de los Caídos, que ahora se vuelve a llamar Valle de Cuelgamuros por la ley de memoria democrática. La misma que ha obligado a sacar el cuerpo del fundador de la Falange del monumental memorial. La familia pactó que su exhumación se hiciera de manera privada tanto en El Escorial como en el cementerio de San Isidro en Madrid. Así se ha hecho. La prensa ha sido privada de una foto histórica, de la exhumación y la de la inhumación. Dentro de la basílica se han hecho fotos de la exhumación que ha compartido Ministerio de la Presidencia, pero del sepelio en San Isidro no ha habido foto para la Historia, sólo para la histeria. 

Como era de esperar, todos los falangistas y miembros de las distintas tipologías de la ultraderecha, desde moteros, falangistas con su escudo en la camisa azul, mucho tatuaje nazi y, sobre todo mucho joseantoniano han acudido a las puertas del cementerio de San Isidro a cantar el Cara al sol y homenajear a su líder histórico.

 “La convocatoria quería unir no solamente a los falangistas, sino a toda persona que se vea identificado, por un lado, con la figura de José Antonio Primo de Rivera y por otro lado, que sea contrario a todo lo que está ocurriendo ahora”, ha asegurado Jesús Muñoz de Falange. “Qué menos que estar aquí el día de su 120 cumpleaños”. 

El cierre del camposanto ha sido lo más molesto para los falangistas que querían homenajear a José Antonio Primo de Rivera. Tanto que la tensión creciente con los policías se tradujo en algún que otro tirón de camisetas y algún porrazo. Los insultos de “traidores y cobardes” a los policías subieron de tono y hasta recayeron en los “periodistas terroristas” y atrás quedó la perfecta convivencia entre informantes y falangistas durante espera de horas, a la sombra. Con la llegada de la comitiva y con el sol sobre nuestras cabezas subió mucho la temperatura y se produjeron tres detenciones.

El abogado y falangista Martín Ynestrillas ha querido entrar en varias ocasiones al cementerio. Se lo ha dicho a los miembros de la Policía con los que varias veces ha discutido para poder acceder al recinto y en todas las ocasiones se ha topado con la negativa de los policías que obedecían órdenes de la Delegación del Gobierno. El abogado ha sido detenido por saltarse el perímetro de seguridad.

“Es un día triste. Muy triste, por no decir otra cosa. Porque otra vez, otra vez se ceban con nuestro fundador. Otra vez los que le fusilaron hace muchos años le asesinaron, pues ahora se encargan de profanar su tumba y de mover sus restos mortales. Yo pienso que a los muertos, a los fallecidos, hay que dejarlos tranquilos, donde estén”, cuenta el falangista Jesús Heras.

“Es la quinta vez que mueven su cuerpo, su cadáver. Lo importante no es dónde está enterrado. Lo importante es lo que legó a las generaciones futuras, que su discurso es tan actual como hace 80 años, exactamente igual. Los problemas que tenía España entonces, extrapolados al siglo 21, son muy, muy parecidos: injusticia social, falta de unidad nacional, separatismos. Eso es lo que hay”, afirma Manuel Andrino, jefe nacional de Falange.

Cerrado para todos

La familia de José Antonio ha disfrutado del privilegio de que se cerrara el cementerio para ellos. Gente como Carlos Hurtado que iba con su padre dispuesto a llevar las flores de la boda de su hijo a su madre se ha quedado sin poder entrar. “Me he encontrado con que no puedo entrar en el cementerio, no sé si eso se puede prohibir”.  Teresa, de 76 años, también quería poner unas flores a sus padres y hermanas enterradas en San Isidro, “hoy haría 104 años mi padre”, asegura. Pero no va a poder entrar. No se disgusta porque también sabía que hoy venía José Antonio. Pone cara picarona y confiesa en voz baja que “es de los míos”. Española, muy española de familia, numerosa, muy numerosa, la dicharachera anciana escucha el bulo de que a Primo de Rivera lo han incinerado. “Eso está muy bien, voy a preguntar para que me incineren y me metan con mis padres”, piensa en alto.

En esa convocatoria abierta a joseantonianos de todo pelaje se ha sumado Isabel Peralta, conocida por su vídeo viral antisemita. La falangista ha cantado el Cara al sol al féretro de Primo de Rivera en la distancia, rodeada de policías que no la dejaban pasar. Allí ha recibido el aliento de algunos seguidores de Falange y el rechazo de otros. “El falangismo no tiene nada que ver con el nacionalsocialismo”, apuntan desde el partido. La historia de hace un siglo llega a 2023 con todo tipo de interferencias. Los restos de una figura fundamental para comprender el siglo XX español ya descansan junto a los de su familia. Salvo que la haya hecho un familiar, no hay foto para la Historia. Año 2023, siglo XXI.