"Es un hombre machadianamente serio, afable y tierno". Lo dice de él una exministra, una mujer que compartió con él, con Salvador Illa (La Roca del Vallès, Barcelona, 1966), los meses más difíciles de la pasada legislatura, los del estallido de la pandemia, en marzo de 2020, los de la angustiosa gestión de una enfermedad que obligó a confinar a los ciudadanos de todo el país y que acumulaba muertes y muertes día tras día. "Lo pasó muy mal, pero nunca le vi un mal gesto. Él estaba, todos estábamos por salvar vidas. Resistió muy bien. No teníamos opción", relata otra compañera del Gabinete que tuvo que afrontar una situación absolutamente inédita y para la que no existía ninguna carta de navegación.

Aquel Salvador Illa ayudó a forjar al Salvador Illa de las elecciones autonómicas catalanas de febrero de 2021, al que es hoy. El retrato del ministro de Sanidad que accedió al cargo llamado por Pedro Sánchez cuando era apenas un desconocido en todo el país, porque su trayectoria política se había centrado en Cataluña hasta entonces. Fue él el que tuvo que asumir el peso de la gestión de la pandemia, el que se coló en las casas de los españoles a través de la tele, rueda de prensa tras rueda de prensa, intentando mantener la templanza en momentos de trauma colectivo. "Apenas dormíamos, teníamos ojeras, acumulábamos cansancio, pero jamás lo vi flaquear. Todos teníamos la sensación heroica y honrosa de que eran días difíciles y que había que salir adelante. Nos embargaba la sensación de que todo dependía de que estuviéramos fuertes y lúcidos", señala una integrante del Consejo de Ministros que despachaba a diario con él, con Illa.

Sánchez decidió una maniobra sorpresiva en 2020: sacó a Illa de Sanidad y le hizo candidato. El PSC saltó de 17 a 33 escaños, de cuarta a primera fuerza

Sánchez quiso que el ministro de la pandemia, el hombre que con tesón y sobriedad gobernó el covid y dejó preparada la salida del túnel con la vacunación, liderase la candidatura del PSC a las catalanas de 2021. Fue un movimiento sorpresivo, que anunció en el último momento, el 30 de diciembre de 2020, aunque la había cocinado con discreción tiempo antes, y con la complicidad de quien hasta entonces se daba por hecho que sería el cabeza de cartel, Miquel Iceta. La maniobra fue un éxito. El PSC saltó de los 17 escaños de 2017 a los 33 de 2021, de cuarta a primera fuerza, del 13,86% al 23,03% de los votos. Illa ganó las elecciones, empatado en diputados con ERC. Pero no pudo convertirse en president.

Ahora, algo más de tres años después, tiene a mano conquistar la Generalitat. El primer secretario del PSC no lo tendrá fácil, ni siquiera aunque venza con holgura en las urnas y supere la marca anterior, porque necesitará de apoyos externos. Pero de él, de Illa, depende ahora no solo la suerte de su partido, sino también de Sánchez, porque su desempeño en las elecciones del 12 de mayo será la llave del devenir de la legislatura. Si los socialistas catalanes logran que la aprobación de la ley de amnistía —apenas unos días después de las urnas, previsiblemente, la norma quedará ya lista de manera definitiva y será publicada en el BOE— sea aceptada y comprendida por los ciudadanos, la arriesgadísima apuesta del presidente habrá cobrado sentido. Sánchez demostrará que su triple salto mortal era necesario para promover la "reconciliación", "pasar página del procés", para derrotar al independentismo y comenzar un nuevo ciclo político. Si fracasa, en cambio, se dudaría de la pertinencia de la medida de gracia, la sensación de inestabilidad podrá perseguirle, se habrá probado que su mensaje no ha alcanzado siquiera a su electorado más proclive, el que se volcó en masa para apoyarle en las elecciones generales del 23 de julio: el PSC, directamente, arrasó (19 diputados, 34,47%).

Illa es, de nuevo, un hombre clave para Sánchez. Ahora más que nunca. En 2024.

"Prudencia" y "sentido común"

El PSC arrancó este viernes su 15º Congreso, en Barcelona. Illa saldrá del cónclave coronado de nuevo como primer secretario y, además, como candidato a las elecciones del 12-M. Fue el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero quien se encargó de la apertura. Destacó dos cualidades que muchos dirigentes destacan del exministro: su "prudencia" y su "sentido común". Atributos que ha demostrado, señaló, siendo jefe de la oposición, al apoyar los presupuestos de Pere Aragonès —los de 2023 y los de 2024, que fueron tumbados por los comunes el pasado miércoles, razón del adelanto electoral—, al estar dispuesto a "arrimar el hombro".

El 15º Congreso mantendrá a Iceta de presidente del PSC y a Marín como vicepresidenta. Moret será número dos única y Parlon, nueva portavoz

Zapatero llamó al resto de formaciones políticas a que "acepten deportivamente la victoria de Salvador Illa" en los próximos comicios. Una apelación tácita para que respalden al candidato socialista y no obstaculicen su investidura si gana en las urnas. El expresidente subrayó que Cataluña necesita "un tiempo de serenidad" con Illa al frente del Govern, para así "superar el error" del procés y "desterrar el rencor". "Cuántos Salvadores Illas necesitamos en la política española, que aporten prudencia, que no descalifiquen, que siempre estén dispuestos a dialogar", dijo Zapatero, dirigiéndose a la derecha.

El jefe del PSC es el jefe de un congreso con seguridad plácido, cómodo, que mantendrá al exministro Miquel Iceta (y hoy embajador de España ante la Unesco) como presidente del partido, y a la alcaldesa de L'Hospitalet, Núria Marín, como vicepresidenta, y que encumbrará a Lluïsa Moret, regidora de Sant Boi de Llobregat y presidenta de la Diputación de Barcelona, como número dos, como la única viceprimera secretaria. Para la portavocía del PSC, Illa proyecta a Núria Parlon, alcaldesa por mayoría absolutísima de Santa Coloma de Gramenet y de perfil más marcadamente catalanista.

El domingo, Sánchez arropará a Illa en la clausura del congreso. El acto de lanzamiento de la campaña del PSC, en la que estará muy presente el jefe del Ejecutivo.

Los dos partidos hermanos están alineados desde hace años. Con Iceta primero, después con Illa. La sintonía del presidente con su exministro es total. Su relación es "buena en lo político y en lo personal", certifican en el entorno del líder catalán. Ambos hablan con mucha frecuencia. Sánchez le confía sus negociaciones con los independentistas, siempre tortuosas con Junts. Y las maquinarias de Ferraz y del PSC se engrasarán rápidamente, en cuanto se pongan a trabajar las respectivas direcciones de campaña. Ambas cúpulas se juegan mucho, se lo juegan todo, en estas catalanas.

Iceta e Illa son "como la noche y el día" en lo personal, pero ambos han seguido "la política de alineamiento con el PSOE", dice un dirigente

Sánchez siempre se ha apoyado en el PSC como palanca para dirigir el PSOE. Tuvo el respaldo de Iceta y después de Illa, los dos hombres que han dirigido el partido hermano en los últimos diez años, y que han logrado sacarlo de las ruinas, cuando el arranque del procés lo deshizo internamente, con la estampida de sus cargos y sus bases más soberanistas. Pero Iceta e Illa son dos dirigentes con personalidad muy diferente. "Como la noche y el día", constata un cuadro que conoce a ambos muy bien. "Miquel es muy extrovertido; Salva, muy reservado. Miquel, de equipos grandes; Salva, de equipos reducidos. Miquel, más estratega, táctico; Salva, más hormiguita y muy eficiente. Pero ambos han seguido la política de alineamiento con el PSOE", continúa este mismo mando. Con pequeños matices. Si acaso, un acento más catalanista en el caso del exministro de Cultura.

De la política local al aparato del PSC y de ahí a Sanidad

Los caracteres de ambos líderes saltan a la vista. De Iceta siempre se ha destacado su humor, su fina inteligencia, hasta su —así lo resume con aprecio un miembro del Gabinete de Sánchez— "vedetismo". Illa es sinónimo de sobriedad. "Es cordial, trabajador, insomne. Duerme poco y le encanta correr. Y, sobre todo, quiere ser president. Él se ve president. Tiene todo muy claro, no le pillas por sorpresa", describe un diputado en el Congreso. "Es nuestro mejor candidato, y el PSOE es el único que tiene un proyecto de futuro para Cataluña", resumen por su parte en Ferraz.

Salvador es un hombre íntegro. Sufría muchísimo en aquellos días y meses de la pandemia. Hablábamos mucho. Cada día era muy duro", recuerda una ministra de Sánchez

Licenciado en Filosofía, máster MBA por la Universidad de Navarra, profesor asociado de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna-Universitat Ramon Llull, Illa fue alcalde de su pueblo, La Roca del Vallès, desde 1995 hasta 2005. Desde entonces y hasta 2009, con el tripartito, asumió la Dirección General de Gestión de Infraestructuras del Departamento de Justicia de la Generalitat y, tras un breve paso por el sector privado, fue nombrado director de Gestión Económica del Ayuntamiento de Barcelona (2010-2011), coordinador del Grupo Municipal Socialista en la capital catalana (2011-2016), jefe de Gabinete de Jaume Collboni (2014-2016) y gerente de Empresa, Cultura e Innovación del consistorio en 2016. Pero a finales de ese año, su suerte cambió: Iceta lo eligió como su secretario de Organización del PSC. Un cargo crucial desde el que fue creciendo, ganándose la confianza del partido y también de Sánchez, que lo aupó a Sanidad en su primer Gobierno de coalición, en enero de 2020.

"Salvador es un hombre íntegro. Yo recuerdo —asegura una ministra— que sufría muchísimo en aquellos días y meses de la pandemia. Hablábamos mucho. Nos veíamos con nuestros equipos en el apartamento en el que él vivía en el complejo de la Moncloa y cada día era muy duro. Veíamos las decenas, centenares de muertos cada día, las limitaciones, el ser humano luchando contra algo imposible de controlar. Sin recursos a nuestro alcance. Sin que tan siquiera hubiera mascarillas. Pero hizo su trabajo". En el Gobierno defienden su honestidad absoluta y por eso pronostican que todos los intentos de manchar su nombre con el caso Koldo no prosperarán. Él mismo ha insistido en que en su etapa en el ministerio "todo se hizo conforme a la ley", "no salió ni un euro de Sanidad" para la empresa de la trama Koldo. Ni en Ferraz ni en el PSC creen que el escándalo pueda acabar erosionándole de cara a la contienda electoral.

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, con el primer secretario del PSC, Salvador Illa, durante el mitin central de campaña de las elecciones generales del pasado 23-J el pasado 16 de julio de 2023 en Barcelona. EUROPA PRESS / KIKE RINCÓN

"Él acababa de aterrizar en la política nacional, y lo hizo en un ministerio muy técnico, y que parecía una maría [porque sus competencias están transferidas a las comunidades autónomas], y se encontró con la pandemia", rememora una exintegrante del Ejecutivo. "Sufrió mucho y fue muy meritorio cómo lo afrontó, porque no venía de una trayectoria institucional larga, y tiene mucho que ver con sus sentimientos religiosos".

En el PSOE y en el PSC no creen que erosione a Illa el 'caso Koldo': "No salió ni un euro de Sanidad" a la empresa de la trama, ha insistido el candidato socialista

Ese es un aspecto que los dirigentes consultados resaltan de Illa: es un hombre que se reconoce católico, "y ahí tiene un fondo de armario, que se traslada a su condición de hombre de principios, que da su palabra, que es consecuente, que no te traiciona, y eso le lleva al liderazgo que tiene", destaca una exministra. El primer secretario del PSC se reunió el pasado 7 de marzo —justo cuando el PSOE cerró la ley de amnistía con Junts y ERC— con el papa Francisco en el Vaticano, un encuentro que, como católico, había sido para él "un momento muy especial".

A Illa le apasiona correr. Ha participado en tres maratones recientemente: en Valencia y en Barcelona en 2023, en la capital catalana en 2024. El último tiempo, 3 horas y 40 minutos aproximadamente. Esta carrera, la del 12-M, es más larga y espera no desfondarse. Es su oportunidad para convertirse en president. Es, también, la oportunidad de Sánchez.