La marejada interna por el caso Salazar no remite. El incendio no se apaga, ni mucho menos. No por ahora. El PSOE sigue sumergido en una crisis de primera magnitud por el "error" de la gestión de las denuncias por presunto acoso sexual de dos mujeres contra Paco Salazar, uno de los hombres de más confianza del presidente hasta el pasado julio. Referentes feministas del partido exigen más contundencia, ir ya a la Fiscalía, con o sin el consentimiento de las víctimas, y abrir una "reflexión profunda" para que lo sucedido no se vuelva a repetir. Pero en la Moncloa perciben algo distinto. Muy distinto. Atisban "movimientos internos", que creen profundamente "desleales" para "debilitar" a Pedro Sánchez, un juego que consideran muy peligroso por cuanto da armas a PP y Vox para continuar erosionando al Gobierno, la pieza más valiosa en poder de los socialistas.
La lentísima respuesta dada a las mujeres trabajadoras de la Moncloa que, de manera anónima, reportaron su experiencia al PSOE a través de su canal de comunicación interno está tensando al máximo las costuras del partido. Hasta el punto de que en el círculo de confianza del presidente perciben una guerra interna, contra la que se revuelven. "Los nuestros no pueden poner en riesgo la imagen del partido en algo tan serio por intereses espurios. Una cosa es la crítica de las feministas ante una indignidad. Otra es usar y tergiversar lo sucedido en tu beneficio. Contra la organización en un momento en el que estamos siendo asediados. Eso no", advierten fuentes del primer anillo de confianza de Sánchez en el Ejecutivo.
El presidente admitió el pasado sábado, en conversación informal con los periodistas, durante la recepción en el Congreso con motivo del Día de la Constitución, que había obrado mal. Asumió, "en primera persona", el "error" de la demora en la tramitación de las dos denuncias —casi cinco meses—, y lo achacó a la falta de rodaje del órgano antiacoso, montado hace apenas medio año, y al que cree que habría que apuntalar, "reforzar" para que en el futuro funcione de forma más eficiente y sin que se repitan fallos tan flagrantes.
Los nuestros no pueden poner en riesgo la imagen del partido por intereses espurios. Una cosa es la crítica de las feministas ante una indignidad. Otra es usar y tergiversar lo sucedido en tu beneficio", denuncian desde el Ejecutivo
En todo momento, negó que se estuviera encubriendo o siendo "connivente" con Salazar, hasta el pasado julio secretario general de Coordinación Institucional en su Gabinete. No se trataba, dijo, de un error "buscado" ni premeditado. Y, frente a quienes en el PSOE señalan a la secretaria de Organización, Rebeca Torró, y a su equipo —sus dos adjuntos, Anabel Mateos y Borja Cabezón—, e incluso a la vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero, Sánchez indicó a los informadores que la responsabilidad era enteramente suya. Descargó así de toda culpa a sus colaboradores más cercanos. El jefe del Ejecutivo añadió que no ve como salida óptima acudir a la Fiscalía para dar cuenta de los hechos sin la autorización de las afectadas, una medida que sí se le vienen demandando las feministas del partido.
Algo más de 24 horas después, el domingo por la noche, el Gobierno confirmó que el Consejo de Ministros de este martes se ejecutaría el cese de la mano derecha de Salazar en la Moncloa, Antonio Hernández Espinal, que desde septiembre de 2024 ocupaba el cargo de director del Departamento de Coordinación Política. La operación fue coordinada por el jefe de Gabinete de Sánchez, Diego Rubio, y por la propia Montero, porque ambos, adujeron, eran "sus responsables en la Moncloa y el PSOE", "y por descontado reaccionan al conocer el testimonio". Y es que Hernández Espinal, un dirigente andaluz cuya trayectoria política en el Ejecutivo ha estado muy ligada a la de Salazar, su jefe y amigo, fue señalado en una de las denuncias como encubridor. Él negó los hechos pero no se resistió, según el relato oficial. Fue un cese "acordado y compartido", y la Moncloa decidió actuar "con contundencia, como siempre".
En el Ejecutivo descartan más ceses, pero hay quienes creen que puede tener que ampliarse el perímetro de la depuración de responsabilidades
Hernández Espinal también fue apartado por Montero de la cartera que desde febrero dirigía en el PSOE andaluz, la de Datos, Análisis y Prospectiva. Una caída institucional y orgánica del dos de Salazar. En el Ejecutivo descartaban más ceses en las próximas horas. Ni en la Moncloa ni en el partido, aunque, sobre todo en la federación andaluza, hay quienes creen que se debería ampliar el perímetro de depuración de responsabilidades y destituir a otros dos hombres muy cercanos a Salazar: el diputado nacional José Antonio Rodríguez Salas, responsable de Dinamización y Medios Sociales de la ejecutiva regional, y Paco Rodríguez, secretario de Organización del PSOE-A —esto es, el número tres de Montero— y alcalde de Dos Hermanas (Sevilla).
"Espacios de diálogo honesto"
"Hernández Espinal cae porque se le acusa de participar en el caso de acoso, no por ser una persona de confianza de Salazar, solo faltaría que los que rodean a un presunto acosador sean culpables de su comportamiento, los acosadores existen, son un drama estructural de nuestra sociedad", explicaban desde el círculo de confianza de Sánchez.
Pero ni las palabras del presidente del sábado ni la confirmación de cese de Hernández Espinal bastaron para calmar las aguas en el partido. "Es que no sé qué tiene que ver una cosa con la otra. ¿Qué tiene que ver él con la demora de cinco meses? Nada", indica una destacada dirigente feminista.
Faltan espacios de diálogo, de reconocimiento de errores y de búsqueda de soluciones más que de taponar la herida mediática, que parece que es lo que más inquieta", dice una dirigente feminista
"Empezamos a estar un poco saturados y saturadas. Y que el daño es difícilmente reparable. Hacen falta espacios de diálogo honesto, de reconocimiento de errores y de búsqueda común de soluciones más que de taponar la herida mediática, que parece que es lo que más preocupa. Es difícil entender que en todo este tiempo nadie preguntara por el proceso de denuncias internas. Tampoco es fácil entender que esa sucesión de relatos acontecieran sin que nadie con responsabilidad en la Moncloa se enterara", expresa otra responsable respetada dentro del PSOE, que aprecia que la demanda de ir a la Fiscalía ya "gana enteros". "Al final, no se entiende muy bien qué capacidad de juicio tiene un partido político sobre relatos que parecen constitutivos de delito", añade esta misma fuente. La primera voz que públicamente exigió acudir sin más dilación al Ministerio Público fue la ex vicesecretaria general y hoy delegada del Gobierno en el Principado y número dos de la federación asturiana, Adriana Lastra.
En la Moncloa son conscientes de que la intranquilidad en el PSOE no se ha evaporado. Reconocen los errores, insisten en que para ellos "nunca nada es suficiente y siempre hay que mejorar", pero advierten de unas maniobras contra Sánchez que creen que no son aceptables. "Ante las críticas internas, vemos movimientos interesados de quienes utilizan esas denuncias contra el partido y el Gobierno, y eso es irresponsable —sostienen a El Independiente fuentes de círculo del presidente en el Ejecutivo—. Para que el sistema funcione, esto no puede ser un circo montado por quien quiere cargarse al presidente para hacer una refundación feminista del PSOE. Señalamos una evidencia. No se trata de una excusa de mal pagador. Lo que censuramos es que se usen unas denuncias de acoso sexual para trasladar la imagen de que la dirección ampara comportamientos machistas, y eso es radicalmente falso. Se actuó en horas con los dos casos sobre la mesa. ¿Por qué hay gente que transmite esa sensación? Hay movimientos interesados para debilitar a Sánchez y a la dirección del partido, y son movimientos desleales".
Censuramos que se usen las denuncias para trasladar la imagen de que la dirección ampara comportamientos machistas, y eso es radicalmente falso", se defienden desde la Moncloa
Las palabras son muy duras. Quizá como nunca. Y es relevante porque hasta ahora, pese a la sucesión de crisis, la Moncloa no había evidenciado que pudiera haber movimientos contra un líder cuya autoridad, desde las primarias que ganó a Susana Díaz en 2017 y sobre todo desde que alcanzó el Ejecutivo gracias a la moción de censura contra Mariano Rajoy, siempre había sido incontestable. Su entorno había minimizado episodios anteriores de malestar interno.

"Es que el Gobierno es algo sagrado —continúan fuentes de la Moncloa—. Hay gente dispuesta a poner eso en riesgo para quedarse la silla del partido, y eso es cutre. La silla del partido está ocupada y no se puede hacer tambalear, porque pone en peligro el proyecto. Porque puede que acaben llegando PP y Vox. Abramos un poco la mirada: esto no es un juego de niños ni una bronca entre políticos. Esto hace un favor y da munición a PP y Vox. El análisis es terrible". En el entorno del presidente describen que esa sensación de agresión interna es "generalizada": "¿Qué es lo que está pasando para que haya zozobra interna? Pues que está movida por otros intereses, porque si no no se explica".
En la cúpula del Ejecutivo recuerdan que "la silla del partido está ocupada y no se puede hacer tambalear, porque pone en peligro el proyecto, porque puede que acaben llegando PP y Vox"
Según el análisis del entorno directo de Sánchez, confluyen tres planos. El primero, el obvio, el de las denuncias contra Salazar. Aseguran que hay que esperar al informe de conclusiones del órgano antiacoso, que se prevé que esté listo para los próximos días, pero avisan, en línea con lo manifestado el sábado por el presidente, de que no se puede acudir a la Fiscalía sin el consentimiento de las víctimas, porque las mujeres se refugiaron en el procedimiento habilitado por el PSOE bajo condición de anonimato, y por tanto sería una "falta de respeto" hacia ellas. "¿Qué hacemos, las fastidiamos a ellas? Lo que sí podemos hacer es ofrecerles ir al Ministerio Público y costearles todo el proceso. Pero es una locura que una persona que quiera usar un canal anónimo al final se encuentre con que la acabemos llevando a la Justicia sin su autorización. Este es un caso muy sensible en el que nadie se quiere quedar corto. Pero no se puede hacer más. No hay duda de que las denuncias son serias y respondemos con lo que podemos responder. Lo vamos a arreglar, pero nada justifica este circo mediático y político", protestan desde el círculo más inmediato a Sánchez. Este lunes, la ministra portavoz, líder de los socialistas aragoneses y secretaria federal de Política Autonómica del PSOE, Pilar Alegría, garantizó que se llegará "hasta el final" y admitió que no se actuó con la "celeridad necesaria" en el caso Salazar.
El señalamiento a Lastra
El segundo plano es el de los "movimientos internos" que han percibido contra el líder socialista. Y aunque en el Ejecutivo no quieren apuntar abiertamente a nadie, otros dirigentes que también perciben una suerte de "ajuste de cuentas" interno señalan a Lastra, una responsable que aún cuenta con mucho predicamento y que alzó la voz en el último comité federal del PSOE, el pasado 5 de julio: cuando una feminista protesta, "se convierte en blanco fácil", dijo la ex número dos, que se sentía víctima de una operación "de acoso y derribo" urdida por Santos Cerdán, el secretario de Organización que sucedió a José Luis Ábalos y que ha estado casi cinco meses en prisión preventiva por haber sido el presunto cerebro de una trama de amaño de adjudicaciones públicas.
La tercera caja que explica la crisis actual de partido y Gobierno es, para la Moncloa, la presión del PP "y del establishment de derechas". "No nos chupamos el dedo. No aceptamos lecciones de nadie en cuestión de feminismo e igualdad", remarcan. Y por eso creen peligrosas las maniobras contra el líder, porque ayudar a servir en bandeja su cabeza a la derecha y la ultraderecha. Movimientos a los que no ponen nombre —"lo que decimos es que son evidentes"— que podrían estar conectados, intuyen, con la etapa que se abrirá cuando Sánchez abandone el Ejecutivo. Con el postsanchismo. "Son de una máxima deslealtad, para atacar a la organización en donde que más le duele, que es el voto femenino. Vamos a llegar hasta el final, pero de la mano de las denunciantes", zanjan desde el complejo monclovita.
En el Gobierno prometen llegar hasta el final "de la mano de las denunciantes". Y dicen que no aceptarán "lecciones de nadie en feminismo"
"Prefieren decir eso en lugar de decir que se han equivocado. Pero la clave está en los hechos, lo que ha sucedido. Que habrá intereses internos, pues claro, que no hubiera dejado Pedro tanto cadáver por ahí. Pero la lección primera de su Manual de resistencia es precisamente victimizarse", opone una veterana dirigente feminista. En los círculos del área de Igualdad del partido insisten en que urge acudir a la Fiscalía sin tardanza, porque la vía interna contra Salazar está agotada, dado que no es militante, y porque se trata de dar cuenta de indicios de un delito grave.

El artículo 265 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que todo ciudadano que tuviera conocimiento de la perpetración de un delito ha de presentar una denuncia que contenga "la identificación de la persona denunciante y la narración circunstanciada del hecho" y también "la identificación de las personas que lo hayan cometido y de quienes lo hayan presenciado o tengan información sobre él" y que incluya toda pista que pueda ayudar a "esclarecer el hecho denunciado". El protocolo antiacoso del PSOE, aprobado en su versión definitiva el pasado julio, indica que si los hechos de presunto acoso sexual reportados internamente son "verosímiles y trascendentes", cuando puedan "revestir el carácter de delito" serán entonces "trasladados al Ministerio Fiscal, si no hubieran sido ya denunciados ante este o los juzgados penales, para que valore, en su caso, la pertinente querella". Ni un texto ni otro exige, por tanto, que la víctima dé su consentimiento al traslado a la Fiscalía. En la Moncloa recuerdan, sin embargo, que lo que hace distinto y "pionero" el protocolo socialista es que se permiten denuncias anónimas.
La presión sigue arreciando en el partido, y en especial hacia Rebeca Torró. Aún no está convocada la reunión presencial con Bernabé
La presión sobre la cúpula socialista no ha bajado internamente. Más allá de peticiones de más cabezas, en el partido siguen señalando sobre todo a la secretaria de Organización, Rebeca Torró, porque de ella depende toda la maquinaria del partido. La dirigente es defendida por Sánchez porque, recuerdan en su entorno, ella no tenía acceso a las denuncias y el órgano antiacoso funciona de manera "autónoma" e "independiente". "El daño está ya hecho y la gente sigue muy cabreada", constata un barón regional. "Yo espero más pasos esta semana, pero sobre todo que las víctimas se sientan arropadas y una reflexión", apunta un miembro de la dirección y también diputado nacional.
La secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, emplazó a las responsables territoriales del área la semana pasada, en su encuentro telemático con ellas, que habría una reunión presencial esta semana. Pero esta aún no se ha agendado, según indicaron a este diario dirigentes que fueron convocadas en la cita anterior. Todo el partido sabe que atraviesa horas cruciales y la tensión sigue siendo muy alta. Con la novedad, nada menor, de que Sánchez, según su círculo, se siente señalado también por parte de su formación. Víctima de "movimientos internos" para desgastarle.
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