Pedro Sánchez no quiso revelar este lunes ni el nombre ni el momento exacto. El presidente mantuvo, tras su rueda de prensa de la mañana, una conversación informal con los periodistas con motivo de la copa de Navidad de la Moncloa, y en ella solo optó por avanzar que quien releve a Pilar Alegría como portavoz del Ejecutivo será una mujer. Una dirigente que será el nuevo rostro del Gobierno después de Isabel Celaá (2018-2020), María Jesús Montero (2020-2021), Isabel Rodríguez (2021-2023) y la propia Alegría. La quinta, por tanto, desde que el líder socialista llegó a la Moncloa hace siete años y medio, en junio de 2018.
El reemplazo de Pilar Alegría (La Zaida, Zaragoza, 1977) es obligado por las elecciones autonómicas en Aragón que el presidente regional, el popular Jorge Azcón, convocó este lunes para el 8 de febrero. La ley electoral de la comunidad impone que los ministros no pueden ser elegibles como diputados autonómicos, por lo que la portavoz debe dejar su cargo en el Gobierno —titular de Educación, Cultura y Deportes y portavoz del Ejecutivo— antes de 22 días, que es cuando el PSOE ha de presentar sus listas, con ella como cabeza de cartel. Es decir, que ha de partir como candidata antes de Reyes.
La persona elegida será la quinta mujer en ocupar la portavocía con Sánchez en la Moncloa, tras Isabel Celaá, María Jesús Montero, Isabel Rodríguez y la propia Pilar Alegría
Sánchez, en su conversación con los informadores, no dio detalles sobre las fechas, pero sí dio a entender que anunciaría el nombre en plenas fiestas navideñas. Es decir, que el relevo no será inminente. Este martes, por tanto, Alegría comparecerá tras la reunión ordinaria del Consejo de Ministros, y también podría ofrecer la rueda de prensa del 23 de diciembre, la última del año. La siguiente cita del Gabinete ya será, tras un pequeño parón vacacional, el miércoles 7 de enero. El presidente puede proceder al cese de Alegría y el nombramiento de su sustituta en el momento que quiera, sin pasar por Consejo de Ministros, dado que es una prerrogativa enteramente suya.
España entra ahora, con los comicios en Extremadura del próximo 21 de diciembre, en un carrusel electoral, porque seguirán las urnas en Aragón el 8 de febrero, en Castilla y León en marzo y en Andalucía previsiblemente en junio. Un calendario que el PP ha diseñado para infligir derrotas consecutivas a unos socialistas muy debilitados territorialmente y que ahora sufren el castigo de los escándalos de corrupción y de acoso sexual. Sánchez comentó a los periodistas que el PP "se equivoca" si cree que con su estrategia puede "desestabilizar" al PSOE.
Sánchez asegura que quienes "tienen que perder" con este carrusel electoral son los populares, que defienden sus gobiernos autonómicos, y para el PSOE las urnas son "una oportunidad"
Según su lectura, quienes "tienen que perder" son los populares, que son los que defienden sus gobiernos autonómicos, no los socialistas, que están en la oposición, y está convencido de que las dinámicas de un territorio no tienen por qué reproducirse en otro, como augura la dirección de Alberto Núñez Feijóo que ocurrirá. "Tenemos todo que ganar. Veo las elecciones más como una oportunidad. Si al final el PP acaba gobernando con Vox, pues vaya historia...", resopló, burló. Los socialistas desean aprovechar la dependencia de los populares a la ultraderecha como palanca para las siguientes convocatorias. El problema es que arrancan el ciclo muy desgastados y el impacto del descalabro de la primera cita, la de Extremadura de este domingo, puede ser muy potente.
No tiene en la cabeza el jefe del Ejecutivo, como ya dijo este lunes por la mañana, una amplia remodelación del Gabinete, como le pide Sumar. De hecho, su idea es acometer ajustes puntuales "en función del calendario electoral". Es decir, que la siguiente pieza, la de la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, un absoluto peso pesado y mujer de su total confianza, no saldrá del Gobierno hasta que Juanma Moreno no convoque las andaluzas. No comparte Sánchez la necesidad, que le planteó la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, de hacer un completo cambio de caras, sí en todo caso de dar "un nuevo impulso a la agenda". Ningún ministro de Sumar pudo replicarle, porque ninguno acudió a la copa de Navidad convocada en la Moncloa, a diferencia de lo que ocurría otros años. Díaz, que iba a ser entrevistada por Aimar Bretos en Hora 25 (SER), lo canceló.
¿Reunión con todos los grupos? "Eso lo decido yo"
La charla del presidente con la prensa discurrió también, lógicamente, sobre la viabilidad de la legislatura. Está dispuesto a desplegar gestos con los socios para amarrarlos. Se reunirá con el líder de ERC, Oriol Junqueras, como quedó con él en su conversación de la mañana. El dirigente republicano le sugirió hacer ronda con todos los socios. "No tengo problema en reunirme con los grupos, pero eso es algo que decido yo", avisó el jefe del Ejecutivo. Con Junts, las relaciones están "rotas" —a los posconvergentes les molesta sobremanera que se diga lo contrario—, pero sí pretende acercarse a ellos con cuestiones como la próxima publicación de las balanzas fiscales o la solicitud de entrada de Cataluña (y Euskadi) en la Unesco y la Organización Mundial del Turismo (OMT).
La normalización total", con la vuelta de Puigdemont, "puede ofrecer un marco diferente al que tenemos ahora mismo", esgrime Sánchez
Es más, Sánchez entiende que será capital, en el arranque de 2026, lo que suceda con la ley de amnistía. El Tribunal Constitucional tiene que resolver el recurso de amparo presentado por Carles Puigdemont, que previsiblemente fallará a su favor, lo que, junto con el pronunciamiento que cree en positivo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), posibilitará su regreso a España. "Más allá del corto plazo, la normalización total puede ofrecer un marco diferente al que tenemos ahora mismo", sostuvo. Es decir, que el retorno del expresident puede cambiarlo todo y enderezar el rumbo de la legislatura. Entretanto, la estrategia del Ejecutivo será la de seguir buscando el acercamiento con Junts: cumplir con su agenda, dijo, "puede abrir una ventana" de cara al futuro. Es decir, que la Moncloa quiere continuar sembrando con los independentistas catalanes para que, cuando vuelva su líder, se retome la colaboración con ellos.
¿Y el PNV? Siempre lo ha dibujado el Gobierno como el socio más fiable. Pero ahora no disimula su distanciamiento. El sábado, el líder de los jeltzales, Aitor Esteban, advirtió de que "o el PSOE consigue detener esta hemorragia de escándalos o el presidente Sánchez tendrá que convocar elecciones ya, porque así no se puede aguantar año y medio". Y, este lunes, el exlehendakari Iñigo Urkullu calificó la situación de "insostenible". "Gobernar no es solo una cuestión aritmética, sino también de principios compartidos", aseguró.
Sánchez contó a los periodistas que habla con Esteban "en muchas ocasiones", tiene una relación "fluida" con él y entiende su "incomodidad". Pero esgrimió que las detenciones y registros por presunta corrución de la pasada semana no dejan de tener "los mismos actores" que ya se conocían: la supuesta fontanera de Santos Cerdán, Leire Díez; el empresario Antxon Alonso, el expresidente de la SEPI Vicente Fernández... "Es una realidad con la que tengo que trabajar. Bien que lo siento". Arrestos de los que tuvo conocimiento, añadió, por los medios.
Subraya que el Gobierno está "contrastado", "a prueba de bombas", y él se halla "en forma, con ganas de continuar y de culminar una década" y no "cansado": "Tengo un punto de madurez para ver las cosas con otra perspectiva"
Esa reflexión le llevó a otra convicción profunda: debe resistir. Aunque llueva en el exterior, aunque su Ejecutivo esté atenazado por los casos de presunta corrupción y de acoso. "La gran paradoja", subrayó, es que en el terreno de las políticas el Gabinete "está en forma". "Es un Gobierno contrastado", "a prueba de bombas", que ha operado sobre "múltiples crisis" y que lleva ocho años trabajando. "Yo me encuentro además en muy buen momento de forma, con ganas de continuar. Tengo un punto de madurez para ver las cosas con otra perspectiva, sin restar gravedad". Es decir, que vive un momento de "solidez política" que choca con lo que pasa alrededor, aunque siente que el debate público está más "en la superficie" que en las grandes cosas, en las cuestiones que impactan en la vida del ciudadano y por las que merece la pena, a su juicio, que la coalición progresista siga al mando.
En su partido, sin embargo, muchos dirigentes hablan ya de "fin de ciclo", como ocurrió en los estertores del felipismo. "Comparar momentos es muy difícil. Pero yo no estoy cansado. Lo contrario. Tengo ganas de culminar una década, y eso es muy motivador", más en un contexto de auge de la ultraderecha, razonó. Sánchez insistió en que su proyecto "no acaba en 2027", en el término natural de la legislatura, sino que "trasciende", va más allá. Y siente que tiene una "responsabilidad" que no puede "eludir". "Entiendo el momento que está atravesando el mundo y España es un contrapunto interesante de políticas progresistas", sostuvo, dirigiendo su mirada a lo ocurrido este domingo en Chile, donde ganó con holgura el ultraderechista José Antonio Kast (58,2%) frente a la izquierdista Jeannette Jara (41,8%).
"Yo cometí un error, pero no voy a cometer dos"
Con respecto a los casos de presunto acoso, Sánchez vuelve a negar encubrimiento y achaca lo sucedido, que durante casi cinco meses no se contactara con las mujeres que denunciaron al exdirigente Paco Salazar, a "falta de pericia", a falta de recursos humanos en Ferraz, al "coste" de ser el partido pionero en aplicar un protocolo antiacoso. Desconoce el presidente si aflorarán más acusaciones o no, pero lo que tiene claro es que no puede reproducirse el traspié: "Yo cometí un error, pero no voy a cometer dos", dijo sobre la gestión del caso Salazar.
No traslada el mensaje de que pueda dejar caer al líder del PSdeG, Gómez Besteiro, pese a que cada vez está más cuestionado por el 'caso Tomé'
El mayor incendio orgánico ahora mismo es el que sufre el PSdeG, por el cuestionamiento creciente hacia su secretario general, José Ramón Gómez Besteiro, que reconoció que supo en octubre, por una tercera persona, que podía haber una víctima de acoso por parte del presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé. Este renunció a la jefatura de la institución (no a su acta de diputado provincial ni de alcalde de Monforte de Lemos) cuando estalló el escándalo, la semana pasada. Unas 400 personas, entre ellas los expresidentes de la Xunta Fernando González Laxe y Emilio Pérez Touriño, ya han firmado el manifiesto que señala a la cúpula del PSdeG, pero el presidente no tiene intención de descabalgarle de su cargo: "No tengo noticias de que se le esté cuestionando", respondió.
Mucho se ha hablado en estos últimos días de movimientos internos para tumbar a Sánchez. Él mismo cree que hay dos capas: la percepción de los cuadros medios y el "apoyo" que percibe que le da la organización en su conjunto. "Me siento muy respaldado, aunque esas dos realidades trabajan", que hay militantes y dirigentes a los que él les gusta y a los que no les convence.
Recalca que se siente "muy respaldado" internamente, aunque reconoce que puede haber cuadros del partido disgustados
El presidente, ante cualquier pregunta, volvía al punto de inicio, y es que hay legislatura, que llegará hasta 2027, que no desfallecerá, que le queda gestión por delante, que la vuelta de Puigdemont puede cambiarlo todo, que al final los ciudadanos sí premian las iniciativas del Ejecutivo y no el "ruido". No es la realidad que palpan en su partido, pero él la defiende sin pestañear. Por los años pasados, por la "madurez" y "solidez políticas" acumuladas.
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