Sólo un día después de las elecciones generales de este 23-J la líder de Podemos, Ione Belarra, acusó a Yolanda Díaz de haberse dejado por el camino 700.000 votos por "invisibilizar" a los morados. El martes fue el factótum de Podemos, Pablo Iglesias, el que dejaba caer la posibilidad de que sus cinco diputados fueran por libre y este miércoles, Pablo Echenique, en su despedida como parlamentario, dijo estar orgulloso de "haber hecho mucho ruido", en réplica a Díaz.

Todo ello da una idea de que los morados están lejos de darse por vencidos y perder parte del protagonismo que disfrutaron desde su fuerte irrupción en la política allá por el 2014 a lomos de muchos de los grupos mediáticos que ahora denostan. Hoy, nueve años después, luchan precisamente por no perder el foco en la amalgama de partidos que conforman Sumar, pero las cosas pueden empeorar aún más para ellos, dado que, en caso de configurarse un nuevo gobierno de coalición con el PSOE, no tienen en absoluto garantizado, al menos, un asiento en la sala de los Consejos de Ministros, según ha podido saber El Independiente.

Ione Belarra e Irene Montero han sido un dolor de cabeza para Díaz desde que ésta asumió la vicepresidencia segunda del Gobierno en sustitución de Iglesias. Lo que éste pretendía fuera una sucesión tutelada devino en una declaración de independencia de la gallega, que comenzó a actuar por su cuenta sin informar a sus socios de Unidas Podemos ni reunir al espacio confederal para diseñar estrategias. En un deterioro de las relaciones con responsabilidades compartidas, muchos de los socios de Sumar dan por descartado que los morados lleguen a tener su cuota ministerial si se firma una nueva coalición con Pedro Sánchez.

Díaz tendrá que dar cabida en ese cupo de ministros a IU, Comunes, Más País y Compromís

Queda para la posteridad el vídeo del pasado martes en el Palacio de la Moncloa. El gabinete de Sánchez tuvo especial interés en que se difundiera la imagen del presidente entrando en la sala de los consejos de ministros donde intercambió un par de besos con su vicepresidenta segunda entre un mar de sonrisas, salvo por los rostros de circunstancias de las ministras de Derechos Sociales y de Igualdad. Y es que la líder de Sumar ha salvado, sin duda, los muebles este 23-J tras el batacazo del 28-M y, con ello, la posibilidad de reeditar la coalición gubernamental. Pero esta vez el sudoku es más complicado para ella pues tendrá que dar cabida en ese cupo de ministros -aún por determinar-, a Izquierda Unida y Comunes (con 5 diputados cada formación) y a Más País y a Compromís (con dos respectivamente).

Dado el clima de relaciones con Podemos, no es previsible que Díaz escoja a Belarra o a cualquier otro dirigente de Podemos para ocupar un ministerio. "Ella decidirá a quien pone", señalan los medios consultados, aunque sin duda deberá respetar un juego de equilibrios internos entre los que la apoyaron desde el minuto cero frente a los que pusieron todo tipo de dificultades tras tragarse el sapo del veto a Montero. A fin de cuentas Díaz dio un golpe de autoridad cuando la ministra de Igualdad quedó fuera de las listas de este 23-J.

Marcar posición y hacerse visibles

Los morados son conscientes de su debilidad, de su "modestia", dentro de Sumar, por eso necesitan marcar posición y hacerse visibles, dicen en el equipo de la vicepresidenta, al tiempo que reprochan que los medios de comunicación les presten tanta atención que en lugar de tener cinco diputados, parece que son cincuenta.

"Sumar se deja más de 700.000 votos y muchos escaños respecto al peor resultado de Unidas Podemos", dijo el lunes Belarra, que atribuyó la pérdida a "la estrategia de renunciar al feminismo e invisibilizar a Podemos", lo que "no ha funcionado electoralmente". Iglesias recordó que los cinco diputados de Podemos son determinantes a la hora de investidura de Sánchez y "responden a lo que diga su partido, lo mismo que los de IU y los de comunes" en una clara advertencia de que no seguirán las consignas de la disciplina de grupo.

Por su parte, Echenique, que ayer se despidió en la Diputación Permanente del Congreso en la que fue su última intervención como diputado antes de que se constituyan las nuevas Cortes el 17 de agosto, lanzó una pulla a Díaz, quien el martes dijo en el A Rojo Vivo que abominaba del ruido. En cambio, el que fuera portavoz del Grupo Confederal reivindicó ese ruido como la mejor vía para que "se escuche a los de abajo", se autoreivindicó al afirmar que durante este tiempo sólo ha dicho "verdades" al tiempo que salió en defensa de su compañera de filas Irene Montero. Sin, duda un ambiente interno que deja mucho que desear y esto no ha hecho más que empezar.