Es posible que sea apenas un puñado de votos, un estrecho margen. Quienes han tomado la temperatura a la sociedad vasca las últimas semanas así lo pronostican. Serán los que determinen algo más que la composición de un Parlamento. De ellos dependerá el lado del que caerá la balanza que puede condicionar y arrastrar el devenir de consecuencias políticas, territoriales, sociales y de memoria y convivencia.  

La dimensión del voto clave dependerá de cuánto ha despertado estos días la apatía-hastío galopante, de si se ha logrado revertir la abstención acomodada de las citas anteriores y de si los candidatos han logrado despejar la indecisión de miles de votantes. También de cómo de motivador ha sido el relevo generacional en las candidaturas que se somete a escrutinio este domingo.

La mutación de piel o no, el cambio o la continuidad en el timón del futuro de Euskadi, lo decidirán los 1,79 millones de vascos y vascas que podrán votar. La participación será un elemento determinante del resultado. Las previsiones estiman que se situará en torno al 60% o 62%. De ser así, la participación alcanzará los niveles más bajos de las citar autonómicas en Euskadi, descontando el excepcional 50,7% de participación de 2020, en plena pandemia. Los porcentajes más bajos se remontan a 1980 y 1994, con un 59,7% de participación. En el otro extremo, la polarización extrema vivida en 2001 la disparó hasta el 78,9%.

En ese nivel de movilización se esconde en gran medida el devenir que arrojen las 2.695 mesas electoral. En la pugna entre los dos aspirantes al triunfo, la izquierda abertzale es la que llega con sus votantes más activos, ilusionados y dispuestos a hacer historia electoral.

En Sabin Etxea, en cambio, confían en que finalmente su voto decepcionado, desmovilizado, dé el paso y acuda a depositar su papeleta. La última semana de campaña electoral es su gran esperanza. Es la que ha elevado el volumen, el foco y la atención de este inédito 21-A. La muerte de José Antonio Ardanza, la agresión al candidato Imanol Pradales y el ‘incendio’ por las palabras de Otxandiano evitando calificar de terrorista a ETA han sido los tres momentos que han roto el letargo y podrían activar voto y frenar la fuga de simpatizantes jeltzales a Bildu y otras formaciones.

El futuro Parlamento

Un ‘sorpasso’ de EH Bildu al PNV sería el mayor revés para los de Andoni Ortuzar y un nuevo aliento para los de Arnaldo Otegi. Sería la primera vez que la izquierda abertzale gana unas elecciones autonómicas. En la práctica podría no tener un impacto relevante. La mayoría de escaños de EH Bildu quedaría desactivada por una reedición de la alianza PNV-PSE, que todo apunta a que puede volver a sumar mayoría absoluta. Si no fuera así, ambos partidos tendrían la opción de tocar la puerta del PP. Esta vez los de De Andrés no cederán su apoyo ‘gratis et amore’.

Ese sería el escenario más probable, no el único. El futuro que comience a escribirse este domingo podría poner sobre el tablero político combinaciones muchos más complejas y con consecuencias aún por ver. Las han apuntado estos días como reclamo o amenaza los partidos, según su conveniencia.

El PSE ha insistido en que el PNV podría gobernar con Bildu. Incluso que podría dejarle en solitario a la izquierda abertzale al frente del Ejecutivo. Sería el escenario de mayor transformación de la política en Euskadi. Desde las filas del PP la alerta se ha lanzado advirtiendo del riesgo de un acuerdo de gobierno PSE-Bildu. Por último, en Sabin Etxea llevan días insistiendo en que no gobernarán con Bildu y que su preferencia sería entenderse con el PSE. El temor es que la coalición no sume y que todo quede en manos del PP, al que el PNV asegura que no pedirá nada.

El futuro de los partidos políticos

Ha sido una apuesta arriesgada y algo precipitada. El llamado relevo generacional sobrevolaba desde hacía meses pero no se activó hasta que en noviembre se filtró que el PNV activaba el piloto del cambio. Aquel relevo de Pradales por Urkullu, de una generación por otra más joven, precipitó que varias formaciones cambiaran sus planes y despejaran las dudas que venían alimentando. Sólo después EH Bildu anunció que Otegi, que se había dejado querer como posible candidato, diera un paso atrás y dejara el camino despejado a un desconocido Pello Otxandiano. En el PSE el relevo es generacional y de liderazgo. Eneko Andueza (45 años), que ya sustituyó a Idoia Mendia (58 años) al frente del socialismo vasco, opta por primera vez a lehendakari. En el PP el relevo no es generacional sino de liderazgo. De Andrés (57 años) también ha sustituido a Carlos Iturgaiz (58 años) al frente de la formación y concurre por primera vez a lehendakari.

El análisis de los resultados también incidirá en el futuro de los partidos. Sin duda, el más inminente será el del PNV. Su actual presidente, Andoni Ortuzar agota mandato a finales de 2024 y en el primer semestre del próximo año la formación debe iniciar el proceso de renovación. Ortuzar ha defendido la necesidad de un relevo generacional no sólo en las candidaturas institucionales sino también en las orgánicas.

En septiembre EH Bildu también iniciará el proceso de renovación. Otegi ya ha anunciado su intención de volver a optar a la secretaría general, que sin duda mantendrá y lo hará en el momento más dulce de la coalición. PP y PSE acaban de renovar sus direcciones y cuyo aval en unas autonómicas se medirá por primera vez el domingo. En Elkarrekin Podemos y Sumar lo que está en juego es mucho más: su supervivencia. No lograr representación y reducirla a la mínima expresión sería un duro revés para ambas formaciones que no han sido capaces de entenderse para concurrir de manera conjunta.

¿Un futuro con 'procés' vasco?

Es posible que vuelva a ser el pulso más intenso de la próxima legislatura vasca. Las urnas determinarán, de algún modo, cuál de los lados tendrá más fuerza; el de la ruptura territorial, el de la convivencia amable o el de la continuidad. La cuestión de un nuevo ‘encaje territorial’ y de relación con España ha vuelto a aparecer en campaña. Bildu lo quiere activar con urgencia, el PNV defiende hacerlo con calma y el PSE alerta del riesgo de abrir ‘aventuras’ soberanistas. El llamado ‘nuevo estatus vasco’ acumula una legislatura en el cajón. Los tres borradores de texto articulado con los que aspirar a renovar el Estatuto de Gernika –presentados por Bildu, PNV y PP- fueron un intento fallido que ahora se quiere reactivar.

La paradoja de estas elecciones será que el Parlamento que se constituya será probablemente el más nacionalista de todos los conformados en democracia y lo hará con los índices de apoyo a la independencia más bajos jamás registrados. Los escaños que sumen PNV y Bildu podrían representar entre el 70% y 80% del total de la Cámara, mientras el apoyo a la independencia se sitúa hoy en un 22% de la sociedad.

El juego de fuerzas, la representación que cada una de las formaciones tenga en el Parlamento vasco que se elegirá este 21-A, será importante para dar forma a ese debate. El ‘procés a la vasca’ es para el PSE parte central de lo que ha denunciado como “la agenda oculta” de las dos principales formaciones nacionalistas. El PP no está dispuesto a respaldar ningún avance que vaya más allá de una actualización del marco estatutario. Para el PNV se trata de una cuestión, por el momento, secundaria hasta que se complete el Estatuto de Gernika. Sin embargo, Sabin Etxea y Otegi saben que con Sánchez en el Gobierno las opciones para dar pasos en este ámbito son muy superiores que las que existirían en un hipotético relevo en Moncloa y temen que al actual Ejecutivo no le quede mucho tiempo.

El futuro de la memoria y la convivencia

Es el 'elefante en la habitación' que la mayoría ha evitado en campaña electoral. Unos por incómodo, otros por sentimiento de culpa y otros por intentar desprenderse de etiquetas que le lastran. ETA, la fractura social y la construcción de la memoria han irrumpido en la última semana de campaña. En la sociedad vasca se trata de una cuestión que cada vez está menos presente en su día a día pero que sigue provocando fracturas y silencios. El revuelo provocado en campaña es muestra de ello.

Ha sido uno de los empeños del lehendakari Urkullu en la legislatura que ahora termina. Sin embargo, la izquierda abertzale continúa sin condenar a ETA. En realidad no le ha hecho falta para obtener los mejores resultados de su historia y que podrían superarse ahora. Pradales también le ha reprochado que aún debe aprobar la “asignatura de la ética” para poder alcanzar acuerdos de gobernabilidad.

Sin embargo, un aval en forma de victoria electoral de la izquierda abertzale podría convertirse en un escudo de legitimidad al recorrido realizado por la coalición de Otegi. También el muro y veto de los acuerdos con la izquierda abertzale está resquebrajado. Se rompió a nivel nacional primero, en Navarra después y la incógnita sobrevuela ya Euskadi.