Ni las de Pedroche con Chicote en Antena 3 ni las de Ramón García flanqueado por Ana Mena y Jenni Hermoso en La 1. Las uvas más comentadas de la pasada Nochevieja no han sido las que vieron millones de españoles a través de la televisión, sino las minoritarias uvas de la ira o de la discordia que unas 300 personas se tomaron en la calle Ferraz de Madrid, cerca de la sede del PSOE, para seguir protestando contra la amnistía aprobada para los encausados por el procés. Pese a su carácter residual, un lamentable incidente al final de la concentración ha servido en bandeja la primera polémica política del año, con la dirección socialista y buena parte del Gobierno compareciendo en redes sociales para arremeter contra los provocadores y señalar de paso al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo como responsable indirecto del maltrato al muñeco piñata que representaba al presidente del Gobierno.

La convocatoria para tomar las uvas en Ferraz llevada a cabo por Revuelta –la organización cercana a Vox impulsora de las protestas contra la amnistía que vienen celebrándose en las últimas semanas en las inmediaciones de la sede socialista– tuvo un eco muy limitado. Los promotores organizaron una campaña de crowdfunding con el objetivo de recaudar 10.000 euros para montar una pantalla gigante y un escenario desde el cual los presentadores de estas singulares campanadas, Isaac Parejo y María Durán, conducirían un acto diseñado a mayor gloria del movimiento y sus logros. Finalmente, el Ayuntamiento de Madrid, que había autorizado el acto, prohibió el paso de los camiones con el material y frustró su instalación, Esto no impidió que tuviera lugar una retransmisión improvisada a través de YouTube cuyo directo, según los organizadores, superó los 200.000 espectadores.

Pero la verdadera polémica estaba por llegar, y no iba a tener que ver directamente con la pintoresca iniciativa audiovisual de Revuelta y sus socios –desde el canal Estado de Alarma al colectivo ultra HerQles–. Al terminar el acto, algunos de los asistentes colgaron de un semáforo una piñata que representaba al presidente del Gobierno. Algunos de ellos comenzaron a golpearla con violencia mientras otros proferían insultos contra Pedro Sánchez, apaleado en efigie. Las fotos y vídeos de la piñata se viralizaron a lo largo de las primeras horas del día 1.

Comienza la reacción socialista

Fue a partir del mediodía de Año Nuevo cuando varios ministros y dirigentes socialistas comenzaron a denunciar en cascada los hechos en redes sociales, reclamando al PP una condena explícita de los mismos en términos muy similares.

Una de las primeras en hacerlo fue la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant. "La derecha y sus líderes convierten los insultos en lemas que invitan al odio", escribía en un retuit de una publicación del periodista Israel Merino, marcando la línea política que terminaría consolidándose a lo largo de la jornada.

Pocos minutos después, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, hacía lo propio. "Ya no solo asedian nuestra sede, ahora también simulan el apaleamiento del presidente del Gobierno de España. Basta de odio. Basta de energúmenos". No tardó en sumarse la ministra de Educación, Pilar Alegría –"Empezaron asediando las sedes del PSOE y ahora simulan el ahorcamiento del presidente del Gobierno. ¡Basta ya!"– y poco después, el ministro de Transportes, Óscar Puente, el miembro del Gobierno que mantiene un tono más inequívocamente militante en su cuenta de X. Puente ha sido el primero en señalar directamente a "algunos líderes del PP" y "sus terminales mediáticas" como responsables indirectos de este tipo de incidentes. "La verdad es que ya es imposible distinguirles de Vox", ha escrito un par de horas después en otra publicación.

"Así empieza el año la derecha y la ultraderecha. Con más odio y amenazas hacia el presidente del Gobierno. ¿Hará algo Feijóo en 2024 por frenarlo? Esto es lo que pasa cuando, en lugar de poner pie en pared ante el neofascismo, se les da la mano", abundaba poco después el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán.

Al rato terciaba, también en X, Patxi López. "Una vez más, los intolerantes insultan gravemente y amenazan al presidente del Gobierno. ¿Hasta cuándo va el PP a mimimizar estos ataques? La democracia española no se puede permitir estas actitudes violentas. Estudiaremos las acciones correspondientes", escribía el portavoz del grupo parlamentario socialista. "Feijóo no puede seguir mirando para otro lado", añadía en otro tuit Pedro Casares, portavoz de Economía en el Congreso.

"Sin que Feijóo haya hecho nada para impedirlo"

"Cuando se da aire a la extrema derecha pasa esto. Un grupo de energúmenos insultando gravemente al presidente del Gobierno a la puertas de Ferraz y sin que Feijóo haya hecho nada para impedirlo ni lo haya condenado aún", compartía la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, a las tres en punto de la tarde.

Pocos minutos después, el PSOE anunciaba desde su perfil oficial que estaba valorando denunciar los hechos por constituir un posible delito de odio. "El PSOE está estudiando todas las vías legales, que afectan tanto a los que participantes como a los organizadores y a los presentadores en el canal oficial del evento que se convocó anoche en la calle Ferraz". El comunicado oficial del partido abunda en la idea de que lo ocurrido es consecuencia del "odio" que siembran "partidos políticos y organizaciones de todo tipo" en la sociedad española.

"Sabemos que VOX [sic] y sus organizaciones satélites no sólo no condenan, avalan este tipo de actos, pero nos gustaría saber qué opina el Partido Popular, el Sr. Feijóo o la Sra. Ayuso. Queremos saber qué opinión tiene un partido que se autodenomina 'de Estado'. Cuando no se condena, se es cómplice", concluían desde Ferraz.

La presidenta del PSOE, Cristina Narbona, remataba a última hora de la tarde el despliegue de argumentario socialista: "Señor Feijóo, sus socios de Vox con los que gobierna en CCAA y ayuntamientos, están sembrando odio contra el presidente del Gobierno. ¿Le parece bien? ¿Se siente cómodo? No resulta muy acorde con los valores de la Constitución que tanto defiende".

Poco antes se conocía que la Policía Nacional citaba al convocante de la protesta para tomarle declaración en relación con lo sucedido. Mientras, ni Feijóo ni ningún otro dirigente del PP se dieron por aludidos ni respondieron a los insistentes requerimientos del PSOE y el Gobierno.