El punto de inflexión del vodevil en que se convirtieron los prolegómenos del pacto entre el PP y Vox en Extremadura tiene nombre y apellidos, Santiago Martínez-Vares, quien fuera asesor externo de la candidata, su spin doctor particular. Génova admite que fue a partir de su marcha forzada, el 25 de junio, cuando se produce un giro de guion y "María pasa de unas posiciones muy maximalistas a rebajar el tono". "La semántica cambió. No sabemos si el discurso que inflamó a los de Vox lo escribió ella o no, pero parecía haber una animadversión personal de Vares hacia Vox", narran a El Independiente fuentes del entorno de Alberto Núñez Feijóo.

La oportuna filtración a Okdiario de una conversación de este experto en comunicación con un concejal sevillano de Vox afirmando «voy a por él -en alusión a Santiago Abascal- a partir de hoy no tengo otra obsesión en mi vida que acabar con Vox», sirvió de revulsivo para su marcha y ayudó a allanar el terreno entre dos partidos que parecían condenados a entenderse.

Lo cierto es que María Guardiola dedicó buena parte de su campaña electoral a negar el horizonte de un pacto con Vox y esas palabras suyas afirmando que “no puedo dejar que entren en el gobierno aquellos que niegan la violencia machista y deshumanizan a los inmigrantes”, eran la consecuencia lógica de esa campaña, "dirigida por Martínez-Vares", subrayan en el PP.

Bendodo, Tellado, Buxadé y Méndez Monasterio, claves en el pacto

El experto en comunicación y colaborador en distintas tertulias políticas ha asegurado que se fue para "no dañar" a la candidata popular, pero la filtración de ese audio resultó providencial para sacarle de escena y desbloquear una situación en la que parecían rotos todos los puentes. Su salida impulsó el cambio de estrategia que perseguían Génova y Bambú -sede nacional de Vox- y desde Madrid, el coordinador general, Elías Bendodo, y el vicesecretario de Organización, Miguel Tellado, intervinieron para mantenerse en "contacto casi continuo" con la baronesa autonómica hasta que en la mañana de este viernes se formalizó el acuerdo.

Y entremedias se produce no sólo la desconvocatoria de la Junta Directiva Regional extremeña para no inflamar más la situación, sino la redacción de una carta remitida a la militancia en la que la candidata daba marcha atrás. "Soy muy consciente de que también es imprescindible el respeto, el diálogo y el acuerdo programático con la formación Vox en Extremadura. Compartimos una prioridad, pasar página a las políticas socialista. Es lo que nos debe preocupar", escribió muy inspirada por esa cúpula popular con la que no dejó de trabajar a contrarreloj para buscar una salida al embrollo.

Del otro lado, el vicepresidente de Acción Política de Vox, Jorge Buxadé, y el asesor plenipotenciario de Santiago Abascal Kiko Méndez Monasterio, otra de las piezas de este complejo puzzle, "también bajaron el diapasón" a pesar de la dureza habitual de sus posicionamientos. Al final, la única alternativa, a la falta de acuerdo, "pasaba por repetir elecciones" puesto que la investidura de Guillermo Fernández Vara iba a ser doblemente fallida, tanto en primera como en segunda votación al no conseguir si quiera más votos a favor que en contra.

Ni PP ni Vox querían ir a las urnas ante la posibilidad de un triunfo más holgado de Vara

Pero Génova no quería llevar de nuevo a los extremeños a las urnas, Vox tampoco. Unos y otros eran conscientes de dos realidades. Primera, que el ganador el 28-M había sido Fernández-Vara. Segundo, que la ventaja por la mínima de un escaño del bloque del centro-derecha respecto al de la izquierda corría peligro en una nueva contienda electoral.

Bendodo, como interlocutor con Vox, y Buxadé, como interlocutor con el PP, hablaron durante la crisis aunque desde Génova insisten en todo momento que las negociaciones exprés estuvieron residenciadas en Mérida y que lo que se le trasladó a Guardiola fue "tranquilidad y confianza desde la dirección nacional". Asimismo niegan que la dirigente popular pusiera su cargo a disposición de Feijóo en ningún momento. Lo cierto es que el escenario vino abonado por los contactos entre los máximos líderes de ambas formaciones y la insistencia de Alberto Núñez Feijóo ante Santiago Abascal de que "no puede haber acuerdos simétricos ante realidades asimétricas".

En Génova admiten que en una negociación "casi nunca gana uno y pierde otro sino que ceden los dos", aunque se niegan a admitir el discurso de la rendición ante Vox. "De todo lo que querían, una vicepresidencia y dos consejerías, obtienen la gestión de los bosques extremeños", aducen. Se trata, dicen los populares, "de una cesión mínima" ante un escenario que llevaba de nuevo a las urnas.

Sin embargo, el pacto extremeño no allana necesariamente el camino en Aragón y Murcia. El aragonés Jorge Azcón avanza con pies de plomo para no depender del apoyo de Vox y los números le van saliendo aunque el partido ultraconservador insiste en entrar en el ejecutivo. Por otro lado, la Región de Murcia "es clave" para los populares. Este lunes desde la sede regional del PP volverán a llamar a Vox al objeto de conseguir un acuerdo programático, sin darles cabida en el Gobierno, en lo que parece ser una línea roja incluso para Génova.

Aguantar el pulso en Murcia

A fin de cuentas, tras el pacto en Extremadura Alberto Núñez Feijóo necesita acreditar no ser preso de Vox y mucho menos si lo único que necesitan de ellos "es que no bloqueen". Bastaría con su abstención para que López Miras fuera relegido presidente. También el lunes se conocerá la fecha del debate de investidura, y el barón popular acudirá a la misma haya o no haya pacto con Vox. "Ellos verán", dicen las fuentes populares consultadas. Otra cosa es, si esta vez, le aguantarán el pulso a los voxistas.