El anuncio de aranceles internacionales del 10% general y del 20% a todos los productos de la Unión Europea ha desarmado el discurso que venía sosteniendo Vox hasta la fecha. Uno de los grandes mantras de los de Santiago Abascal defendidos con uñas y dientes era que el mantenimiento de buenas alianzas con la nueva Administración Trump de Estados Unidos permitiría, desde los gobiernos, sortear las medidas económicas proteccionistas del republicano y los suyos. Sin embargo, tanto la Italia de la premier Giorgia Meloni, de Fratelli d'Italia, y su viceprimer ministro Matteo Salvini, de la Lega, así como el líder húngaro Viktor Orbán, sufrirán las mismas imposiciones a los productos que quieran exportar a EEUU.

El primer argumento que se lanzó entre finales de enero y principios de febrero es que "el principal arancel" que debía preocupar a España es el del Pacto Verde Europeo y el de la Agenda 2023. Vox intentaba explicar a sus votantes, entre ellos una buena cantidad de agricultores, que más allá del efecto de esas tasas, la legislación europea incidía más en sus producciones. Con la restricción de ciertos productos como fertilizantes o medicamentos para el ganado, con la burocracia o la competencia desleal con terceros países. En ese argumentario se mantienen.

Desde las primeras afirmaciones hace mes y medio, cuando Trump amenazaba a Colombia, México o Canadá con los primeros aranceles y ponía ya la mirada en Europa, con futuribles, Vox insistió en esa versión del mal menor, justificando que Trump miraba por sus ciudadanos a diferencia de Europa. Pero pronto, tuvo que reconocer que los aranceles podían hacer algo de "daño" a la economía española, cuando Trump anunció un gravamen del 25% al acero y al aluminio a nivel general, lo que afecta en unos 400 millones de euros al sector siderúrgico nacional.

Fue en una rueda de prensa desde la sede nacional, el 10 de febrero. "Seguro que algo de daño nos va a hacer", dijo el portavoz nacional, José Antonio Fúster. Como una botella descorchada, esa valoración se replicó una y otra vez. Incluso Abascal deseó que esos aranceles no se aplicasen en su intervención en la CPAC de Washington a finales de ese mes. Allí Trump lo valoró como "mi amigo Santiago Abascal".

Todo ello, mientras de fondo Trump buscaba una tregua ágil para la guerra en Ucrania y empezaba el coqueteo con la Rusia de Putin, a quien ha eximido de aranceles particulares [no del 10% global, además de las sanciones que ya existen] porque, dicen en Vox, "no hay prácticamente relación comercial".

Meloni u Orbán, en el mismo camino que España

Tras ese reconocimiento de daño, que ha sido recurrente hasta ahora, cogió peso la diferenciación entre lo que supone que gobiernen los socios de Vox o los socialistas y populares europeos. Para los de Abascal, un Ejecutivo de Vox supondría mayor estabilidad económica "porque tenemos las mejores relaciones con la administración Trump", principalmente con el think tank Heritage Foundation, de los cuales algunos de sus miembros la integran. Se puso el ejemplo de Meloni frente a Sánchez, quien "nada más ganar las elecciones Trump" se postuló para liderar "la ofensiva internacional" contra él. Es más, calificó a Elon Musk, con quien Meloni tiene buena relación, de 'tecnocasta' y rechazó su apoyo a partidos como Alternativa para Alemania de cara a las últimas elecciones federales.

El último que verbalizó ese ejemplo fue el propio Abascal a mediados de marzo durante una comida con afiliados en Valladolid. En declaraciones ante los periodistas, el líder de Vox apreció que "quien parece que se va a librar" de los aranceles es, "en palabras de Trump, la señora Meloni". "Porque le cae bien, porque no se ha convertido en la persona antagonista de Donald Trump", añadió Abascal. Sin embargo, la imposición arancelaria que el estadounidense firmó el miércoles por la noche —horario español—, han evidenciado que ni los socios más cercanos a Trump, pese a que controlen el poder, han podido atenuar o disuadir al magnate de esos aranceles.

Este miércoles, en una rueda de prensa desde el Congreso de los Diputados, el responsable económico de Vox, José María Figaredo, insistió en esa diferenciación entre lo que puede hacer un gobierno socio de Trump y uno díscolo. En un lado de la balanza puso al español, mientras que en el otro a Meloni y a la Argentina de Javier Milei. "España podía haberse adelantado a los acontecimientos y tomar decisiones como lo han hecho Meloni y Milei". Una para reducir el impacto de los aranceles y otro para sortearlos, dijo Figaredo.

Lo cierto es que la primera verá como Italia, una de las principales economías exportadoras de productos agroalimentarios, textiles, cosméticos o farmacéuticos del mundo, pasa a ver gravadas en un 20% todas sus operaciones comerciales con EEUU. —su principal mercado junto a Francia y Alemania—. Al igual que España o el resto de los países europeos. También Hungría. El impacto, evidentemente, será menor para Orbán, dado que las cifras de comercializaciones entre su país y EEUU. es infinitamente menor. Pero en proporción será similar la afección sobre al total. En 2023, las exportaciones de España e Italia a EEUU. fueron de 22.900 millones de dólares y 70.900 millones respectivamente. Hungría solo 7.660 millones.

Desde Vox se apunta a que en la paralización, temporal, del arancel anunciado a los vinos, champanes y productos alcohólicos de España, Francia o Italia, puede haber influido la mano de Meloni, que este miércoles suspendió toda su agenda para centrarse en este asunto. Aun así, les afectará a esos productos el arancel del 10% global. Igualmente, ese perjudicará a Argentina, que no aparece en la tabla de aranceles personalizados para los países que se consideran más beligerantes para la economía de EEUU. Serán más de 6,67 millones de dólares anuales en operaciones que en 2023 se tasaban en 6.270 millones, según datos del Observatorio de Complejidad Económica.

Vox, entre la estrategia italiana y húngara

La primera valoración de Vox este miércoles corrió a cargo de Abascal, que se limitó a cuestionar las políticas de Bruselas y la connivencia entre populares a primera hora. Minutos más tarde, tanto Orbán, como promotor y líder moral de Patriotas por Europa, y Meloni, marcaron posición. A ambas se acogió Vox con una rueda de prensa improvisada, donde se profundizó en la cuestión. Se cuestionó la actitud de la UE como hizo Orbán, y se pidió diálogo y no ofensiva, como solicitó Meloni.

El Gobierno húngaro, como Vox, no criticó a su socio estadounidense, que de facto a abierto esta guerra comercial. Al contrario, se centró en el cuestionamiento de Bruselas: "Los ciudadanos están pagando sus consecuencias. La Comisión debería haber negociado" bajar esos aranceles negociando, quizá al 2,5%. Vox, a través de Figaredo, sí afirmó que no les gustan esos aranceles, a diferencia de los húngaros del Fidesz. En eso coincidieron en Vox con Meloni, que los calificó como "erróneos".

Sin embargo, la italiana, así como algunos de sus ministros, evitaron la confrontación por la que tanto Orbán como Vox apuestan contra Bruselas. Sí pidieron diálogo por parte de la Comisión para evitar esos aranceles, que aún no han entrado en vigor pero que ya perjudican al comercio, con infinidad de retirada de reserva de productos y pedidos. "Haremos todo lo posible para trabajar en un acuerdo con EEUU, con el objetivo de evitar una guerra comercial, que inevitablemente debilitaría a Occidente en favor de otros actores globales", dijo Meloni, en referencia, entre otros, a China. "En cualquier caso, actuaremos en interés de Italia y de su economía, también en el diálogo con nuestros socios europeos", se diferenció la premier de Vox, por ejemplo.

Fuentes nacionales de Vox acreditan en privado que la decisión de Trump puede ser errónea y puede ir en prejuicio de la propia economía americana. No obstante, toca "jugar con las cartas que tenemos y con las que tiene Trump". "Si no quiero aranceles al aceite, hay que ir allí a negociar, no cavar trincheras", sintetizan.

A diferencia de Meloni, que tiene una posición más próxima con los populares europeos, aunque hay notables diferencias con Ursula von der Leyen, Vox y Orbán están dando la vuelta al asunto, y culpabilizando a la UE frente a Trump. No entran a valorar cuando se les pregunta por qué a un aliado les pone aranceles. Sí que Trump busca equilibrar la balanza de las tasas que EEUU paga por enviar sus productos a Europa, algo que sobre el papel no es del todo cierto. Los cálculos usan una metodología ambigua donde se mezclan conceptos para justificar el arancel final y equilibrar el déficit de su balanza comercial en definitiva. Vox se alinea con ese discurso de Orbán para sacar rédito electoral, presentando no a Trump y sí a la UE como la culpable. Además, se utiliza como puente para criticar el abandono y la falta de tejido industrial en la UE, para incrementar el ataque a Bruselas.

Tanto Vox como el PP, al igual que Meloni, coinciden en que China no puede ser la alternativa de Europa y menos de España. Mientras, Sumar pide a Sánchez que impulse de la mano de los sectores la mirada a Latinoamérica y a Asia-Pacífico, "especialmente a China", como una forma de compensar las transacciones que pueden perderse con EEUU. En Vox prefieren que Europa y Estados Unidos mantengan la relación "más estable de la historia" que "ha dado tantos frutos".