Javier De Andrés está viviendo una segunda vida política. Tras abandonar la primera fila del PP, Génova acaba de rescatarle. Lo hizo primero para encabezar la lista al Congreso por Álava el pasado 23-J y lo apuntala ahora para, nada menos, que presidir el PP del País Vasco. Si Pablo Casado ‘rescató’ a Carlos Iturgaiz para liderar –por segunda vez- el partido en Euskadi, Feijóo quiere hacer lo propio con Javier De Andrés Guerra (Vitoria, 1967). Hoy la Junta Directiva del PP pondrá fecha al congreso extraordinario, al proceso para relevar a Iturgaiz. Un trámite que, según lo consensuado entre la Dirección Nacional y la regional de los populares vascos, permita situar a De Andrés como presidente de consenso del PP vasco.

Oficialmente, sólo se requieren 70 avales para que cualquier militante pueda concurrir, pero en el partido dan por descontado que será De Andrés quien tome el testigo de Iturgaiz. De Andrés estaba llamado a contar la actualidad desde el otro lado, a analizarla como periodista. Es de algún modo lo que venía haciendo hasta ahora, tras abandonar la política en 2018. Un lustro en el que ha ejercido como periodista, con una empresa propia de comunicación, y en el que se ha dejado ver en tertulias radiofónicas, ha sido una firma frecuente en medios escritos y ha expresado su opinión sin cortapisas.

A sus 56 años, De Andrés acumula una larga trayectoria política. Incluso una hoja de servicios en la que puede acreditar haber ganado todas las elecciones a las que se ha presentado, pero como Feijóo, no en todas ha podido gobernar. Con dotes de comunicación y trato amable, defensor de apostar por el diálogo más que por la confrontación, De Andrés se presenta con un perfil moderado, centrado dentro de las ‘familias’ del PP. Es lo que Génova más ha valorado en él. Una figura que no provoca rechazo dentro del partido y que incluso fuera de él, en la siempre agitada vida política vasca, no se asocia a las posiciones más extremas de los populares. Esa es la encomienda principal con la que llegará, ser capaz de atraer sensibilidades de centro-derecha más allá del PP, sobre todo en el electorado más desencantado del PNV.

Su carrera en política comenzó en la trastienda, tras las bambalinas de las tribunas. Ha ido escalando todos los niveles, los institucional y ahora está a punto de culminarlo también en los orgánico en el seno del PP vasco. De Andrés fue responsable de prensa del partido en Alava primero y en la Diputación de Álava después. Fue de otro histórico del PP alavés, Ramón Rabanera, quien fuera diputado general de Alava –presidente foral de alava- durante dos legislaturas, de quien aprendió y del que durante mucho tiempo se le consideró ‘delfín’. Fue en su gobierno en el que comenzó a asumir responsabilidades como diputado foral de Obras Públicas.

Tres elecciones, tres victorias

Casado y padre de tres hijos, De Andrés, que cuenta con formación en el campo de las Finanzas públicas, fue el designado para sustituir a Rabanera cuando este anunció su adiós de la política, en 2007. En aquellas elecciones De Andrés cosechó su primera victoria, pero no logró mayoría para gobernar. Cuatro años de oposición después, en 2011 volvió a encabezar la lista del PP en Álava y esta vez la victoria, con el apoyo del PSE, le permitió gobernar el territorio alavés. En 2015 su tercera victoria no vino acompañada de una mayoría para reeditar gobierno. Estuvo poco tiempo ocupando un escaño de la oposición en las cortes alavesas. Mariano Rajoy le llamó en 2016 para relevar a Carlos Urquijo como delegado de Gobierno en el País Vasco.

El encargo con el que accedió a su nueva responsabilidad era reconducir el clima que en la etapa de Urquijo se había generado. La política de recursos y tensionamiento institucional con ayuntamientos y distintas entidades –en la mayoría de los casos por el uso de símbolos nacionales y la aprobación de ordenanzas, normas o decretos- en la que se había sumido la delegación de Gobierno requería de cierta moderación. Fueron años complicados en los que la acción de la delegación del Gobierno convivió con figuras como la de Macarena Olona, entonces Abogada del Estado en Euskadi.

De Andrés debía enfriar el clima y buscar cierta normalización institucional para alejar al PP de la imagen de rechazo en la que se había sumido. De formas tranquilas y trato afable, De Andrés recondujo muchas de las decisiones e intentó recuperar las relaciones institucionales dañadas. Sin embargo, la moción de censura contra Rajoy que precipitó el relevo en Moncloa puso fin a su etapa como delegado gubernamental en junio de 2018.

Candidato de consenso

A partir de ahí, dio un paso atrás y abandonó la política. En los cinco años siguientes continuó vinculado al PP pero de modo mucho más discreto y sin apenas dejarse ver. También se mantuvo al margen de los periodos más convulsos que precedieron a la salida de Alfonso Alonso y posterior llegada –por designio de Pablo Casado- de Carlos Iturgaiz.

Ahora, con el partido “cosido” de nuevo, como asegura Iturgaiz, su figura centrada y moderada aspira a competir en primera línea por continuar la remontada de apoyos que hereda de Iturgaiz. Al mismo tiempo, la llegada de De Andrés supone la recuperación del poder en el partido de los populares alaveses, perdida tras la abrupta salida de Alonso. El mantenimiento del consenso al que está llamado deberá conciliar al mismo tiempo las aspiraciones de influencia en el partido que ya han manifestado tanto sus compañeros guipuzcoanos como los vizcaínos.

El reto fundamental que tendrá ante si le llegará pronto, en apenas ocho meses. En junio Euskadi debería celebrar elecciones autonómicas. El Parlamento Vasco cuenta con 75 escaños, 25 por territorio, y en Álava, el ‘precio’ por escaño es más asequible. La pugna siempre ajustada que históricamente ha librado con el PNV se presenta ahora con viento a favor. En Álava, el territorio donde más influencia puede tener una figura como la de De Andrés, se encuentra el votante más moderado, más de centro-derecha del PNV, y probablemente más decepcionado –el PNV perdió 100.000 votos en las últimas elecciones- y que ahora De Andrés, como candidato a lehendakari que será, deberá saber atraer.