Los años en los que el Gobierno tenía enfrente a la cúpula eclesiástica, en los que los obispos salían a las calles y dirigían diatribas contra el presidente, en los que cargaban con dureza contra la dirección política de la nación, pasaron. Quedaron enterrados. Pedro Sánchez se encontró una Iglesia muy distinta, un Papa muy distinto. Un Vaticano con el que quería y supo entenderse, con el que su Ejecutivo se sentía plenamente alineado. Por su dedicación hacia los más vulnerables, su combate contra la pederastia, contra el cambio climático, su defensa del "diálogo" y de la paz. Por su "impulso renovador y reformista". Por su aperturismo. Sánchez y su Gabinete sintonizaban con Francisco, con su forma de ver el mundo, y por eso las relaciones en estos siete años han sido óptimas, según reconocen en la Moncloa, y se han traducido en varios acuerdos, desde la ayuda vital para la exhumación del dictador Francisco Franco hasta la transformación de Cuelgamuros, el antiguo Valle de los Caídos.

"Su compromiso con la paz, la justicia social y los más vulnerables deja un legado profundo", escribió en X el jefe del Ejecutivo a los pocos minutos de que el Vaticano anunciase el fallecimiento del Papa, ocurrido a las 07.35 de la mañana, a sus 88 años de edad. Más tarde comparecía desde la Moncloa, con gesto grave y apesadumbrado, el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, quien conduce desde 2021 la interlocución con la Iglesia. "Ha fallecido un hombre bueno. Ha muerto un gran Papa", lamentó, tras manifestar el "dolor" y el "más profundo pésame" por su marcha. Era él quien dejaba patente el mensaje que poco después reprodujo la portavoz del PSOE: el deseo de que el rumbo emprendido por Roma en estos 12 años de mandato de Jorge Mario Bergoglio no se arruine, no muera con él. "El legado humanista, solidario, reformador del papa Francisco perdurará para siempre. La Iglesia, con su Papado, ha empezado a recorrer un camino que ha de continuar", verbalizó Bolaños durante su declaración institucional, en la que adelantó el decreto de luto oficial en todo el país por tres días.

El Gobierno lamenta la muerte de un "hombre bueno", de "un gran Papa" que deja un legado "humanista, solidario, reformador" que "perdurará para siempre" y que debe "continuar" en la figura de su sucesor

El ministro había mantenido cinco reuniones con Francisco. La última, en octubre de 2024, con motivo de la ceremonia de canonización de los mártires de Damasco. Fueron dos, en 2020 y 2024, los encuentros que el Pontífice mantuvo con Sánchez. Y en otras dos ocasiones, en 2021 y 2024, recibió en audiencia Bergoglio a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. También se había entrevistado, en octubre de 2019, con la entonces vicepresidenta del Ejecutivo, Carmen Calvo. Solo el número de citas en tan pocos años, además de la frondosa población de buenas palabras hacia el Papa, dan cuenta de la relación fértil del Gobierno con Roma. "Fue un embajador del trabajo decente, de la paz y la justicia social", le cumplimentaba Díaz este mismo lunes.

Fue Calvo quien primero viajó hacia el Vaticano para engrasar las relaciones. En octubre de 2018, apenas cuatro meses después de la llegada a la Moncloa del líder socialista. La vicepresidenta buscaba que el Papa no pusiera trabas a la exhumación de Franco de Cuelgamuros. En aquel momento se vio con su número dos, con el cardenal Pietro Parolin. "Ellos entendieron que la ley de memoria, incluida la salida de Franco del dictador de la basílica, era muy importante para la dignidad de la política española y para el Gobierno. Si el Vaticano hubiera hecho de esto un frente de batalla, todo habría sido mucho más complicado", cuenta la hoy presidenta del Consejo de Estado a este periódico. Francisco era consciente de que era "anómalo" que el dictador se hallara enterrado en un lugar enaltecido, y también comprendió que no podía ser inhumado en la catedral de la Almudena, como pretendía la familia y rechazaba el Ejecutivo, porque eso habría agrandado el problema. "Él tenía los pies en la tierra, sabía que la propuesta del Gobierno era normalizar las cosas, igual que sabía que el papel de una Conferencia Episcopal no es estar en la salsa de la política", describe.

Calvo destaca la "autenticidad, alegría, coherencia" del Pontífice, y cómo su contribución fue fundamental para que no tropezara la salida del dictador de la basílica y no fuera reinhumado en la Almudena

Roma, por tanto, no puso pegas a la exhumación de Franco de Cuelgamuros, y refrendó el propósito del Ejecutivo de no enterrarlo en la cripta privada de la Almudena, sino en el cementerio municipal de El Pardo-Mingorrubio. El mayor obstáculo que se encontró el Gobierno fue la oposición de los monjes benedictinos a cargo de la basílica, con el que entonces era su prior, Santiago Cantera. Pero al final pudo consumar la operación, con el visto bueno del Supremo, en octubre de 2019. Más allá de esa ayuda clave, Calvo resalta el carácter del Pontífice: "Destilaba alegría, naturalidad, autenticidad. Absolutamente. Veías a una persona coherente y honesta".

El contraste con el choque de Zapatero y Rouco

Ya desde su llegada a la Moncloa, el Gobierno se planteó desactivar las suspicacias de la Iglesia para tender puentes con ella. También con la jerarquía española, que no siempre estaba plenamente alineada con Roma. Calvo se reunió con representantes de todas las confesiones religiosas y se propuso que la Iglesia no irrumpiera en cada debate de política interna, como ocurría en la época de José Luis Rodríguez Zapatero, de colisión total con los obispos, entonces encabezados por el conservador Antonio María Rouco Varela, y con Benedicto XVI en el trono de Pedro. El Ejecutivo perseguía, por tanto, que la Iglesia no actuara "como brazo armado de la política", aunque sí defendieran lógicamente sus tesis pastorales. Y lo cierto es que en estos años el conflicto ha sido de muy baja intensidad. Más, en todo caso, con la Conferencia Episcopal Española (CEE), que ha ido arrastrando los pies en cuestiones muy sensibles como el combate a la pederastia y, sobre todo, la reparación a las víctimas, que con el Vaticano.

El Ejecutivo se propuso desde el principio engrasar las relaciones con la Iglesia, para que no se convirtiera en el "brazo armado de la política", y lo consiguió

Bolaños, de hecho, incidía en la cercanía que el Gobierno ha sentido hacia la labor de Francisco y sus valores, "especialmente su defensa de la paz, apostando siempre por el diálogo y por la solución diplomática a cualquier tipo de conflicto". El ministro reseñó que en las dos encíclicas más importantes del Pontífice, Laudato si' (2015), y Fratelli tutti (2020), se liga "la dignidad humana con la lucha contra la desigualdad, el autoritarismo y la protección del medio ambiente". Francisco era, en definitiva, "un Papa activo en la defensa de los derechos humanos y del derecho internacional", igual que mostró siempre "interés por las personas migrantes, con las víctimas de la trata, de la guerra de Ucrania, del conflicto en Palestina y de cualquier enfrentamiento armado de los que asolan el planeta". Causas que el Ejecutivo comparte.

El último acuerdo cerrado con Roma trascendió a finales de marzo, pese a que se había gestado semanas antes. El 25 de febrero Bolaños y el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, pactaron que la Iglesia no se quedara fuera de la resignificación del Valle. A cambio, el Gobierno transigió con la permanencia de los monjes en la basílica y su no desacralización. Sánchez sí consiguió que Cantera, excandidato falangista y quien más palos en la rueda puso para la exhumación de Franco, se marchara del templo junto con otros dos religiosos. Los clérigos que residen y gestionan la abadía, la hospedería y la escolanía podrán continuar en Cuelgamuros, pese al compromiso inicial del Ejecutivo. Sin Cantera, eso sí, un "nostálgico del franquismo", en palabras de Bolaños.

Bolaños acordó con el dos de Francisco, Pietro Parolin, que la Iglesia se implicara en la resignificación del Valle. A cambio, los monjes permanecerán en Cuelgamuros. Pero ya no estará Cantera al frente

El pasado lunes, 14 de abril, el Ministerio de Vivienda publicó el concurso internacional de ideas para la resignificación de Cuelgamuros, para convertir el conjunto arquitectónico y paisajístico en "un lugar de memoria, reconocimiento, conmemoración y homenaje, en consonancia con los principios de memoria democrática y de la mano de los Derechos Humanos y de la Justicia Universal", siguiendo el patrón del monumento al Holocausto de Berlín. El Gobierno gastará 30 millones de euros en la resignificación, cuatro de los cuales los recibirán los ganadores del concurso en concepto de honorarios. El proyecto lo elegirá un jurado de seis miembros, que componen el Gobierno, Patrimonio Nacional y la propia Iglesia católica. Este pasado 16 de abril, Miércoles Santo, la Conferencia Episcopal Española se quejaba de que el Ejecutivo hubiera lanzado este concurso sin contar con ellos para "los pormenores o cuestiones que deberían ser concretadas con anterioridad, por si no se respetan los espacios y la sensibilidad religiosa". Para la Moncloa, esa respuesta responde al malestar de los purpurados españoles por que Bolaños cerrara el pacto directamente con Roma.

La aplicación del informe del Defensor del Pueblo

Sánchez, en su visita al Papa de octubre de 2024, ya manifestó la "absoluta predisposición" del Ejecutivo a llegar a un acuerdo para la recuperación del Valle. Pacto que se cerró meses más tarde. Pero el otro gran asunto de orden bilateral que trató con Francisco fue la reparación a las víctimas españolas de la pederastia en el seno de la Iglesia. La "aplicación, el desarrollo del informe y las conclusiones que impulsó el Defensor del Pueblo, como alto comisionado de las Cortes Generales, donde se planteaban una serie de recomendaciones para el conjunto de instituciones públicas, también para la Iglesia católica, en relación con las víctimas por los abusos sexuales de la Iglesia católica".

Sánchez también abordó con Bergoglio el pasado octubre la cuestión de los abusos, el claro punto de fricción del Ejecutivo con la Iglesia española

En este punto, sí que hay más fricciones con la Conferencia Episcopal Española (CEE), pese al discurso durísimo, de tolerancia cero, que siempre blandió Francisco contra la pederastia. Los prelados españoles querían hacer valer su plan unilateral de reparación a las víctimas, sin contar con ellas ni con el Estado, porque no habría obligación ninguna y porque no sería una compensación homogénea. Sin embargo, hace unos días, el presidente de los obispos, Luis Argüello, manifestó que la Iglesia española se abre a "estudiar una posible supervisión del Defensor del Pueblo" a su plan de reparación. El pequeño giro de la CEE se explica por la creciente presión de Sumar y del PSOE y de su decisión de crear en el Congreso una subcomisión para estudiar la compensación de las víctimas de los abusos en los casos sin recorrido judicial. Órgano que seguiría las recomendaciones del dictamen del Defensor, que concluyó que el número de afectados alcanzaría los 400.000 y que se debería poner en marcha un fondo para el pago de las indemnizaciones en el que las diócesis y las órdenes religiosas colaboren.

Ese es el punto que queda por desatascar con los obispos españoles. Porque otro acuerdo que estaba pendiente al llegar Sánchez a la Moncloa, el de las inmatriculaciones irregulares, sí se resolvió a comienzos de 2022. La Iglesia asumió ante el Ejecutivo que del total de casi 35.000 bienes que registró a su nombre a partir de 1998, gracias a una ley de José María Aznar, cerca de un millar (965) no le correspondían y, por tanto, se abrió a devolverlos.

"La conversación fluyó y vimos que compartíamos muchos valores... no lo olvidaré nunca", confesaba Bolaños este lunes en una entrevista en la SER, a propósito de uno de los encuentros que mantuvo con el Papa y que el ministro planteó posponer porque Bergoglio se hallaba cansado y con molestias en la rodilla. Pero el Pontífice quiso seguir adelante con su cita programada con un Bolaños que había definido su audiencia de 2022 con él como "inspiradora". "Creo que usted y yo tenemos una agenda social mucho más grande de lo que pudiera parecer", le había comentado Francisco a Calvo años antes. No había duda. El Gobierno de coalición y Roma se respetaban y se sentían alineados.

El Ejecutivo también cerró con la cúpula española la cuestión de las inmatriculaciones irregulares, permitidas por una ley de Aznar de 1998

Lo que no llegó a haber nunca fue una visita del argentino a España, pese a que Sánchez le invitó ya en su primera visita, en 2020. Francisco sí había mostrado su determinación de viajar hasta Canarias, precisamente para solidarizarse con los migrantes que arribaban a sus costas. Otra prueba más de su pontificado humanista, cercano a los débiles, a los que necesitaban todo, y lejos de los despachos. Porque, como afirmó en 2023, "no es tolerable" que el Mediterráneo "se convierta en tumba, y tampoco en lugar de conflicto". Es "exactamente lo contrario", "comunica África, Asia y Europa, el norte y el sur, oriente y occidente, las personas y las culturas, los pueblos y las lenguas, las filosofías y las religiones". Con Francisco se va una visión del mundo que solo pervivirá si así lo decide el cónclave que elija a su sucesor. Pero lo cierto es que el Gobierno pierde a uno de sus aliados globales, a un hombre y a un líder mundial del que se sentía muy próximo y al que siempre reivindicó, a diferencia de una derecha que ha navegado más incómoda con él.