Nunca. Nunca había caído tan bajo el PSOE en Extremadura en unas elecciones autonómicas. Jamás. Era una de sus comunidades fetiche, en la que era hegemónico desde 1983, y este trágico 21 de diciembre la perdió con rotundidad. Miguel Ángel Gallardo, el candidato socialista a la Junta, procesado en la misma causa que afecta al hermano de Pedro Sánchez, firma un descalabro absolutamente histórico, con una pérdida, de golpe, de 10 escaños en la Asamblea regional y más de 14 puntos. Pero, por ahora, se niega a dimitir y se remite a la reflexión que haga junto a su ejecutiva regional este lunes. El pésimo desempeño del partido en esta primera cita con las urnas es, inevitablemente, un mal presagio para las convocatorias que vendrán —Aragón en febrero, Castilla y León en marzo, Andalucía posiblemente en junio— y un fardo muy pesado para el propio presidente del Gobierno. Porque los datos de este domingo le interpelan, en cierta medida, también a él.
Con casi el 100% escrutado, el PSOE logra 18 escaños y un 25,74% de los sufragios. Diez parlamentarios y más de 14 puntos menos que en las autonómicas de mayo de 2023, comicios que ganó Guillermo Fernández Vara aunque con los mismos diputados (28) que el PP, pero insuficientes para gobernar porque los cinco asientos de Vox bastaron para investir a María Guardiola. Gallardo cosechó en total algo más de 135.000 papeletas, por las 244.227 (y 39,90%) de hace dos años y medio. La participación fue inferior a la de entonces, de 7,64 puntos menos (del 70,35% al 62,71%).
Elecciones Extremadura 21D
Los socialistas pierden en las dos provincias, Cáceres y Badajoz, y son segunda fuerza en Cáceres capital, en Mérida o en Plasencia, y tercera, por detrás de Vox, en Badajoz capital. En Villanueva de la Serena, la localidad que Gallardo gobernó durante 21 años como alcalde, en la que nació hace 51 años, el PSOE quedó en segundo lugar y con casi 20 puntos menos. El batacazo es de un tamaño descomunal, indudable.
El PSOE es, sin duda, el peor parado de la noche. Porque Guardiola, que convocó estos comicios adelantados para intentar liberarse de la ultraderecha, avanza solo un escaño —pasa de 28 a 29 diputados— y seguirá dependiendo de ella. Peor aún, la presidenta de la Junta puede que lo tenga más difícil, porque Vox, el ganador indudable de este 21-D, pasa de cinco a 11 representantes en la Asamblea. Unidas por Extremadura, la alianza de Podemos e IU, gana tres parlamentarios, de cuatro a siete.
Pero la dimensión de la debacle, la caída sin precedentes del partido, no condujo a Gallardo a dimitir. A las 22.15 compareció en Mérida rodeado de su equipo y admitió que los resultados son "muy malos", "muy adversos", "sin paliativos". Ahí se quedó, culpando a Guardiola por el "experimento" de haber convocado elecciones para acabar dependiendo más de Vox, y sin asomo de autocrítica. Señaló que para analizar los datos "en frío", convocó para este lunes, 22 de diciembre, a su ejecutiva regional y allí destriparlos en profundidad. Preguntado si se plantea dar un paso atrás, apuntó que lo que "menos" le preocupa es su futuro político. "Lo que más me ocupa es que el PSOE tome la mejor decisión. Por eso he convocado a la ejecutiva y en los próximos días podremos analizar lo que usted me traslada. Por encima está el PSOE de Extremadura y ya a partir de mañana hablaremos". Los malos números no se deben "a una sola cuestión", agregó cuando le inquirieron si había influido su condición de procesado. El barón socialista giró una y otra vez en torno a sus duros reproches a la jefa de la Junta, por generar "bloqueo, inestabilidad y mayor radicalidad" en Extremadura al "engordar" a Vox.
En Ferraz, quien compareció, pero sin admitir preguntas, fue la secretaria de Organización federal, Rebeca Torró, que siguió el escrutinio en la sede junto a sus dos adjuntos, Anabel Mateos y Borja Cabezón, y la portavoz del partido, Montse Mínguez, y Sánchez, como acostumbra en las competiciones de carácter autonómico, se quedó en la Moncloa. Torró achacó el "mal resultado" a la "campaña contaminada por el acoso y derribo de la derecha y la ultraderecha" y a la incapacidad del PSOE para "movilizar a los votantes progresistas". Pero ella, como Gallardó, arremetió contra Guardiola y de Alberto Núñez Feijóo: con su estrategia de adelantar los comicios, el PP "vuelve a la casilla de salida pero más rehén de los ultras". Es un "reflejo perfecto" de la táctica del líder popular, que es "sembrar para la ultraderecha" y esa es "la mayor irresponsabilidad del PP, que dice ser partido de Estado y es la madre [sic] nodriza de la extrema derecha".
La jefa del aparato se limitó a expresar la "ayuda" de la cúpula federal a los "compañeros de Extremadura" para que los extremeños dispongan de un proyecto de "futuro y oportunidades para la mayoría social". Desde el cuartel general del PSOE dejaban en manos de la cúpula regional la decisión sobre qué ha de hacer Gallardo, pero no le prestaban respaldo explícito: "Partido a partido". Es decir, que habrá que esperar a los movimientos del barón socialista y a lo que determine su equipo. Lo que sí desechan en Ferraz es que el desastre en Extremadura interpele al presidente Sánchez: "Sí habrá cosas que reformular, como la política de comunicación, el hecho de que no hemos movilizado al elector progresista. Todo el mundo debería repensar qué no ha salido bien". "Dimitió Guillermo habiendo ganado en votos las anteriores, así que creo que dimitirá. Nadie gana con que continúe", apuntaba a este diario una integrante de la dirección. "Esto no es solo un problema del candidato", advertía otro miembro, deslizando que también Ferraz es responsable.
Un camino torcido desde el principio
A nadie podía sorprender el resultado obtenido este domingo por el PSOE en Extremadura. En el partido eran muy conscientes, en la federación, en Ferraz y en otros territorios, que se iba al matadero. Que no había salvación, aunque los resultados de las urnas fueron incluso peor que las expectativas. La presidenta de la Junta, María Guardiola, había tenido la habilidad de convocar los comicios en el peor momento para el PSOE, con un candidato extremadamente débil y unas filas divididas y huérfanas tras la muerte, el pasado 5 de octubre, de Guillermo Fernández Vara, un dirigente que supo sobrepasar las fronteras ideológicas y era una autoridad en la región y en su formación. Gallardo buscó apresuradamente el aforamiento en mayo tras ser procesado en la misma causa contra el hermano del presidente del Gobierno —aforamiento que tumbó el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura por "fraude de ley"— y se negó a dar un paso atrás cuando Guardiola llamó a las urnas. Y Ferraz lo protegió. Lo respaldó porque él había vencido en las dos primarias internas, en marzo de 2024
La federación extremeña, y especialmente la provincia maldita para el barón autonómico, Cáceres —en la que no ganó en ninguno de los dos procesos de primarias—, ya estaba muy revuelta y desanimada, y esa bajísima forma, muy lejos de los no tan viejos tiempos, permeó durante la campaña. Un viaje hacia el 21-D extraordinariamente difícil para los socialistas. Al desgaste por el caso Koldo / Ábalos / Cerdán —el exministro de Transportes ingresó en prisión el 27 de noviembre, apenas unos días antes de que comenzara oficialmente la campaña—, se sumó la marejada por la nefasta gestión de las dos denuncias de dos mujeres contra el ex alto cargo de la Moncloa Paco Salazar, que desencadenó un #MeToo socialista. Y confluyeron también las detenciones y registros por presunta corrupción de una nueva presunta trama criminal encabezada por la exmilitante Leire Díez, el expresidente de la SEPI Vicente Fernández y el empresario Antxon Alonso.
En la segunda y última semana de campaña los socialistas creyeron respirar. Guardiola prácticamente desapareció de los actos, se enredó con el robo de 124 votos en una localidad de Badajoz —un hurto que se debió a la delincuencia común pero que ella proyectó como la puesta en "peligro" de la democracia—, tuvo que cesar a su chófer (y pariente cercano) por "coacciones leves" contra su expareja y achicar el agua por el intento de tapar el acoso sexual a una exconcejala de Navalmoral de la Mata por parte del alcalde. En el equipo de Gallardo sostenían que acababan satisfechos los 15 días, pero también conscientes de que las expectativas eran malas.
Lo fueron siempre. Eran pésimas. Pero el resultado ha sido incluso peor del previsto. Extremadura era uno de sus feudos históricos, en el que ganaron todas las autonómicas, a excepción de las de 2011, tras las que pudo gobernar el popular José Antonio Monago gracias a la ayuda de IU, y de estas de 2025. En 2023, Fernández Vara empató en escaños con Guardiola, pero venció en número de papeletas. El PSOE gobernó en nueve de las 11 legislaturas (de 1983 a 2011 y de 2015 a 2023), en siete de ellas con mayoría absoluta, y cosechó porcentajes de voto que ahora parecen una entelequia. Su cumbre, el 54,16% de 1991, con Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente desde 1983 a 2007, como candidato. El exjefe de la Junta estuvo muy presente en esta campaña para arropar a Gallardo. Pero dio igual. Los socialistas no lograron salir del sumidero en ningún momento.
Te puede interesar
1 Comentarios
Normas ›Para comentar necesitas registrarte a El Independiente. El registro es gratuito y te permitirá comentar en los artículos de El Independiente y recibir por email el boletin diario con las noticias más detacadas.
Regístrate para comentar Ya me he registradoLo más visto
hace 1 hora
He visto unas imágenes del sr Gallargo en el que aparecía tranquilo y sonriente.
Supongo que eso no es porque piense dimitir, bien al contrario, sabe que tiene el puesto bien asegurado por el jefe.
Al fin y al cabo es el valedor del hermanísimo y nadie se va a atrever con el jefe. El gobierno, de Pedro, es sagrado.