Teresa Riesgo (Madrid, 1965) es Doctora ingeniera industrial y Catedrática de Tecnología Electrónica por la Universidad Politécnica de Madrid. Allí desarrolló durante más de 25 años toda su carrera docente e investigadora. Hasta que en 2018 recibió la oportunidad de ejercer un cargo más político, primero como directora general de Investigación, Desarrollo e Innovación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y poco después, en 2020, como secretaria general de Innovación, cargo que sigue ocupando actualmente.

En los últimos días Riesgo ha pasado por Málaga para participar en varias charlas del Foro Europeo para la Ciencia, Tecnología e Innovación (Transfiere). Una oportunidad perfecta para repasar la actualidad de su sector, sus problemas y sus retos futuros. Porque ya sabemos que a España le cuesta en temas científicos y de investigación. Pero estamos en ello.

Pregunta. En primer lugar quería que me explicase qué se entiende por innovación. ¿Cuál es exactamente su ámbito de trabajo?

Respuesta. La innovación tiene muchas definiciones. Algunas de ellas son muy académicas y muy largas, como la que propone la OCDE. Pero como son muy complicadas no las usamos. A mí me gusta mucho la definición que utiliza la Fundación Cotec, que es importante en España en este ámbito y define la innovación como algo nuevo, no solo de carácter tecnológico, que viene del conocimiento, no solo científico, y que genera un beneficio, no solo económico.

P. ¿Y cómo se innova?

R. Es bastante complicado. En general para innovar hacen falta algunos elementos. Lo primero es la creatividad, nuevas ideas. Porque si algo no es nuevo es muy difícil que sea innovador. Lo segundo es un propósito. Necesitas saber qué quieres mejorar o qué quieres producir. Para qué y por qué. Es decir, una cierta reflexión. Y hay una tercera cosa fundamental que es cómo vas a llegar hasta ahí. Eso requiere una labor casi de ingeniería de organizarse y decidir cuáles son los pasos a dar y los hitos intermedios que tenemos que alcanzar, y de dónde vamos a sacar los recursos para hacerlo. Y cuando hablo de recursos me refiero a recursos humanos, de gestión y monetarios.

P. ¿España es un país innovador o nos cuesta?

R. En los datos se ve que en España nos cuesta hacer innovación. Si miramos los rankings estamos en puestos que no nos deberían corresponder, muy lejos de donde deberíamos estar. ¿Cuál es la razón? Bueno, pues que en general debemos invertir más en investigación y en innovación. Y eso quiere decir que tenemos que hacer un esfuerzo desde lo público, pero también desde lo privado para mejorar, porque como decía antes sin dinero esto no funciona. Es algo que nos achacan en todos los informes.

Luego una segunda cosa que nos hace falta es que haya más colaboración entre el ámbito privado y el ámbito público. Y para eso tenemos que generar vínculos de confianza. España en sí es muy fértil, y tenemos un talento con gran potencial de innovación, que sale de las universidades y de los centros de formación profesional. Pero nos hacen falta tres cosas: mentes, dinero y gestores. Estamos muy por la labor de mejorar en todo esto, y lo que ya estamos viendo es que la creación de empleo en el ámbito de la innovación y la digitalización está creciendo.

P. Aunque a nivel general nos cueste, ¿hay algún sector dentro de la innovación donde seamos fuertes?

R. Sí. En ámbitos como las energías renovables o las cuestiones relacionadas con el cambio climático España tiene una posición muy fuerte en Europa. También el ámbito de la salud, sobre todo en investigación básica y en el desarrollo de estudios de ensayos clínicos. Y ahora creo que con los PERTE, los Proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica, hay unos 11 o 12 ámbitos en los que España va a tener un empuje enorme.

Más allá de eso me gustaría destacar el ámbito espacial. Hay empresas tractoras clásicas del espacio instaladas en España, y algunas compañías españolas como GMV que han tenido muchísima importancia en el desarrollo de ese sector. Pero ahora, con el nuevo espacio, también hay muchas empresas privadas que compiten en mercados en España. Es impresionante la inversión y la capacidad que están que está teniendo en ese sector, que estratégico en todo el mundo.

P. ¿Se ha recuperado ya el sector de los años de crisis que hemos pasado?

R. Yo creo que sí. Ha habido grandes transformaciones. La crisis del 2008 afectó a muchas cuestiones, sobre todo en el ámbito de la financiación, pero creo que España hizo algo que estuvo mal, y perdón por decirlo, pero se bajó notablemente la partida de la financiación de la investigación y de la innovación frente a otros países que no lo hicieron y que sufrieron mucho la crisis, como Portugal. Y luego esa recuperación ha sido muy dolorosa.

También lo fue la crisis de 2020, sobre todo para las empresas y para algunos sectores empresariales. Aunque también ha servido para para tener nuevos retos, como la digitalización o la investigación y la innovación en energías renovables, transición verde y cambio climático. A lo que hay que sumar todo lo que tuvo que ver con la salud. Ha habido empresas en España que han conseguido cosas que de otra manera a lo mejor nunca se lo hubiesen planteado.

Esa valentía ha servido para tirar hacia adelante. Y creo que la inversión, también gracias al plan de recuperación, ha sido fuerte en muchos sectores. Pero tendremos que seguir aumentándola si queremos cambiar la transformación económica real del país. La ciencia es nuestro futuro, y la innovación es nuestro futuro más cercano, o nuestro presente casi.

P. Y en ese proceso, ¿el sector privado está lo suficientemente implicado?

R. El sector privado es muy variopinto, y juega diferentes papeles. Las grandes corporaciones juegan un papel tractor y esencial para la economía, y ahí la adopción de nuevas tecnologías se puede hacer de otra manera, implicándose más directamente, ayudando más o colaborando más con el sector público. Y también con otro sector que es el de las startups o pequeñas empresas. Este último tiene además una parte que proviene del mundo científico, que desde luego tiene un carácter muy innovador y muy basado en el conocimiento, que creo que es súper importante.

Muchas de esas empresas tendrán futuro, y algunas morirán por el camino, porque esto es lo que ocurre siempre. O se transformarán, pero seguramente las lecciones que aprendan les servirán. Además, España tiene una colección de empresas súper innovadoras y muy importantes, que son muchas veces desconocidas porque sus clientes son otras otras empresas. Pero son líderes en sus sectores, y muchas son compañías familiares. Tendríamos que sacar pecho de ellas en España.

P. ¿Cómo hacemos para que Madrid y las ciudades más grandes no absorban todo?

R. Esto es bastante importante. En España tenemos dos grandes ciudades que dominan por encima del resto, que son Madrid y Barcelona. Y luego por detrás, a mucha distancia, vienen Bilbao, Valencia, Málaga... etc. Aún así, las oportunidades que tienen los territorios fuera de esas dos grandes urbes son enormes. La clave es aprovechar cuál es tu singularidad.

Desde el Ministerio y la secretaría general de Innovación financiamos y coordinamos una red de municipios por la ciencia y la innovación. Son alrededor de 90 ciudades y pueblos, grandes medianos y pequeños, que se han seleccionado en un concurso en función de sus méritos y tienen una dimensión o una actividad en ciencia fuerte para poder innovar. La idea es que colaboren entre ellos, y nosotros financiamos a una persona para que se una a los trabajadores de sus Ayuntamientos. Una especie de agente local de innovación.

El pueblo más pequeño que tenemos en la red que se llama Gotarrendura, está en la provincia de Ávila y no llega a los 200 habitantes. Pero se ha convertido en un sitio donde se prueban muchísimos proyectos de energía renovables, como por ejemplo mini molinos eólicos. Es un ejemplo de que estos Ayuntamientos pueden conseguir que las empresas se muden a estos sitios y no todas tengan que estar en Madrid y Barcelona.

P. He escuchado alguna vez que en España a los emprendedores que no triunfan se les machaca mucho, y en cambio en EEUU se les pone mucho en valor. ¿Cómo trata nuestro país a aquellos que tratan de innovar y no lo consiguen?

R. Esto esto va mucho con nuestro espíritu. No sé, yo no soy socióloga y desde luego no quiero meterme en un jardín, pero esto nos pasa en todos los ámbitos. Hay gente que considera un fracaso que su hijo empiece una carrera y en un momento dado la abandone para dedicarse a otra cosa. O incluso algunos de mis compañeros pensaron que acepté mi puesto como secretaria general de Innovación porque en realidad ya no tenía futuro como investigadora. Bueno, a lo mejor no lo tenía. Pero es que en la vida hay que dar algunos bandazos, porque es que si no estamos perdidos. No podemos machacar al que al que emprende y no triunfa, porque hay muchos que caen por el camino.

Creo que esto va en nuestro ADN. No sé si viene de nuestro pasado, de la cultura más tradicional del Sur de Europa. Pero desde luego es muy distinto a lo que ocurre en Estados Unidos. Aunque allí tampoco es que se premie a los que fracasan. Se premia a los que triunfan, que son los grandes gurús que conocemos todos. De un fracaso lo que tienes que sacar es una lección. Aprendemos mucho de los fracasos, y las segundas oportunidades son muy importantes.

P. Innovar requiere arriesgar, pero estamos viendo que cada vez más más gente valora ser funcionario precisamente para no arriesgarse nada el día de mañana y tener una vida estable. ¿Qué hacemos con eso?

R. Me llama la atención eso, porque lo he escuchado más veces pero no tengo esa sensación. He trabajado 25 años en la universidad dando clase, y en la escuela de ingenieros industriales donde estaba iban como locos buscando gente que se quisiera presentar a las oposiciones para ser funcionarios. Hay gente que además quiere ser funcionario por hacer un servicio público. Y creo que eso es es muy positivo. Yo tengo compañeros en el Ministerio que podrían estar ganando el triple en el sector privado, y trabajando la mitad seguramente. Porque trabajamos mucho.

Pero es verdad que España es un país donde ha habido mucha precariedad laboral, y eso también ha hecho que la gente diga 'Oye, para que me exploten en una empresa pues prefiero trabajar en lo público que al fin y al cabo ya sé lo que hay'. Aunque es verdad que los sueldos son mucho más bajos en general, sobre todo en los ámbitos muy altos. Y quizás algo tenga que ver esa parte más conservadora que tenemos de de decir 'Puedo quedarme en mi casa y vivir una vida tranquila'. Aunque ya digo que luego no es tan tranquila.

Yo soy funcionaria porque soy catedrática de universidad, pero si volviera a ser joven me gustaría mucho montar una empresa con mi primera idea y mi primer dinerín. Ahora mismo creo que es mucho más divertido eso que otras cosas. Y también podemos cambiar el mundo desde el sector privado.

P. La última gran revolución del sector tecnológico la está protagonizando la inteligencia artificial. Pero hay dos bandos diferenciados. Están los que quieren frenar su desarrollo por miedo a lo que puede causar y los que quieren pisar el acelerador porque confían en que siempre haremos con esta tecnología lo que nosotros queramos. ¿Cuál es su posición?

R. Yo no soy una súper experta en IA. Pero soy muy respetuosa con los que saben de verdad. Y este tema es muy complejo, porque efectivamente puede cambiar nuestro futuro. A mí, como secretaria general de Innovación, no me gusta poner puertas al campo, porque eso hace que al final nosotros ponemos la regulación y acabamos comiéndonos productos que se hacen en otros lugares con mucha menos ética y con mucho menos cuidado. Ya lo hemos vivido con la Ley de Protección de Datos. Yo no puedo mandarle a nadie el teléfono de una persona sin pedirle permiso, pero resulta que Google tiene todos mis datos.

Mi punto de vista es que hay que hacer que la innovación fluya, pero también hay que tener un poco de cuidado. Y algo que me gustaría es que esta tecnología se desarrollara en Europa, donde tenemos unas normas bien hechas que protegen a los ciudadanos y unas democracias muy sólidas. Eso sería una garantía de que la IA está bien hecha y tiene todos sus componentes bien regulados.

Europa ha perdido ya esa primera ola de hacer los motores de IA, porque lo que estamos haciendo es desarrollar aplicaciones que funcionan sobre motores que alguien nos ha vendido. Y me preocupa un poco, aunque entiendo que es complicado. Ahora tenemos que coger la siguiente ola, que es la del hardware, la electrónica, la cuántica y lo que va a venir por detrás. Tenemos que convertirnos en líderes ahí, porque si no volvemos a estar en manos de alguien que no sabemos qué va a hacer con nuestros datos y con nuestra vida.

P. ¿Qué espacio puede ocupar España en cuanto a la IA?

R. España tiene un papel interesante en esa segunda capa. Es decir, en poder hacer proyectos innovadores sobre esa primera capa. Yo creo que ahí se está haciendo mucho, tenemos oportunidades en ámbitos como el software, el hardware, el IoT y en todo lo que tiene que ver con el Edge Computing.

Ahí tenemos futuro porque no se requiere visión tan masiva de distribución como tiene OpenAI y estas empresas, pero a la vez es algo que luego puede tener mucha importancia. Luego también hay una oportunidad de mercado enorme para España en todo lo que tiene que ver con la IA para la salud, y por supuesto todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad, donde también hay mucha inteligencia artificial por aplicar.

P. Para acabar quiero preguntarle por dos sectores concretos. El primero de ellos es el espacio. ¿Cuál es su presente y futuro en España?

R. En los últimos años se ha producido un cambio radical. Hemos pasado de que el espacio fuera un ámbito puramente público a que se esté convirtiendo en un ámbito puramente privado. Y esto es muy importante, porque antes la organización espacial más conocida y necesaria era la NASA, y ahora es SpaceX. Y eso cambia mucho las cosas, aunque la NASA siga siendo el mejor cliente de SpaceX y, de hecho, la haya dopado financieramente.

En Europa estamos viviendo también ese cambio de paradigma. Y España tiene empresas que están en la cresta de la ola, como PLD Space, que completó el primer vuelo suborbital europeo y es la compañía que más adelantado lleva su futuro lanzador de pequeños satélites, aunque está compitiendo con otras tres o cuatro empresas.

Están mirando lo que hacemos en España. Hay gente que está haciendo microsatélites en la Gran Vía de Madrid, hay gente que está haciendo los motores para los cohetes y lanzadores en Barcelona... Pero también hay compañías que están llegando a acuerdos con grandes empresas para hacer algo que a veces se nos olvida: el tratamiento de los datos que recabamos en el espacio. Esto también tiene que ver mucho con la IA, y hay una empresa española que lo va a liderar.

Estamos en un momento buenísimo, y el futuro yo creo que también es muy bueno. Además, hay otra cosa que me encanta, que es que el espacio es un ámbito muy inspirador, donde no es tan difícil reclutar talento. Tú a alguien muy joven le dices que va a trabajar en algo relacionado con el espacio y le puedes atraer. Y no sé si es lo mismo en todos los ámbitos.

P. Y para acabar, el cambio climático. Aquí más nos vale ser innovadores para inventar soluciones, porque vamos a ser uno de los países más perjudicados.

R. El clima es muy complicado porque es muy poliédrico, hay una parte social, una parte tecnológica, donde además la tecnología es multitecnología... Y desde luego, como decías, más nos vale en este país tomarnos esto muy en serio. Va a haber un momento en el que vamos a tener que pensar en el turismo del futuro, que en realidad ya estamos empezando a verlo. Muchos madrileños que iban al sur a pasar las vacaciones de verano ahora van al norte para no pasar un calor horroroso. Y eso mismo lo están haciendo los suecos o los belgas que venían a España.

Hay que pensar qué vamos a hacer en las zonas más afectadas por este cambio climático. Esto no es una broma. Los científicos nos lo dicen, vamos a recordar estos veranos tan calurosos porque va a ser los más frescos del resto de nuestras vidas. Y esto es muy importante porque el cambio climático hace que los animales cambien sus hábitos, puede provocar zoonosis, problemas de habitabilidad y de agricultura... Es que ya tenemos ciudades donde se ha bajado la presión del agua.

¿Cuál es el futuro? Bastante incierto tengo que decir, sobre todo como siga habiendo gente que no se lo crea, porque es muy grave. Y no se trata de mitigar haciendo pequeñas aportaciones, para frenar el calentamiento hay que tomar grandes decisiones. Y las grandes decisiones a veces son incómodas. Pero hay que hacerlo. Porque no es algo que se estén inventando señores de izquierdas o de derechas, es una evidencia.