El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, continúa intentando contactar con cada monja de los monasterios de Belorado y Orduña para ofrecerles la posibilidad de retractarse tras su anuncio sobre abandonar la Iglesia católica ya que no se puede excomulgar a un grupo completo.

Fuentes del Arzobispado han indicado a los medios de comunicación que cada religiosa responde de sus actos, de ahí la importancia de que Iceta hable con cada una de ellas antes de firmar un decreto de excomunión que eleve a oficial algo que, de facto, ya es un hecho, pues con su comportamiento las religiosas se habrían autoexcomulgado, aseguran las fuentes.

Sin embargo, el arzobispo tiene que darles la posibilidad de retractarse y solo cuando las religiosas se reafirmen en su decisión se firmaría el decreto de excomunión, que no se puede aplicar a un grupo completo sino que es individual.

Por ese motivo, se mantiene abierta la vía del diálogo pese a la denuncia interpuesta por las religiosas la pasada semana contra Iceta al que acusan de abuso de poder, usurpación de representación legal y vulneración del derecho fundamental de libre asociación.

Una denuncia que el Arzobispado de Burgos no ha recibido todavía, como tampoco tienen constancia de que el excomulgado Pablo de Rojas, fundador de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, bajo cuya tutela se han puesto las religiosas y el falso sacerdote José Ceacero, hayan recibido el burofax remitido el viernes por el que se les exige que abandonen el monasterio.

El Arzobispado envió un burofax postal, y no digital, porque no dispone de un correo electrónico con el que contactar con De Rojas y Ceacero, en el que se les prohíbe la entrada en los edificios religiosos de la comunidad de Belorado y su permanencia en el monasterio, donde han estado desde que se anunció la decisión de las monjas.

Los servicios jurídicos del Arzobispado se han hecho cargo de la situación, que tras la denuncia de las religiosas ha derivado al ámbito civil, sin que hayan develado los pasos a dar si bien todas las opciones están sobre la mesa, incluida la del desahucio de las religiosas, pero han insistido en que todavía no se está en esa situación.

Mario Iceta está a la espera de que la situación se tranquilice para volver a intentar contactar con las religiosas, han aseverado desde el Arzobispado, al tiempo que han recordado que no hay plazos, que la Iglesia tiene su propio ritmo, al menos en términos canónicos, y que los de la vida civil se irán dilucidando según marquen los jurídicos.