De las dos convocatorias autonómicas seguras programadas para 2026, en Castilla y León y Andalucía, las que probablemente marquen el nuevo ciclo electoral, y mucho, son las últimas. Por la relevancia y el peso de una comunidad de más de ocho millones de personas, la más poblada de España, porque al menos en los últimos años era capaz de anticipar tendencias en el resto del país. La entrada de Podemos y Ciudadanos en los comicios de 2015, la pujanza de Vox en los de 2018, la importante subida del PP en los de 2022. Las urnas se abrirán como tarde en junio de 2026 y el presidente de la Junta, el popular Juanma Moreno Bonilla, no las tiene todas consigo. El riesgo de perder su confortable mayoría absoluta está ahí, y él mismo lo reconoce.
Lo hizo, de hecho, este domingo, durante la recepción por el 12 de Octubre ofrecida por los Reyes y sus hijas en el Palacio Real. Justo cuando todavía sigue vivo el escándalo por los cribados de cáncer de mama. Después de forzar el cese de la consejera de Salud, Rocío Hernández, el pasado miércoles, y tras anunciar un plan de choque dotado con 12 millones de euros y la contratación de 119 nuevos profesionales, la duda que persigue a Moreno es si la crisis irá mitigándose. La Junta se ha comprometido a realizar las pruebas diagnósticas pendientes a unas 2.000 mujeres "antes del 30 de noviembre".
Este mismo domingo, el consejero de Salud en funciones, Antonio Sanz, también anunciaba que el Consejo de Gobierno pondrá en marcha el próximo miércoles un "plan de acción integral" y de "impulso" de los cribados de cáncer, que incluirá a los dos existentes, el de colon y de cuello de útero. Los siguientes días y semanas dirán si los problemas, como repite el Ejecutivo autonómicos, se ciñen casi en exclusiva al hospital Virgen del Rocío de Sevilla o, como sostienen la oposición y los profesionales sanitarios, se trata de un "colapso estructural" del Servicio Andaluz de Salud (SAS). Los médicos y los afectados apuntan que los daños se han repetido en otros puntos de la comunidad y que la raíz es la falta de recursos.
Sin embargo, según los cálculos de la Junta, el caso de los cribados de cáncer de mama no es lo que está poniendo en riesgo la mayoría absoluta del PP. El escándalo, según contaba Moreno a los periodistas en conversación informal en el Palacio Real durante la recepción por el 12-O —a la que no se quedó Pedro Sánchez para hablar con la prensa—, no está beneficiando a su rival directo, y en todo caso a Vox, que podría haberse estirado en torno a medio punto. Porque la ultraderecha, apuntó, "siempre crece con los líos".
El barón popular reivindicó su gestión de la crisis, el plan de choque anunciado el pasado miércoles y el que este mismo domingo adelantó el consejero Sanz. Su Gobierno, dijo, no supo medir la ampliación de los cribados a una mayor parte de la población y las consecuencias de ese aumento de las pruebas médicas. "Pero hemos actuado y hemos asumido responsabilidades y lo que hemos hecho ha geneado comprensión en el electorado", señaló. "No nos ha generado pérdidas en términos electorales, y de este tema no ha sacado nada el PSOE", insistió.
"El 15-M de la derecha"
Al PP andaluz, no obstante, le preocupa el auge de Vox, cómo la ultraderecha "crece con los líos". Al calor de la antipolítica. "Cada vez que hay una bronca, gana Vox", indicó, poniendo el dedo en los ejemplos recientes: la dana en Valencia, los incendios del verano, ahora la crisis de los cribados. Moreno comentaba a los informadores que lo inquietante ahora mismo es que el partido de Santiago Abascal "empieza a tener cierta transversalidad", es decir, que va arañando votantes de todos los espectros, no solo del granero de la derecha. Y también detecta, como indican las encuestas, una derechización clara de los jóvenes. "Hay una especie de 15-M de la derecha, y hasta los parados de larga duración dicen que van a votar a los de Abascal", explicó.
Esa subida de Vox (especialmente en Almería y Huelva), a la que por otra parte apuntan todas las empresas demoscópicas en el conjunto del país, le podría hacer perder la mayoría absoluta, admitió Moreno sin rodeos. En los comicios de junio de 2022, el PP cosechó un resultado histórico: 58 escaños, tres por encima de la absoluta, en una Cámara de 109 asientos, por los 30 del PSOE-A, los 14 de Vox, los cinco de Por Andalucía —la confluencia de IU, Más País y Podemos— y los dos de Adelante Andalucía —la formación anticapitalista fundada por Teresa Rodríguez—. ¿Se plantea adelantar los comicios para cortar en seco el crecimiento de la ultraderecha? El presidente andaluz responde que no. Por el momento, descarta el anticipo de las elecciones porque los ciudadanos votaron al PP para agotar la legislatura y aprobar los últimos presupuestos del mandato. Y cree que un avance de las urnas le perjudicaría ahora mismo más.
Moreno atribuyó esa hipotética pérdida de la cómoda mayoría absoluta a Vox, no a una recuperación del PSOE, históricamente hegemónico en la comunidad. El dirigente popular calcula que el principal partido de la oposición puede, en todo caso, ganar uno o dos diputados, pero poco más, "se mueve en una franja muy por abajo". La candidata de los socialistas, María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno de Sánchez y ministra de Hacienda, no lograría rentabilizar así la caída del PP porque está "muy desgastada".
Quedarse sin el colchón de la absoluta sería un importante contratiempo para el presidente de la Junta. Porque en ese caso, para retener el Gobierno y superar la investidura, tendría que pactar con Vox, y su relación es "malísima", inexistente, señaló. Moreno remarcó que ni va a acordar con los de Abascal ni va a gobernar con ellos. Él acudiría al debate de investidura a pecho descubierto y a intentar formar un nuevo Ejecutivo, así que la ultraderecha tendría que "retratarse". "Y si no me dan su confianza, pues vamos a segundas elecciones", advirtió. El barón andaluz es de los que cree que el verdadero objetivo de Vox no es entenderse con el PP, sino ganarles, darles el sorpaso.
"Veremos qué ocurre", dice un ministro
En cierta medida, Moreno estaba adelantando las líneas troncales de su próxima campaña: la única manera de frenar a la ultraderecha es votar al PP, porque de lo contrario se perderá no solo la mayoría, sino la "estabilidad política". Ese fue el mensaje que planteó en las autonómicas de 2022: el PP como freno más útil de Vox. Y le funcionó. Así que los escaños perdidos ahora son, a juicio del dirigente conservador, recuperables.
Pero los socialistas van a pelear para que ese mensaje del presidente no cale una segunda vez, haciendo ver a los electores que el PP, cada vez que lo necesita, pacta con Abascal para hacerse con el poder —o retenerlo—. Porque sucedió en varias comunidades y decenas de ayuntamientos tras las autonómicas y municipales de mayo de 2023, porque el propio Moreno se entendió con Vox (y con Ciudadanos) cuando obtuvo el peor resultado de la historia del PP en las andaluzas de 2018 para arrebatar las riendas de la Junta a Susana Díaz. Y porque las "políticas privatizadoras" ya las han desplegado los populares en la comunidad sin necesidad siquiera de tener a los ultras en su Ejecutivo.
El PSOE-A llevaba ya semanas apuntando a esa pérdida de la absoluta de Moreno, antes incluso de que eclosionara la crisis de los cribados de cáncer de mama, y apreciaban por eso muy nerviosos a los populares. Las palabras de este domingo del barón conservador suponen el reconocimiento de que las cosas no van del todo bien para su partido y de que el riesgo está muy presente. Los socialistas creen que el malestar con el daño "estructural" del SAS está erosionando a Moreno, de manera evidente. "Veremos qué ocurre, quedan bastantes meses", apuntaba un relevante miembro del Ejecutivo de Sánchez. En el Gobierno culpan al PP de haber alimentado a Vox, al copiar su discurso y no plantarle cara. Y coinciden en que la formación de Abascal pesca mucho voto entre los electores más jóvenes: "El PP es un partido rancio sin atractivo para ellos", apuntalaba un ministro.
Castilla y León —que en principio irá a las urnas en marzo, según las previsiones del presidente autonómico, el popular Alfonso Fernández Mañueco— y Andalucía pueden no ser las únicas comunidades con elecciones en 2026. Génova empuja para que otros de sus barones convoquen comicios en caso de no poder amarrar presupuestos regionales con Vox. Los tambores se escuchan en Aragón, o en Extremadura, más lejanos en Baleares. Dependerá de Jorge Azcón, María Guardiola y Marga Prohens. Moreno, mientras, aguarda, sin intención de adelantar sus elecciones, esperando que la burbuja de la ultraderecha se vaya desinflando de aquí a junio. Pero puede que la crisis de los cribados —el "lío", la "bronca" de los que a su juicio se nutren los de Abascal— provoque el efecto contrario. Por lo pronto, el riesgo de perder la absoluta está ahí. Y ni el presidente lo niega.
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