La tensión entre los dos socios del Gobierno de coalición progresista se agrava. El malestar es indisimulable por las dos partes. Nadie quiere romper y la continuidad del bipartito no está en juego, pero la incomodidad crece, pese a que en público se escuchen llamamientos a la calma. Sumar pedía este martes una reunión urgente al PSOE sin ceder en su petición a Pedro Sánchez de que cambie de abajo arriba a su Ejecutivo, una exigencia que solivianta cada día más a los socialistas. No entienden en la Moncloa que la formación de Yolanda Díaz no se repliegue y reclame una remodelación que creen injustificada y que además supone "caer en el marco de la derecha". "Insistir en ello es cruzar muchas líneas, es una barbaridad", se quejan en el círculo del presidente.

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La vicepresidenta segunda fue quien el viernes pasado, en una entrevista en Al rojo vivo (La Sexta), subrayó que "así no" se podía continuar, y que hacía falta "un cambio absolutamente profundo en el equipo de Gobierno", una reformulación "radical" del Gabinete. Reaccionaba Díaz a una semana infernal para el PSOE, por la cadena de detenciones y registros por casos de presunta corrupción y por la sima abierta por las denuncias de acoso sexual. "El deterioro es mayúsculo, no estamos en julio [cuando la caída de Santos Cerdán provocó una enorme convulsión]. Es insoportable lo que estamos viviendo: es la corrupción, son los puteros, el machismo, es el hastío... es que no se puede más". La Moncloa adelantó enseguida el no. No habría una reestructuración amplia del Gobierno. Sumar, no obstante, siguió apretando en los días siguientes. El lunes, el propio presidente, en su rueda de prensa de balance del año, lo descartó.

El PSOE plantea que el encuentro con Sumar se celebre esta misma semana y que la delegación la encabecen Torró y su equipo de Organización, dado que es una "reunión entre partidos"

Sánchez alegó que escucha "con muchísima atención" a aquellos que, como Sumar o la propia Díaz "tratan de ayudar", pero "ahí están los datos" y la "gestión extraordinaria de todos los ministros". Por la tarde, en conversación informal con los periodistas con motivo de la copa de Navidad de la Moncloa, martilleó en la misma idea: este es un Ejecutivo "contrastado", "a prueba de bombas", del que está satisfecho. Solo acometería ajustes puntuales "en función del ciclo electoral". Es decir, que irá cesando a los ministros candidatos que tengan que competir en sus respectivas autonómicas cuando se les acerque la fecha de las urnas. Y eso ocurrirá en los próximos días con la portavoz del Gobierno y titular de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría, que este martes se despidió de sus compañeros en la que fue para ella su última reunión del Consejo de Ministros.

Sumar no se dio por vencido sin, por supuesto, romper la coalición. Este martes, mantuvo sobre la mesa la petición de cambios en el Ejecutivo, pero pidió algo más asequible: una reunión con el PSOE, justo lo que había demandado IU el sábado. "Estamos muy contrariados y muy preocupados porque nuestro socio de Gobierno parece totalmente paralizado, enredado en una situación interna que nos parece inaceptable", razonó el diputado de IU Enrique Santiago.

Ferraz respondió que aceptaba la cita y que planteaba que se celebrara esta semana. Quien encabezará la delegación socialista, adelantaron desde la dirección, será la secretaria de Organización, Rebeca Torró, y su equipo del aparato, del que forman parte sus dos adjuntos, Anabel Mateos y Borja Cabezón. No se sentarán los ministros socialistas, no habrá foto con María Jesús Montero y Félix Bolaños, como en anteriores ocasiones —la última fue el 2 de julio de 2025, tras el encarcelamiento de Cerdán—, porque el formato de la cumbre era distinto, era el de la comisión de seguimiento del pacto de coalición, y por eso acudieron la vicepresidenta primera y el titular de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, pero también el responsable de Cultura, Ernest Urtasun, portavoz de Sumar.

En la Moncloa y en Ferraz anticipan que si los de Díaz quieren "elevar el rango del encuentro, no pasa nada", así que si desean que participen ministros, "no pasa nada", no se les dirá "que no"

En la Moncloa y en Ferraz negaban que se tratara de una rebaja deliberada del perfil de la reunión como pequeña venganza contra sus socios de coalición. "Es Sumar quien pide una reunión al PSOE, a la Secretaría de Organización, y su jefa es Rebeca. Si tiene que haber una reunión de la coalición, que la haya, si quieren elevar el rango del encuentro, no pasa nada, no les vamos a decir que no", indican fuentes del Ejecutivo. "Es que no es una cumbre, es una reunión de partidos, y otra cosa es la coalición", resumen desde el cuartel general de los socialistas. La ministra portavoz rehuyó el choque pero sí pidió a los magentas "no perder el horizonte", volcarse en las políticas y seguir la hoja de ruta pendiente y compartida hasta 2027.

"¿Acaso hay sospecha de corrupción o acoso?

El problema, por tanto, no será tanto ese encuentro —Alegría, preguntada por los periodistas en la Moncloa, lo desdramatizó, aduciendo que las reuniones con Sumar "son a diario"—, sino el mar de fondo. En el círculo de máxima confianza del presidente explican que la raíz está en el gesto "feo" de Díaz del pasado viernes, que replicaron Urtasun y los dirigentes de Sumar en los días siguientes. Sumar salió "no pidiendo gestos, ni medidas", sino una reestructuración profunda del Ejecutivo, un marco "que señala públicamente al PSOE por los casos de corrupción y acoso". La Moncloa no lo digirió como una exigencia menor, sino como algo "grave". "¿Pero es que acaso hay sospecha de corrupción o acoso? ¿Qué barbaridad es esa?", se revuelven en la sala de máquina del Ejecutivo.

En el Ejecutivo reprochan a Sumar que se centre en una reestructuración, que es un marco "que señala públicamente al PSOE por los casos de corrupción y acoso", cuando los ministros no están implicados

En el Gobierno sentaron mal, muy mal, las palabras de Díaz porque estaba apuntando a ministros socialistas que no están implicados en ninguna causa judicial, y ellos "son también personas", "es feo en lo humano que se les acuse", protestan. La visibilización de esa irritación corrió a cargo este martes del hombre de Sánchez siempre más directo, Óscar Puente: "Ofrecer sacrificios en el altar lo considero más una medida religiosa que política. No entiendo muy bien la relación entre un caso de presunto acoso en Monforte de Lemos o en Almussafes con el Gobierno de España. No sé qué va a resolver que el Gobierno de España se remodele en relación con estos casos", dijo en La hora de La 1 (TVE). El titular de Transportes devolvió el golpe a Díaz: "No sé si incluye a los ministros de Sumar, no sé si también hay que remodelarlos a ellos". Un latigazo que daba cuenta de la indignación que ha provocado el movimiento de Sumar. Otro más lo dio el titular de la Presidencia, Félix Bolaños, en los pasillos del Senado, aunque tirando de ironía: "Todo mi respeto y todo mi cariño para Sumar y para la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz. No tengo más que buenas palabras y buenos pensamientos, para Sumar y para Yolanda".

Los colaboradores de Sánchez recuerdan que la polémica lleva viva desde el viernes, cuando, con el no que salió de la Moncloa entonces y la comparecencia del lunes del presidente, "restándole importancia a las palabras de Díaz", el socio minoritario podía haber reconducido sus pasos. "La pregunta es qué quieren, a quién se refieren y por qué. Porque además están comprando el marco de la derecha. Ellos no dejan de insistir en la remodelación profunda del Gobierno. Insistir en el cambio del Gobierno es cruzar muchas líneas", apuntan.

Los socialistas demandan a Sumar que pida cuestiones que estén a su alcance, y por eso aceptaron la reunión entre partidos, porque el precio era asumible. También esgrimen otra razón en la Moncloa, una regla básica de la política: señalar a un ministro es tanto como blindarlo. Un miembro de la cúpula federal del partido rodea la misma idea: Sánchez no va a proceder a una reestructuración amplia "porque se lo pidan el PP o Sumar", lo hará "cuando quiera", y hará el gesto que determine "cuando quiera", no forzado por los demás. "No podemos hacer gesto que sea como una respuesta, porque es comprar el marco del PP. No tenemos por qué hacer gestos para arreglar algo, cuando es la realidad paralela que construye el PP", explica otro alto cargo del Ejecutivo. "Claro, en compensación por su lealtad va a hacer el presidente algo", responde con mordacidad un miembro del Consejo de Ministros.

Creen en el ala socialista que el socio minoritario pretende "sacar la cabeza" porque está "en caída libre" y además la emprende "con un ministerio amigo", el de Vivienda, y su titular, Rodríguez

En el ala socialista del Gobierno se percibe el hastío con la conducta de sus socios. Creen que solo buscan "sacar la cabeza" porque "están en caída libre" y "no conectan con su base social". "Es que el resto de partidos del bloque de investidura hacen su trabajo en sus territorios pero Sumar no hace nada", explica una integrante del Gabinete. Entre los ministros socialistas, molesta especialmente que Sumar "la haya emprendido con Vivienda" y con su titular, Isabel Rodríguez. En el equipo de esta, de hecho, señalan que han cumplido con lo incluido en el pacto de coalición, pero que no pueden aceptar demandas que no se pueden materializar, en muchas ocasiones por falta de apoyo parlamentario, dado que no existe una mayoría progresista en el Congreso y Junts ha roto oficialmente con el PSOE.

Los de Díaz exigen, por ejemplo, que se prorroguen por tres años los 300.000 contratos de alquiler que vencen el próximo 31 de diciembre, y que a ellos se sumen los 630.000 que expiran en 2026. "Lo que tienen que hacer es presionar a las comunidades autónomas del PP, que no aplican la ley de vivienda, que anda que no tendría cancha Más Madrid [partido integrante de Sumar] con [Isabel Díaz] Ayuso, en lugar de disparar a un ministerio amigo", se quejan en el sector socialista del Ejecutivo. Vivienda empuja para que se saque adelante la limitación de los alquileres de temporada, advierten de que han redactado las enmiendas, pero presionan a Sumar para que a su vez convenzan a Junts. Lo que el ministerio rechaza es llevar al Congreso medidas que no vayan a prosperar porque un anuncio que luego no obtenga respaldo parlamentario puede hacer, según su pronóstico, que los propietarios se retraigan y limiten el alquiler.

"Problema de credibilidad"

En Sumar, sin embargo, la óptica es radicalmente distinta. Después de no encontrar reciprocidad por parte de Sánchez, la formación expresó su descontento este lunes por la falta de concienciación de los socialistas respecto al "problema de credibilidad" que tienen por esos casos internos de acoso sexual o laboral, cuyas denuncias no cesan. Pero también por las novedades en las investigaciones sobre presunta corrupción que orbitan alrededor del Gobierno, el PSOE y el entorno directo del presidente. "Nadie entendería que Sánchez no hiciese nada", adelantaban fuentes estatales magentas tras el balance del año del socialista en la Moncloa.

La pretensión de que acudan Torró y sus adjuntos no gusta a fuentes con alto rango en la confluencia, que recuerdan que en el pasado la comitiva del PSOE estaba liderada por Montero y Bolaños

Y este martes, visto que los socialistas pretendían dar una categoría inferior a esa cumbre con Sumar respecto a las reuniones anteriores de la comisión de seguimiento del pacto de Gobierno, los magentas se mostraron irritados. La pretensión de que acudan Torró y sus adjuntos no gusta a fuentes con alto rango en la confluencia, que señalan cómo en el pasado la delegación del PSOE estaba encabezada por Montero y Bolaños, entre otros.

"Parece una reunión de bajo perfil. Esta delegación no nos convence", reprochan en Sumar, que pese a todo dicen respetar "la autonomía de cada organización para elegir" a sus representantes para el diálogo. En cualquier caso, las sensaciones que transmiten los magentas es de participación independientemente de sus interlocutores. "Era importante pedir la reunión. Sobre todo, por la estrategia a la que obedece esto: la de seguir profundizando en la remodelación del Gobierno". Insisten, en declaraciones a El Independiente en que no se van "a bajar de esa burra". Justo lo que más irrita a los socialistas.

Lo que no tolerará Sumar, dicen, es que Sánchez dé largas durante semanas. "Esperamos que su intención no sea que pase el tiempo, las vacaciones, y que crea que todo se va a olvidar después de Navidad. No", aseguran los de Díaz. El problema es que a diferencia de Chunta Aragonesista, socio integrado en Sumar, el resto de grupos de la confluencia no quieren situarse en un escenario de ruptura. No quieren dar alas a un Gobierno de PP y Vox, algo que al mismo tiempo se sitúa como principal fortaleza del PSOE. No hay un plan b para poder presionar. Y esa es su debilidad.

Sumar no tolerará que Sánchez le dé largas: "Esperamos que su intención no sea que pase el tiempo, las vacaciones, y que crea que todo se va a olvidar después de Navidad. No"

Sánchez sabe que ni Sumar, ni ERC ni EH Bildu pueden permitirse dejar vía libre a un Gobierno de derecha con los de Santiago Abascal dentro del Consejo de Ministros. Sería malo para los intereses de sus votantes, para esas mismas formaciones y abriría una crisis de sucesión estatal a la izquierda del PSOE a la que aún Sumar no está preparado. Solo una vinculación expresa con la corrupción a nivel de partido o de Gobierno daría una justificación a los socios para la ruptura. Es la línea roja. Justo la que Sánchez está seguro de que no se cruzará, porque ha reiterado una y otra vez, la última este pasado lunes, que "no hay financiación irregular" en el PSOE.

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